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28 junio 2013

Saló o los 120 días de Sodoma – Pier Paolo Pasolini (1975)



Imagen tomada de IMDb

Nada es más anárquico que el poder. El poder hace exactamente lo que quiere; y lo que quiere el poder es completamente arbitrario, es dictado por sus necesidades de carácter económico, que van más allá de la lógica común.[1]
Pier Paolo Pasolini.

La insoportable y terrible anarquía del poder


Esta película es la última producción fílmica de Pier Paolo Pasolini, quien fue asesinado poco después de finalizar su rodaje. Fue muy polémica en su momento, y aún hoy es una película de difícil visionado, es muy turbadora, y hay escenas en las que no se descarta cerrar los ojos o voltear la cara para no verlas. No es para todo público, eso es claro. Sobre el cine de Pasolini hay unas notas en el comentario de Teorema[2]. Este filme se basa en el libro Los 120 días de Sodoma, del Marqués de Sade, y está pleno de símbolos y metáforas.

Cuatro fascistas degenerados[3] reclutan nueve jóvenes de cada sexo para realizar toda clase de actos perversos, en los que las más inimaginables depravaciones (que incluyen varios tipos de parafilia: coprofilia -y coprofagia-, urofilia -y urolagnia-, pedofilia; sodomía, sadismo, tortura y asesinato) son las protagonistas. La obediencia absoluta de los jóvenes es imperativa, y su violación puede ser causa de muerte. Los chicos deben permitir que los cuatro viciosos capos les hagan lo que desean sin chistar. Durante cuatro meses se encierran en una tranquila y abandonada mansión. Hay, en el personal auxiliar, domésticas, cuatro prostitutas adultas y guardias armados. Se reúnen todos en un salón y las prostitutas narran cuentos –presuntamente pasajes de sus vidas- para excitar a los cuatro enfermos. En cualquier momento cualquiera de ellos puede hacer lo que le venga en gana (en el salón o fuera de él), sin que eso se considere una interrupción de la reunión. Hay tres grupos de reuniones, llamadas por Pasolini círculos (como los anillos en el Infierno de la Divina Comedia[4]): círculo de las manías, círculo de los excrementos (se usa otra palabra) y círculo de la sangre. Asimismo, hay una introducción relativa a la selección y secuestro de los jóvenes y su llegada a la mansión, donde les leen las reglas que habrán de acatar. A medida que se pasa de un círculo al siguiente, las tropelías aumentan.

Las cuatro partes hacen alusión al Infierno de Dante. La acción se ubica en la República Social Italiana (que ocupó el medio norte de Italia), con base en la ciudad de Salò, entre 1943 y 1945 (hacia el final de la II Guerra Mundial), que presidió Benito Mussolini apoyado por el régimen nazi. Pasolini vivió de niño en esa zona, y fue testigo de los desmanes de los nazis y de los fascistas.




En el primer círculo, las historias se relacionan con algunas parafilias, rarezas en el comportamiento sexual que los clientes de la prostituta que narra las historias le solicitaban. Los fascistas experimentan algunas de ellas con los jóvenes que tienen cautivos. En el segundo círculo, la coprofagia es el tema central sobre el que gravitan las asquerosas y absurdas acciones. Los primeros planos de esta parte la hacen particularmente desagradable de ver. El tercer círculo es extremo, e incluye torturas a los que están sentenciados a muerte por contravenir alguna norma del reglamento. Las torturas también son desagradables de ver; al menos los fragmentos que se pueden ver. La escena final, de una indiferente frialdad y absoluta puerilidad, representa la insoportable banalidad y gratuidad del mal, ante las que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes, parafraseando la famosa frase de Hannh Arendt, pues justamente la realizan dos guardias que solo ejecutaban órdenes, tal como hizo el nazi Eichmann, sobre el que Arendt refirió su célebre expresión.

Pasolini es un transgresor; es a través de la transgresión que eleva su grito de disconformidad, de denuncia, de acusación contra el fascismo, el nazismo, la burguesía o cualquier estructura de poder. Pero, ¿es él el trasgresor o solo muestra las transgresiones de los poderosos para que funjan como elemento de denuncia? Eso es común en el cine, aunque no se suele llegar a los extremos que llega él. Pasolini ataca frontalmente el fascismo y el nazismo pero, en general, ataca a las clases dominantes (siendo él marxista, entiéndase la derecha), que se exceden en el ejercicio de su poder sobre los dominados. En este filme, el poder sobre los reprimidos llega al paroxismo, expresado en las más bárbaras atrocidades que un ser humano puede causarle a otro. Pero hay que recordar que ninguna ficción ha superado aún la realidad. Baste recordar que en Internet existen vídeos de decapitaciones reales y otras crueldades similares, como las que se le hacen a los presos de guerra. Este hecho cubre las exageraciones de Pasolini, aunque no las justifiquen.´




Las fases diferenciables de este proceso fascista se llevan a cabo con sucesivos mecanismos que se visualizan en el filme, similares a los del fascismo político: privación de la libertad de las víctimas; leoninas leyes cuyo desacato implica desproporcionados castigos; sumisión de las víctimas, que lleva a su vulgar utilización y ulterior degradación y, finalmente, la eliminación de los infractores de las normas. Aquí hay que acotar que los dirigentes, en este caso, son cultos y saben lo que hacen; incluso tienen asideros intelectuales para justificar sus fechorías, tal como Hitler tuvo a Heidegger. En Saló, los cuatro bárbaros son muy doctos, y hacen referencias a escritores de prestigio. En los créditos iniciales se indica la "bibliografía básica"[5] para ver la película (único filme que he visto con una lista de libros de referencia). Recordemos que, por ejemplo, en Ojos bien cerrados (Stanley Kubrick, 2001), los participantes de la orgía son todos pudientes (se infiere que cultos). Ha habido, a lo largo de toda la Historia, toda clase de gobernantes y gente con poder depravados y déspotas, muchos de ellos ilustrados, que satisfacían sus extravagancias sexuales con los dominados. Este filme es el producto de un cóctel en el que están -entre otros- el Marqués de Sade, Karl Marx, Sigmund Freud, Dante, Nietzsche, además de Pasolini.

Pero la propuesta de Pasolini tiene como diana no un gobernante sino todo un sistema de poder conformado por múltiples instancias, incluyendo las relaciones cruzadas entre ellas. En la época en que se filmó esta producción, se le denominaba establishment a tal sistema. Los símbolos de esta película, complejos, incluyen alegorías sobre la "mercantilización del cuerpo por el poder" (frase dicha por Pasolini), sobre la correlación entre la dominación de clase y el abuso sexual (al converger la propuesta de De Sade y el análisis marxista), o sobre las ansias de igualdad en la degradación consumista, que Pasolini entiende como una perversión capitalista (escenas sobre la escatofilia y la subsecuente escatofagia).




En la vida diaria podemos ver tales alegorías convertidas en cruda realidad. La mercantilización del cuerpo por el poder: en el culto al cuerpo y su explotación económica, por ejemplo a través del modelaje, de los concursos de miss algo, o del erotismo y la pornografía utilizados en grado superlativo como negocio, incluso el deporte con fines comerciales. La dominación de clase y el abuso sexual también: jefe se aprovecha de la secretaria, señor de la casa de la doméstica, profesor de la alumna, padre de la hija o de la hijastra, incluso curas de niños. La vívida apología de la moral del señor y la moral del siervo de Nietzsche. Sobre el consumismo sobran ejemplos, desde la "comida chatarra" hasta la guerra publicitaria para que el pasivo público compre ingentes cantidades de objetos que no necesita, pero que según la publicidad sí necesita y lo harán feliz; objetos que muchos de ellos son complementos directamente relacionados con las alegorías precedentes (mercantilización del cuerpo y dominación de clase). Esto precisamente ubicaría a Pasolini en el epicentro de la teoría de la conspiración, según la cual los poderosos (magnates, empresas transnacionales, religiosos, políticos, militares) nos tienen a raya, narcotizados, con los frívolos elementos mencionados -y muchos otros-, a objeto de que no pensemos en -ni nos ocupemos de- cosas más trascendentales que les puedan restar poder a ellos. Lo que Pasolini no dice (supongo que por fanatismo) es que en los regímenes de extrema izquierda ocurren cosas parecidas; a diferencia que en esos regímenes no existiría la libertad para denunciarlo, como la tuvo él. Fascismo, totalitarismo, autoritarismo y similares, sean de izquierda o de derecha son la misma escoria.




Finalmente, cabe destacar que el filme se cuida de evitar la compasión y la empatía del espectador con las víctimas, a través de la técnica brechtiana del distanciamiento (planteamiento de ideas fríamente), porque de lo contrario -según dijo el mismo Pasolini- "el filme sería insoportable". Aún así lo es para la mayoría.

Saló es la película más lograda de este importante realizador italiano, una de las de mayor belleza formal (si es que ese término es aplicable a este tipo de película), la más cruda y la más difícil de ver. Si usted, amable lector, nunca ha visto ningún filme de Pasolini, quizás sea más recomendable que comience por otro más ligero como El Decamerón, Los cuentos de Canterbury, Teorema, Las noches de Arabia, El Evangelio según San Mateo, antes de "degustar" Saló, cosa que hará tarde o temprano si es un real cinéfilo. Véala con discreción.


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[1] Traducción libre de: "Nulla è più anarchico del potere, il potere fa praticamente ciò che vuole e ciò che il potere vuole è completamente arbitrario, o dettatogli da sue necessità di carattere economico che sfuggono alla logica comune".
[2] Que transcribo parcialmente a continuación:
Pier Paolo Pasolini fue un intelectual muy respetado en Italia. Fue uno de los más importantes intelectuales italianos del siglo XX. Escritor, poeta, crítico, periodista, actor, escenógrafo, cineasta y activista político. Fue incluso compositor. Todo un polímata. Dos características que siempre se mencionan de él: que era homosexual y comunista, admirador de Antonio Gramsci. El saberlo puede incidir en la forma en la que uno ve sus películas. Conocer al artista ayuda a entender su obra. No solo al artista como persona, sino también a su entorno: el contexto histórico, social y cultural en el que se desenvolvió, amén del contexto de la obra per sé. Las películas de Pasolini no son en absoluto triviales, ni son para todo público. Algunas de sus realizaciones son de ese tipo de filmes que invitan a muchos desinformados a abandonar la sala de cine, exclamando que la película es una porquería. No son cintas muy elaboradas estéticamente, ni tienen grandes actores, ni escenografía, maquillaje o vestuario que descollen; a cambio, son de mucha densidad simbólica y tienen un lenguaje propio que no es fácil de leer. Sexo, religión y política son los temas sobre los que más diserta Pasolini en sus filmes. Más sobre éste tópico en el comentario de Teorema.
[3] Que representan los cuatro poderes clásicos, que corresponden a los del libro del Marqués de Sade: militar, político, económico y religioso; tal como en la novela Cuatro crímenes, cuatro poderes de Fermín Mármol León (y la película homónima, de la que, inexplicablemente, no hay ficha en IMDb).
[4] Leer La Divina Comedia en este enlace, o en este.
[5] Autores citados: Roland Barthes, Maurice Blanchot, Simone De Beauvoir, Pierre Klossowski y Philippe Sollers.


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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

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