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Este blog no es de crítica especializada ni académica, solo de comentarios «al dente» de un espectador común.

Advertencia: destripe.

Algunos comentarios hacen referencia a momentos claves del argumento o al desenlace de este (destripe, spoilers).

31 enero 2014

El árbol de la vida - Terrence Malick (2011)



Hay dos maneras de ver la vida: la de la naturaleza y la de lo divino[1].


El árbol de la vida es una de las escasas producciones del cineasta filósofo Terrence Malick. Ganó la Palma de oro en el Festival de Cannes y fue nominada en varias categorías para el premio Óscar. Está subvalorada para muchos[2] y para otros es una gran película. La historia central del filme tiene cierta similitud con la propia vida del director; por ejemplo: un hermano menor murió, ese hermano tocaba guitarra; nació en Waco, Texas, la misma ciudad en la que se desarrolla la acción.




La película narra la historia de una familia norteamericana de clase media, que habita en Texas. El hijo mayor, Jack (interpretado por Sean Penn cuando es adulto) tiene serias desavenencias con su severo padre, el Sr. O'Brien (Brad Pitt). Jack tiene dos hermanos, y los tres se cobijan emocionalmente con la bondadosa madre, la Sra. O'Brien (la bella Jessica Chastain). Uno de los hermanos muere cuando tenía 19 años y ese evento marcó de por vida a la familia, obviamente. A lo largo del argumento, todos los personajes tienen pensamientos o diálogos con el Creador o con los otros personajes, con voz en off; reprochándole a Dios por las cosas malas que permite que ocurran (Jack), o al padre por su comportamiento severo (Jack), o a sí mismo (padre y Jack), o bien agradeciéndole a Dios por el deleite espiritual de la vida (madre), o dando a los hijos recomendaciones y directrices para vivir, tal como la frase que encabeza estos comentarios (madre y padre), o bien planteándose preguntas y reflexiones existenciales. Esta trama familiar está inscrita en el contexto más amplio que se pueda uno imaginar: la historia del Universo, desde la creación de las galaxias y de nuestro entorno planetario, hasta el final de los días de nuestro hermoso planeta Tierra, devorado por el Sol, pasando por el advenimiento de la vida, desde organismos microscópicos hasta el hombre. Un proceso que nos remite al panteísmo. Si se considera que este contexto es parte de la historia, entonces las elipsis de esta película son las más largas del cine, superando sobradamente la más larga hasta ahora (hasta el 2011), la de 2001: una odisea espacial entre la escena de los simios y la de las estaciones espaciales, elipsis de unos pocos millones de años. La síntesis argumental más detallada se encuentran en este enlace.


Nebulosa Eta Carina (el detalle que aparece en el film)


Esta hermosa cinta abunda en metáforas y símbolos, así como en imágenes directas, sin velos. Es la visión sincera del mundo y de la vida de quien la escribió (Malick). Esa visión es manifestada en la película a través de los recuerdos, de las reflexiones y de los sueños de Jack y de sus padres, de sus temores, sus convicciones, sus dudas, sus resoluciones, sus sentimientos y emociones convertidos en imágenes de gran belleza con voces en off y una música soberbia. Es la historia de una familia, la de Malick o cualquier otra, la suya, la mía. Es la historia del Universo y de nosotros en él, formando una minúscula parte del todo. Muchos temas se tratan en esta producción, muchos. Malick aborda, sin temores ni tapujos, la naturaleza humana, el comportamiento humano, la condición humana, la crianza de los hijos, los temores de los adultos, la omnipresencia de las dualidades que parecen enmarcar nuestro devenir[3], la evolución, el perdón, el amor, el libre albedrío, la existencia de Dios, el sentido de la vida, la grandeza y belleza del Universo, la trascendencia, la importancia de la fe, el paralelismo entre la historia de los astros y nuestra propia vida, y más.


Un dinosaurio se apiada de otro que agoniza
y se aparta en lugar de devorarlo.


A medida que se suceden las imágenes y las sentencias en off, así como las acciones de los personajes, uno observa su propia vida y examina su visión del mundo. Eso es lo que el director pretende. También que recuperemos nuestra capacidad de asombro, algo que está en vías de extinción. Por otra parte nos recuerda, reiteradamente, que no somos más que una infinitesimal parte de un todo que nos arropa eternamente, que todas nuestras miserias, nuestras grandes ideas y obras, nuestros sentimientos y emociones, nuestros logros y fracasos, nuestros deseos y acciones, serán borrados inmisericordemente por ese Universo infinito y volveremos a ser prístino polvo de estrellas, insignificantes partículas elementales con las que la física o Dios reharán otro planeta, otro sistema solar, otra galaxia, otro Universo, otras gentes. «¡Porque eres polvo, y al polvo volverás!». Conocida frase que está en Gn 3,19 y que, coincidencialmente, corresponde con las conclusiones cosmológicas en relación con la vida de las estrellas y el origen de la materia que formó este sistema solar, humanos incluidos.




El árbol de la vida es una de las más filosóficas películas que yo haya visto, y una de las más hermosas[4] y de planteamientos más profundos. Su carga intelectual es tal que abruma y hay que complementarla con percepción emocional. Las secuencias de formación del Universo y de los cuerpos celestes, desde las grandes galaxias hasta nuestro minúsculo planeta Tierra y sus criaturas, pasando por nebulosas (como la del Anillo o la espléndida Eta Carina), estrellas, planetas y asteroides, con el fastuoso fondo musical, son de una belleza inigualable. Estas escenas deben «sentirse», deben ser percibidas, paladeadas, pero no forman parte de una historia clásica de cine. Este filme es un collage de ideas, de los planteamientos más trascendentales, no es un cuento. Comparte algunos elementos con la obra maestra de Kubrick2001: una odisea espacial. Ambas plantean, cada una en diferente forma y estilo, las grandes cuestiones de la vida. Sería algo difícil y muy largo hacer un ensayo que haga honor a esta obra magnífica y que incluyese comentarios de cada tema que toca. Más allá de cualquier comentario, es menester verla y apreciarla para reflexionar y para tener una idea de lo que es posible hacer en cine.




Lo dicho antes no es novedoso en cinematografía. Muchos directores nos han hablado de su visión del mundo, o de la del guionista o del libro base, y de las vitales y trascendentales preguntas que nos hacemos y que, o bien no conocemos las respuestas, o bien tienen varias respuestas válidas. La diferencia de este filme con otros es su forma narrativa, su estilo poético, que llega profundamente al alma del espectador. Un montaje abstracto que quiebra convencionalismos, que emplea montajes sintético y analítico; así como muchas tomas y escenas lejos de la ortodoxia; tomas de un segundo de duración —o menos— y escenas de más de un minuto; música sobrecogedora; pausadas frases en off que sirven para narrar, dialogar o para sentar pensamientos. Su visionado se hace no solamente con los sentidos visual y auditivo —y el subsecuente procesamiento mental—, sino también con cierta dosis de atención, pues es de cadencia sosegada para darle tiempo al espectador a que piense sobre la marcha y para que recuerde lo extraordinario que es haber estado aquí, lo maravilloso que es haber tenido la oportunidad de apreciar la magnificencia del Cosmos[5] y de haber disfrutado el regalo de la vida, pese a las dificultades que ello entraña[6].




Finalmente, en relación con el título —porque en este tipo de película el título no es azaroso—, se puede señalar que lo más probable es que Malick se refiera al Árbol de la vida del Edén, el árbol que otorgaba vida eterna a quien comiese de su fruto, algo que se le permitiría solo a los seleccionados o «vencedores» del Juicio final, es decir, los buenos[7]. Dios expulsó a Eva y Adán luego de haber comido del otro árbol, del Árbol del conocimiento del bien y del mal[8], y no se confió de que no comerían también del Árbol de la vida[9]; así que lo más sano era expulsarlos, por si acaso. Es un Dios desconfiado y, a veces, no contiene su ira. Como quiera que sea, Malick nos recuerda nuestra finitud y la finitud del Universo. No somos eternos porque no lo merecemos, Dios nos negó el acceso al Árbol de la vida. También se lo negó al Universo. El final del filme se puede entender como la espera por el Juicio Final. No tiene ninguna importancia que ese juicio sea antes o después de que el Sol engulla a la Tierra —escena que se ve en la cinta—, pues se da en otra instancia o plano existencial, y los comparecientes son almas[10], no personas. Los agnósticos y los ateos podrían entenderlo como el tránsito hacia otros niveles de existencia, bien sea Universos paralelos o pensamiento puro o energía pura... o la nada.

Tal vez El árbol de la vida no sea una película. No en el sentido clásico del sustantivo. Tal vez sea un «poema fílmico». Este término le queda mejor. Es, sin duda, una obra maestra del séptimo arte.




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[1] El pensamiento completo que le comunica la madre a sus hijos es:
Las monjas nos enseñaron que hay dos caminos que puedes seguir en la vida: el de la naturaleza y el divino. Debes elegir cuál vas a seguir.
Lo divino no busca agradarse a sí mismo. Acepta ser desairado, olvidado; no agrada. Acepta los insultos y las heridas.
La naturaleza sólo busca agradarse a sí misma y conseguir que a otros le agrade. Le gusta dárselas de gran señora, salirse con la suya. Encuentra razones para ser infeliz cuando todo lo que la rodea resplandece y el amor sonríe a través de todas las cosas.
Nos enseñaron que nadie que amara el camino de lo divino acabaría mal.
[2] A la fecha de escribir esto, en IMDb tiene una calificación de tan solo 6,7/10. Críticas desfavorables en: The Telegraph, Screen Daily, Movieline, Los Angeles Times. Comentarios de Sean Penn: The Guardian, In Contention. Pero también tiene numerosos comentarios favorables: el de Roger Ebert, el de Jason Solomons y el de Peter Bradshow en The Guardian, el de Jonathan Crocker en Total film, el de Richard Corliss en Time, el de Nicholas Kemp en Filmcomment, entre otros.
[3] La dualidad fe-razón, reflejada en la frase que encabeza este escrito, que el panteísmo intenta «conciliar»; y otras dualidades siempre presentes, que ya los presocráticos dieron cuenta de ellas (por ejemplo con la teoría de los opuestos): amor-odio, bien-mal (Dios-diablo), energía-materia, cuerpo-alma, libertad-opresión, finito-infinito, todo-nada (sería ente-nada para Heidegger), eternidad-fugacidad, éxito-fracaso, vida-muerte. Estas dicotomías existenciales necesariamente nos remiten al maniqueísmo. Algunas de ellas son confrontadas en la película, abierta o soslayadamente. Una de las reflexiones cruciales del filme es buscar una concertación entre esas dos formas de ver el mundo: a través de la fe o a través de la razón, dualismo de larga data. ¿Es eso posible?, ¿refiere al pléroma? Malick no responde; al menos eso creo. La respuesta queda en las manos del espectador. Nótese que —aunque esto no demuestra nada— el nombre del sitio web de la película se traduce como «dos formas de ver la vida» o «dos formas de vivir» (two ways through life): la de la madre y la del padre.
[4] No refiere a belleza formal solamente, sino a belleza de esencia, a lo bello platónico.
[5] Cosmos en el sentido griego del término. La película, independientemente de la religiosidad que Malick le haya querido imprimir, puede disfrutarse igualmente desde el punto de vista religioso o no religioso. O bien: 1) la grandeza del Cosmos no tiene nada que ver con nuestras creencias religiosas: el Cosmos es él independientemente de nuestras creencias, que son solo eso: creencias; o 2) la grandeza del Cosmos es la gran obra del Creador y nosotros las criaturas para sorprendernos de su Creación y amarlo. En la película: 1 sería la vía del padre (acto de razón) y 2 la de la madre (acto de fe).
[6] Anécdota personal, sin otra intención mas que la de reflexionar: recuerdo que un profesor nos preguntó en una ocasión: «¿Vale la pena haber estado aquí [haber venido a vivir en este "valle de lágrimas"]?». Le contestamos: «Sí; solo para hacerse esa pregunta ha valido la pena». Él finalizó diciendo: «Eso es filosofía». Quizás se podría añadir que eso es una «filosofía de vida», una forma de agradecer el haber vivido, de regocijarse por la vida. Empero, esta reflexión no sería compartida por aquellos desafortunados que no han vivido lo suficiente para deleitarse con la vida. Incluso me pregunto si la compartiría la gente desdichada; como Frida Kahlo, cuya última frase da cuenta de su desesperación por «salir» de aquí y «no volver jamás».
[7] Ap 2,7; 22,2.14.19. Como es bien sabido, hay muchas traducciones de la Biblia y las frases difieren ligera o sustancialmente. Se ha utilizado como referencia la del sitio web del Vaticano, en:
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM
[8] Gn 2,9.17; 3,3.5.
[9] Gn 3,22.24.
[10] Muchísimo antes de que el Sol volatilice a la Tierra —miles de millones de años antes—, ya no habrá condiciones que soporten la vida en el planeta. Algunos comentarios de la web critican que la congregación de personajes de la escena final se desarrolle en una playa. Es totalmente irrelevante si es en una playa o en una taberna. Malick prefirió que fuese en una playa, junto al mar, donde se originó la vida en este planeta.

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Comentarios/critica en otros sitios de la web. En algunos hay encendidos foros en donde unos participantes defienden al filme y al director a capa y espada y otros lo atacan inclementemente.


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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

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