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Advertencia: destripe.

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31 octubre 2014

La delgada línea roja - Terrence Malick (1998)



La guerra no ennoblece a los hombres; los convierte en bestias, corrompe su espíritu.
Frase dicha en la película.


La delgada línea roja, título homónimo de la novela base (James Jones, 1962), cuenta la sencilla historia de la toma de la isla de Guadalcanal, en el Pacífico Sur, por los norteamericanos en 1942 (llamada batalla de Guadalcanal), enmarcada en las acciones de la II Guerra Mundial. El escritor, Jones, fue testigo de excepción, pues resultó herido en dicha batalla. Esa campaña militar es el backing de la película, es el pretexto del director Terrence Malick para plantear una serie de problemas existenciales, vía monólogo en off, como acostumbra. El argumento detallado puede leerse en este enlace (en inglés).


A lo largo del desarrollo de la larga película (2:50), Malick se dedica no solo a contar la acción militar que se lleva a cabo, sino las reflexiones de los personajes en múltiples terrenos: moral, metafísico, social, laboral, sentimental,... Estas reflexiones nos llegan, tal como dije antes, con monólogos en off, al tiempo que la cámara nos muestra los objetos o las personas que el personaje ve o recuerda; pero también expone la maravillosa naturaleza, las exóticas flora y fauna del Pacífico Sur, imágenes que se presentan como antojos de un camarógrafo o de un editor que quiso abultar el cronómetro del filme, pero que fungen de catalizadores para los planteamientos que Malick pretende hacerle llegar al espectador y para darle tiempo a este para degustar sosegadamente las imágenes y la reflexión interna a la que ha sido invitado. Todo ello junto a una espectacular fotografía, unas buenas actuaciones (con un reparto muy respetable), efectos especiales y una música soberbia, conforman un poema fílmico (otro más de Malick) en el que las preguntas son, con mucho, más que las respuestas; es decir, filosofía pura. De más está decir que este filme tiene el inconfundible sello personal del realizador norteamericano.


El sereno mundo alterno que ha vivido 
el soldado Witt (Jim Caviezel) con los aborígenes.


Si bien cada personaje nos remite a una forma particular, personal, de ver la vida, en todos ellos existen preocupaciones, dudas, reflexiones que atañen a todos. Desde el soldado que, pese a que sabe a priori que la misión que debe ejecutar solo es un pretexto para justificar las bajas, debe actuar de acuerdo a las indicaciones de sus superiores, hasta aquél que se niega a obedecerlas por anticipar que la misión es suicida. Se trata de un combate cuerpo a cuerpo, en el que la garantía de la victoria viene dada por la cantidad de efectivos que queden con vida. No importa mucho quien muere, quien no. En medio de toda esa vorágine de pasiones destructivas desplegadas en pantalla, el espectador es testigo de la brutalidad a la que es capaz de acceder el ser humano, una brutalidad que no tiene respaldo ético ni del sentido común. Y de esa brutalidad también los soldados son conscientes en la postrimería de sus demenciales acciones; piensan: «La guerra no ennoblece a los hombres; los convierte en bestias, corrompe su espíritu» o «¿Cómo perdimos la bondad que nos fue otorgada?».


El dolor por la brutalidad cometida, mostrado aquí por el soldado norteamericano, de igual manera se retrata en los rostros y en los gestos de los soldados nipones, quienes también temen ante la muerte y ven la destrucción y el asesinato como acciones sin sentido alguno. 
Nadie sabe por qué ha matado al otro.


Panteísmo y maniqueísmo

Tanto en este filme como en El árbol de la vida, el panteísmo y el maniqueísmo se instalan como ideas que son, en cierta forma y bajo cierto punto de vista, los temas centrales. Parecen ser una gran preocupación del director[1]. El panteísmo lo percibimos en las magníficas imágenes de la naturaleza, de sus árboles, sus ríos, el mar, las diversas criaturas y el mismo ser humano. En los monólogos, el receptor de la pregunta (casi siempre son preguntas) no es otro que Dios, pero la toma es de la naturaleza, de su magnanimidad. A veces, incluso, la pregunta es difusa lo suficiente como para permitirse pensar que está dirigida a la Naturaleza, entendida como el gran Ente que todo lo engloba, que todo lo cobija, pero del que forma parte el soldado que reflexiona, del que formamos parte todos. El espíritu panteísta queda al descubierto en frases como esta: «¡Oh alma mía, déjame entrar en ti, mira a través de mis ojos, contempla las cosas que creaste! ¡Mira como brillan!», en un claro reproche a la Naturaleza (o a Dios), por permitir perjudicar las cosas bellas del mundo, las que ella creó, ¡a ella misma! a través de la crueldad; por ejemplo la crueldad de la guerra.

El maniqueísmo está presente porque muchas de las preguntas que se plantean los personajes tienen dos posibles respuestas, si es que las tienen, si es que logramos suponer alguna. Podríamos convenir que ese maniqueísmo tiene dos vertientes: una inclusiva y la otra exclusiva[2]. La vertiente inclusiva se patentiza en frases como «¿Cómo perdimos la bondad que nos fue otorgada?», la que nos sitúa como seres que tuvimos algo y lo hemos perdido (nuestro Rosebud), mientras que la pregunta indica el deseo de conocer cómo fue el proceso de pérdida para, presuntamente, revertirlo. La redención. Se pasa de la bondad a la maldad, separadas pero conectadas al mismo tiempo en una suerte de vía en dos sentidos: podemos ser malos con la misma destreza necesaria para ser buenos.

El maniqueísmo denotado aquí exclusivo está en un sinnúmero de sentencias dichas en off, siendo una de las que más impacta: «La oscuridad tras la luz, el conflicto tras el amor, ¿son el producto de una sola mente o las facciones de un mismo rostro?»; en la que una categoría excluye a otra contrapuesta. También se evidencia en el maremágnum de los soldados frente a la pasividad apacible de los aborígenes; de paso verdaderos propietarios de la isla. Pese a que el término «la delgada línea roja» refiere, básicamente, a una línea de soldados desplegados que atacan o defienden, tal como los soldados de este filme cuando toman la loma dominada por japoneses, en esta película el término cobra otro significado, más atinente a las dicotomías que el director pone a disposición de los espectadores: estas categorías excluyentes están sutilmente separadas por un velo permeable, por una delgada línea que puede cambiar de trayectoria como los meandros de los ríos, o como la línea que separa las aguas del Caroní de las del Orinoco. Amor y odio (o conflicto, según la frase anteriormente aludida); razón y pasión; prudencia e imprudencia; civilización y barbarie; bondad y maldad; oscuridad y luz; distintas facciones de un rostro: una buena y otra mala; finalmente vida y muerte, cuya cercanía nadie podría discutir.


Unión del Caroní y el Orinoco. De lo nítido a lo difuso.


¿Puede el panteísmo explicar por qué el Ente Natura, siendo él el todo, es capaz de crear y destruir con la misma facilidad? ¿Cómo podría conciliarse ese panteísmo con el maniqueísmo implícito en tal capacidad de crear y destruir? ¿Dónde queda el ser y el no ser parmenidiano? ¿Es dado desechar el panteísmo si no hay conciliación? ¿Se podrían sincretizar en una solución estos conflictos? Son algunas de las preguntas que se derivan y que el filme no pretende responder.

Extraordinaria película de uno de los realizadores más emblemáticos y originales del cine. Digna de ser incluida en el hall de la fama de las grandes películas de tema bélico (si es que corresponde a tal subgénero, cosa que dudo), donde están La batalla de Argelia, Senderos de gloria, Apocalipsis ahora, Nacido el 4 de julio, El francotirador, Nacido para matar, La lista de Schindler y varias más.


____________________
[1] Al menos la «concepción del mundo» podría ser una de sus preocupaciones, habida cuenta de que este tema está relacionado con su (inconclusa) tesis doctoral.
[2] Para efectos de este artículo, inclusivo sería un maniqueísmo en el que la dualidad es bidireccional y una no excluye a la otra necesariamente (ej.: color y B/N no se excluyen necesaria e inexorablemente porque B y N son colores), mientras que el exclusivo sí se excluyen mutuamente (negro o blanco, bien o mal).

Comentarios en otros sitios:
http://decine21.com/peliculas/La-delgada-linea-roja-5321
http://www.fotogramas.es/Peliculas/La-delgada-linea-roja
http://www.edualter.org/material/pau/linearojae.htm
http://html.rincondelvago.com/la-delgada-linea-roja_terrence-malick.html
http://www.blogdecine.com/criticas/la-delgada-linea-roja-el-mundo-de-terrence-malick
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3043.html


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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

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