Cuando no te dejan ser rebelde en paz, hay una salida radical.
Sir Ridley Scott tiene en su
haber varias grandes películas como el clásico de ciencia ficción Blade Runner; la monumental Gladiator y otro clásico de la ciencia ficción: Alien,el octavo pasajero. Thelma y Louise quizás no pueda considerarse entre sus
grandes producciones; sin embargo tiene tela que cortar, en lo que respecta a
su planteamiento filosófico. La sencilla trama de dos mujeres que huyen por un
delito que sí cometieron y el antológico final del suicidio de ambas arrojándose
al Gran Cañón del Colorado, velan un problema social de enormes proporciones.
Se la ha tratado como una película
de acción y, en el mejor de los casos, como una apología feminista, o en contra
del machismo. El filme puede entenderse como algo que va más allá del
planteamiento simplista de dos mujeres que luchan contra los hombres malucos,
muy machos ellos. Detrás de la contestataria actitud de los personajes,
excelentemente interpretados por Susan Sarandon y Geena Davis (nominadas al premio Óscar por estas actuaciones), subyace un aspecto filosófico de gran
importancia: el reconocimiento del otro, del que ya los antiguos griegos dieron
cuenta. Puesto de manera también simplista, si la sociedad me trata mal, y me
niega el mínimo de dignidad, por no decir amor –que ya sería mucho pedir- ¿qué
me motiva a mí a portarme bien?
Inmanuel Kant supo contestar a esta pregunta, y
le llevó más de un libro hacerlo. Y antes que él, ya Sócrates y Platón habían
proporcionado buenas respuestas. Pero no todas las personas andan por el mundo con
una moral kantiana (o socrática, o platónica) a cuestas. De manera que, en la
mayoría de los casos, la motivación para portarse bien, para dar la otra
mejilla ante los abusos del prójimo, que barre con mi dignidad y con mi
persona, es sencillamente nula, por no decir negativa. No es nula en el caso de
Thelma y Louise, es negativa: luego del maltrato no le ven sentido a la
convivencia pacífica en una sociedad que las veja, y arremeten contra ella
violentamente. Ante lo antes dicho, cabe preguntarse ¿qué posibilidades hay de
que una sociedad que hace eso con muchos individuos logre incluirlos y hacerlos
prosperar -y prosperar a sí misma-, y lograr su correcto comportamiento? ¿No eran ellas inicialmente las
débiles, las objeto de abuso por parte de los otros, de los fuertes? No se
trata de una ficción, pues es lo que ocurre a diario, y desde hace muchísimo
tiempo en todas partes. En lo que refiere a la Latinoamérica de hoy, ¿qué se
puede decir? ¿Esa violencia extrema de los delincuentes comunes (porque de los
delincuentes de cuello blanco no se puede decir otra cosa que no sea sobre la
gratuidad de su inmoralidad, de su desprecio por los demás y de su baja autoestima)
no es, en buena parte, ocasionada por esa exclusión, maltrato y arrebatamiento
de su dignidad, desde que son niños?
Ignoro si Scott quiso plantear el
problema feminismo-machismo, lo cierto es que la película puede ir más allá, al
menos a donde la hemos traído: al terreno de la moral, de la pertenencia de un
individuo a la sociedad y de su interrelación con ella. No es la única que se ha
hecho con ese mismo planteamiento, obviamente. Podríamos mencionar muchas
buenas películas sobre el mismo tema, y ésta sería una de ellas. Pero esta producción se
hace pasar por una película de acción, de correteo de caminos y automóviles que
explotan, y de policías persiguiendo a los malos (las malas en este caso), de
feminismo vs machismo, pero no es eso. Dudo mucho que un director de la talla
de Ridley Scott haya pretendido eso. Supongo que el mensaje era el planteado
arriba y que, por la utilización de un lenguaje cinematográfico no explícito,
se puede entender como un film trivial, pero no lo es.
1 comentario:
No la he visto, ya me esta provocando verla.
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