Sobreviven los que se
adaptan a los cambios
El novel director francés Michel Hazanavicius
se ha atrevido a realizar, en pleno siglo XXI, una película en blanco y negro,
con formato 4:3, sin parlamento, con la sola música de fondo y algunos
intertítulos que ayudan a entender ciertos detalles del desarrollo de la trama.
Y ha resultado ser una excelente película. ¡Quién lo diría! El artista nos cuenta la
caída de un actor de la época del cine mudo, que corre paralela al ascenso de
una joven actriz de la nueva era de las películas sonoras, a quien el actor
había ayudado para que ingresara al mundo del cine. Ella, en la cúspide de su
carrera, logra rescatar al actor que ha caído en desgracia, luego que el mundo
de Hollywood le rechazase por considerarlo pasado de moda, al tiempo que él
habitaba en su glorioso pasado, causándole una gran depresión. El final,
optimista, muestra al actor reingresando a la escena, de la mano de la actriz,
que ahora es su mecenas.
No nos deja de recordar a otra
extraordinaria película que nos narra algo parecido: Sunset
Boulevard (Billy Wilder,
1950), con la gran actriz Gloria
Swanson. Es sorprendente que El
artista nos atrape de igual forma que nos han atrapado filmes de la época
del cine silente. Hazanavicius
ha logrado un montaje y una edición, apoyada en un guión y en buenas actuaciones,
capaces de mostrar una historia al mejor estilo de antaño, prescindiendo de los
diálogos audibles. Es loable, y no extraña que sea candidata a varias
estatuillas Óscar
de este año, amén de premios que ya le han sido concedidos (Globos de oro y Bafta, entre otros). Muy
merecidos todos ellos.
La película no se puede entender
como un homenaje a algún actor específico(1) de la época del cine silente, pero a todos aquellos que tuvieron que abandonar
la actuación debido a que el advenimiento del cine sonoro implicaba un cambio
en la forma de actuar, y algunos no tenían voces aceptadas por los estudios y
el público. Fue el caso de Gloria Swanson, Griffith, Charlie Chaplin, entre muchos otros. No solo afectó a actores, también a directores, pues hubo un cambio en
la forma de hacer las películas, debido a que la tecnología implicaba guión,
banda musical, y esto modificaba tanto el lenguaje cinematográfico per sé, como
la forma de montar, editar y hacer las películas en general. Verdaderas
estrellas en el cine mudo, no lograron trascender al cine sonoro. Muchos
abandonaron el oficio de cineastas. Eso ha ocurrido también en otras artes,
como la arquitectura, la pintura o el teatro. Nuevas escuelas o tendencias
sepultan a las anteriores, y a sus actores. La lapidaria “teoría de la
evolución” de Charles
Darwin no indica que sean los más inteligentes o los más astutos los que
sobrevivan, pero sí los que más se adaptan a los cambios. También está presente
el biológicamente ineludible relevo generacional. Creo que fue Ortega y Gasset que
dijo que cuando no somos capaces de entender el mundo actual, es porque ya
estamos viejos. Son las nuevas generaciones las que están llamadas a la acción,
en un mundo que ellos entienden mejor que sus antecesores.
El artista nos recuerda que toda
etapa es superada, y que la vida está constituida de constantes cambios, tal
como anticipara Heráclito
hace ya más de 25 siglos: al mismo río entras y no entras, pues eres y no eres.
Una excelente película que rescata el sabor de los viejos filmes silentes, y los honra.
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(1) Refiriéndonos tanto a actrices como a actores.
(1) Refiriéndonos tanto a actrices como a actores.
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