A propósito del lamentable fallecimiento del maestro Ennio Morricone el pasado 6 de julio; no puede uno menos que rememorar la impronta del genio romano. ¿Qué puede uno decir que no se haya dicho ya en numerosos artículos que se han publicado en la prensa de todo el orbe? Es difícil pensar que exista alguna persona que no haya visto por lo menos una película con la banda sonora de Morricone. ¡Fueron más de 500 para las que compuso!
Ennio Morricone.
Imagen tomada de IMDb.
Pero no es el número lo que le da importancia; es la calidad de las partituras. Y eso lleva a recordar que el cine, cuando era un infante que aún no hablaba, antes de El cantante de jazz, ya contaba con música en los salones donde se proyectaban las primeras películas mudas. Música interpretada en el local, por lo general con un piano o una pianola. La música, en la mayoría de los filmes, no solo es un mero acompañamiento diegético o extradiegético; es casi un protagonista. Y no hace falta remitir a los musicales para destacar su importancia; pues este género no es nada sin la sonoridad musical.
Antonio Vivaldi, el «monje rojo», uno de los
más excelsos compositores de la historia.
De Unidentified painter - (Old image: Taken from the en.wikipedia), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10678
La música le imprime una dosis extra de drama a la historia; es la que invita a reír o a llorar en innumerables escenas. Piense el lector en Cinema Paradiso sin la emotiva pieza de oboe que acompaña los recuerdos de Totó. Reproduzca un fragmento sin sonido y luego compárelo con el mismo fragmento con sonido. La diferencia es como del día a la noche. Haga la prueba con cualquier película cuya música no sea neutra (es un reto conseguir una película en la que la música sea inocua). ¿Qué sería del final de 8-1/2 sin los acordes circenses; o de Mediterráneo, Aguirre: la ira de Dios, La misión, o El padrino sin las soberbias melodías que sirvieron de telón de fondo para sus imágenes? Muchos filmes son identificados por el tema central de su música. En algunos casos, son indisolubles, como el de Zorba, el griego; cuya canción, de Mikis Theodorakis, es virtualmente la embajadora de Grecia en el mundo. La música tiene otra virtud extraña: no desocupa la mente: muchos ancianos, incluso aquellos con Alzheimer, aún recuerdan melodías que cantaban cuando niños.
Nino Rota, otro gran compositor italiano.
Trabajó para muchos films de Fellini,
Imagen tomada de IMDb.
Ennio Morricone estará ahora junto a otras lumbreras italianas del pentagrama, como Puccini, Pergolesi, Bellini, Rossini, Verdi, Respighi, Monteverdi, Battisti, Scarlatti (los varios Scarlatti), Corelli, Albinoni, Palestrina, el gran Vivaldi,... y también su colega Nino Rota, otro grande compositor del cine. Sus obras no son menores por tratarse de «acompañar» películas (desafortunado calificativo). Su música fue compuesta de forma exquisita para enaltecer una historia, tal como sucede en la ópera; no como simple «acompañamiento», algo que se adiciona «de paso». De ellas, la mayoría son piezas trascendentales porque se crearon con el alma y la mente en perfecta armonía. Por cierto, ¡qué cantidad de músicos italianos fantásticos!
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