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07 enero 2012

Oriana – Fina Torres (1985)




Dejemos las cosas del pasado en el pasado


Hacia el final de la “época de oro” del cine venezolano, irrumpe desde el exterior esta cinta aclamada en diversos festivales internacionales. De la mano de Fina Torres se nos presenta esta película de excepción dentro de la historia cinematográfica venezolana. Constituye, junto con Araya, de Margot Benacerraf, las dos películas venezolanas más acabadas y más premiadas. Quizás no las más vistas por el público, pero son las mejores. Oriana solo la he visto dos veces: en su estreno en cine en 1985, y recientemente para escribir estas notas. Luego de 26 años, ha sido todo un placer volver a degustar esta hermosa película, pobremente calificada en IMDb. El hilo narrativo es lineal, pero se presenta en cuatro tiempos, tres de ellos en analepsis (Oriana niña, adolescente, adulta y ya fallecida). Cada uno hace aparición según se requiera, de acuerdo a los recuerdos de personajes, a objeto de que el espectador reconstruya la historia paso a paso, hasta el sorprendente final.




María (interpretada por Daniela Silverio), sobrina de Oriana (personaje interpretado por Hanna Caminos en la niñez, Claudia Venturini en la adolescencia, y por la inolvidable y hermosa Doris Wells en la madurez), viaja desde Francia para vender la hacienda que ha heredado de su tía. María había visitado a su tía unos diez años antes, siendo adolescente (y Oriana adulta). A medida que María recorre la derruida casa, recuerda pasajes de cuando estuvo de visita. Durante el desarrollo de la historia, se presentan escenas de cuando Oriana era niña, de cuando era adolescente y de la visita de María a la Oriana adulta. Al final del recorrido, intentando hacer el inventario de las pocas cosas servibles que aún quedan, María (al igual que el espectador) se da cuenta de la historia que está detrás de las oscuras frases y respuestas de su tía y de la empleada Fidelia (Mirtha Borges), y resuelve no vender la hacienda... porque tiene lo que se podría llamar un dueño natural. Oriana fue víctima de la férrea moral victoriana de su padre, y su amor por su contemporáneo Sergio, criado desde niño en la hacienda, dio paso a su triste vida posterior.


La hermosa Doris Wells

La también hermosa Claudia Venturini

La película tiene una escenografía espectacular, obra de Asdrúbal Meléndez, quien también actúa en la película. Todas las interpretaciones son excelentes. La ambientación, la fotografía y el vestuario fueron muy cuidados, prácticamente impecables, y evocan los principios del s. XX, época que imaginamos, pero no conocimos. El papel de Rafael Briceño, como el padre tiránico, le sienta como anillo al dedo, pues este actor ya había interpretado al general Juan Vicente Gómez, personaje similar. La cadencia temporal del film permite que la película sea “saboreada” mientras se la ve.

Solo resta por comentar la moral victoriana de principios del siglo pasado y que tenía preceptos morales basados en creencias y mitos, como el de la raza o el de la condición socioeconómica. Muchos de esos mitos ya estaban superados en los círculos más cultos de las grandes ciudades, pero tardó prácticamente generaciones en llegar a los pueblos del interior de Venezuela. Esa moral, enclavada en lo que se llama la modernidad, arrastraba algunas creencias tan antiguas como el Medioevo, y fue desplazada por la postmodernidad, hasta la aparición de la globalización o transmodernidad. Pese a todo ello, aún hoy perduran algunos elementos medievales en nuestra cultura (cultura de refranes o prejuicios raciales), mezclados con algunos transmodernos (unión legal, mal llamado matrimonio, entre homosexuales).




Ficha técnica: Imagen: Jean-Claude Larrieu, Montaje: Christiane Lack, Escenografía: Asdrúbal Meléndez, Concepto de vestuario y ambientación: Fina Torres, Guión: Fina Torres (inspirado en un cuento de Marvel Moreno), Co-guionista: Antoine Lacomblez, Música original: Eduardo Marturet, Música complementaria: Fauré, Beethoven, Bach.

Una crítica interesante sobre esta película está en este enlace.


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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

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