Imagen tomada de IMDb.
En busca de la libertad
África mía cuenta con un
reparto de primera: Robert
Redford, Meryl Streep
y Klaus Maria
Brandauer, todos en el mejor momento de sus carreras, dirigidos por el gran
cineasta Sydney Pollack.
Destaca la actuación de la estupenda actriz Meryl Streep. Esta cinta, basada
en la autobiográfica Memorias
de África, de Karen
Blixen (alias Isak Dinesen), que se llevó el Óscar al mejor film en
1985, nos narra la historia de una aventurera (Karen) que buscó en África lo
que la victoriana (asfixiante) sociedad inglesa no le ofrecía: la libertad, la
autorrealización. A pesar de un matrimonio por conveniencia con su primo
(interpretado por K. M. Brandauer),
Karen logra encontrar el verdadero amor en Denys (Robert Redford), un bohemio
cazador, que le enseña a África, tal como él la ve: un lugar donde la
naturaleza impone sus reglas, bajo las cuales el Hombre debe regirse si no
quiere ser víctima del entorno, un sitio al cual querer tal cual es, pero que a
cambio te brinda libertad. Ella, a lo largo de su estadía, feliz a veces, e
ingrata otras, logra compenetrarse con la gente y el entorno de Kenia, y a profesar verdadero
amor por esa tierra. En el ínterin, se separa de su esposo (interpretado por
Brandauer), quien le contagió sífilis.
La historia nos ofrece momentos
de verdadera reflexión sobre la vida, el sentido de la misma, las relaciones
amorosas, la lucha contra el medio ambiente y sus tiránicas leyes, el devenir
de los seres vivos, en particular del Hombre, y la libertad. De antología son las
escenas en las cuales Streep y Redford vuelan sobre la sabana africana, en
donde se conjugan la libertad de ellos con la libertad de las manadas de
animales, en una armonía inigualable. A la muerte de él, en un accidente de
aviación, ella ya no le consigue sentido a su permanencia en dicho continente y
se regresa a su patria. Nos imaginamos que con todo el pesar del mundo, pero
con la satisfacción de hacer realidad la aventura de haber vivido en un lugar
tan primitivo, pero donde su Ser alcanzaba la plenitud, rodeado de momentos de
verdadera felicidad. Pero los problemas existenciales van en la valija, adonde
vaya su dueño. La reubicación geográfica funge de evasor temporal de la
realidad, tal como el licor. El rollo no se queda cuando el propietario se muda,
acompaña a su amo.
Intentando entrar en la
protagonista de esta historia, lo más que podemos, entendemos que no se
adaptaba a su sociedad nativa y tuvo que buscarlo en otras latitudes. Pero,
¿era solamente la libertad lo que buscaba? Pregunta pertinente porque una vez
muerto su gran amor, quebrada financieramente, divorciada, regresó a sus orígenes.
No solamente era la libertad, también el amor, el amor en libertad, la
autorrealización, la independencia económica. En su momento de plenitud tuvo
todo esto, y al final nada de esto. Así mismo es la vida, al final la nada,
esa nada de Heidegger, que
es la nada de todos.
Con el paisaje de la exótica África
como escenografía de excepción, una historia bien narrada y dirigida, que
entretiene y llama a reflexión, buenas fotografía, vestuario, sonido, montaje y
música, esta película es, sin duda, una de las grandes producciones de
Hollywood, con el sello que caracteriza a las buenas películas norteamericanas:
atractiva comercialmente, pero con contenido no trivial. Claro, Sydney Pollack. Creo que ya es un
clásico.
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