Película con intertítulos en español aquí.
Las tropelías de la Iglesia
La pasión
de Juana de Arco es una de las joyas del cine mudo. Proscrita por la
Iglesia Católica, uno de los 3 rollos originales fue rescatado de un manicomio
noruego en 1981; los otros dos habían desaparecido. Carl Theodor Dreyer
elaboró esta película con el uso intensivo de los primerísimos
primeros planos (close-up), lo
cual le imprime un dramatismo de excepción. La dirección actoral, la minimalista
escenografía y la fotografía fueron sumamente cuidadas (a excepción de una
escena donde un sacerdote porta anteojos modernos, pese a que la acción se
desarrolla en 1431, único gazapo que pude observar). Las actuaciones son
soberbias, destacando notablemente la de la protagonista María Falconetti, cuya
caracterización de Juana
de Arco es legendaria y, debido a que la película es muda, la actuación se
basa en el lenguaje gestual, de primera en este caso. Su actuación en este film es considerada una de las mejores del cinema. Ningun actor fue maquillado, de acuerdo a los lineamientos de Dreyer. Esta cinta tiene, además, encuadres y movimientos de cámara totalmente innovadores para la época.
Luego de la II Guerra Mundial, cada
vez las monstruosidades nos causan menos escozor. Solo en el s. XX se han
asesinado alrededor de 150
millones de seres humanos en genocidios (China,
URSS, II Guerra Mundial, Congo Belga, Japón, África, Armenia, etc.). El proceso
y condena de Juana de Arco no es más que otro asesinato de una persona
inocente. Pero, debido a que fue en Francia, en la baja Edad Media, la acusada
era mujer e inocente, además de ser relevante históricamente, fue relativamente
bien documentado, la Iglesia estuvo involucrada, y la fe religiosa jugó un
importante papel, es un caso muy famoso y muy digno de estudio. Puede uno
centrarse en que fue un proceso viciado, en la hermenéutica de los
interrogatorios, o en el asunto de la fe cristiana y las tropelías de la
Iglesia. El film da a entender, de manera subliminal, que las autoridades
actuaron de mala fe, lo cual es coherente con los hechos históricos. Para analizar
los interrogatorios requeriríamos del expediente en sí, ya que es poca la
información que sobre ellos suministra la película. Pero se puede disertar
sobre el tercer aspecto: la fe y las tropelías de la Iglesia.
Este fue un caso de una muerte
consentida, un asesinato con la anuencia de la víctima, como el de Sócrates, el de Jesucristo, o el de Nina
Sayers en El
cisne negro, película comentada en este blog. Una muerte necesaria, debido
a que los rígidos principios que conducen la vida de la víctima, son superiores
a su amor propio. Son casos realmente loables de la Historia. Juana, luego de firmar una
confesión que era falsa se retractó, lo cual la llevó a la hoguera. Galileo fue, para beneficio de
la ciencia, menos rígido con sus principios y accedió a confesar que él estaba
en un error, lo que le valió solamente la casa por cárcel de por vida debido a
la sospecha por herejía. Al igual que ocurrió en Jerusalén en el año 30 (aprox.),
las autoridades religiosas condenan a muerte a quien dice ser hijo de Dios, o
enviado de Dios. ¿Envidia? No, herejía (¡?). Recuerdo que durante la formación
religiosa católica se nos decía que todos somos hijos de Dios (¡?).
La Iglesia, incluyendo la
Católica, ha cometido tantos atropellos a lo largo de su historia, que hoy en
día le costaría muchísimo volver a tener la aceptación o aprobación popular que
tuvo durante la Edad Media. Si bien muchas de sus enseñanzas son una guía para
el correcto comportamiento de los individuos en sociedad, y refuerzan su código
moral, también han ocurrido desaciertos e incluso delitos que son
imperdonables. Su silencio durante la ocupación de Roma por los nazis y durante
la II Guerra Mundial en general, los sacerdotes pedófilos, los negocios turbios
asociados a la Santa Sede, son solo algunos indicadores negativos de reciente
data. Durante la Edad Media no fue mejor. Los reyes les quitaban impuestos a los
ciudadanos, para sus lujos, y a éstos le quitaban recursos los Papas, también
para sus lujos. Hubo mucha corrupción a nivel papal, especialmente durante el Renacimiento. De todas las
barbaridades de la Iglesia, la Inquisición ha sido la
más macabra.
La inquisición, cuadro de Francisco de Goya.
La Inquisición, hija de la intolerancia
religiosa, es una suerte de mezcla entre la razón instrumental aplicada a
delitos de fe y el totalitarismo fundamentalista que resguarda un dogma
axiomático arbitrario y sin basamentos racionales. El que no se ajusta al dogma
es un hereje, un delincuente. Luego del triunfo (relativo) de la razón, a raíz
de los descubrimientos que se iniciaron en el Renacimiento, la ciencia se despegó
del dogma cristiano. La Iglesia, luego de cinco siglos, aún no se recupera del
golpe duro que le asestó la razón a la fe. De hecho, ambos discursos son
fundamentalmente divergentes. La Doncella de Orleans fue una hereje a los ojos
de la Inquisición, que era la institución que ostentaba el poder. No menos
arbitrarios siguen siendo hoy, a seis siglos de distancia, muchos procesos. Por
mencionar algunos: los juicios callejeros con sentencia pre establecida que
realizó en Cuba el Ché (quien,
en lugar de morir por un ideal, mató por
un ideal), asesinando a todo el que pensaba distinto que él, los asesinatos
durante la triste y brutal revolución bolchevique bajo la dirección de Lenin, Stalin y sus sucesores, o en
China bajo el de Mao, también el
Holocausto y todos los
genocidios, y todos los sistemas totalitarios, como los actuales en Cuba, Corea
del Norte y otros países. El problema con las ideas y los ideales, y que me
perdone Platón, es que no
solo sirven para construir, sino para destruir. Pero eso no es culpa de las
ideas y de los ideales, es culpa de los hombres.
La Pucelle fue santificada en 1920, y es la patrona de Francia. Un
gran filme de la época del cine silente, que nos recuerda las arbitrariedades y
tropelías que han ocurrido a lo largo de la Historia, especialmente aquellas que se cometieron desde las más altas esferas
del poder y tuvieron como víctimas a personas indefensas e inocentes.
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