Ladrón de bicicletas – Vittorio De Sica (1948)

Tráiler (en inglés)

Si algo puede salir mal, saldrá mal

Edward A. Murphy Jr.

Cuando el pobre lava, llueve.

Es por todos conocidos que, luego de la barbarie de la II Guerra Mundial, los países europeos quedaron prácticamente en ruinas. Italia, que había visto momentos de seudo-gloria bajo el dictador fascista Benito Mussolini (il Duce), estaba igualmente en ruinas. No había comida, ni trabajo, ni ilusiones, ni motivaciones, ni esperanzas. En medio de este negro panorama (una nueva realidad) nació el neorrealismo italiano, movimiento cinematográfico que registró lo que se veía en las calles: la vida de las personas corrientes. Incluso empleó a actores no profesionales para ello, para lograr más realismo en las cintas. El movimiento fue iniciado con la película Ossessione (Obsesión), del aristócrata Luchino Visconti. Maestros como Roberto Rossellini y Vittorio De Sica se incorporaron inmediatamente a esta tendencia. Los primeros pasos de Federico Fellini (Fefe) en el cine, el más alto exponente del séptimo arte italiano, que fue asistente de Rossellini, tienen el sello de la escuela neorrealista.

El Plan Marshall se inició en 1947 y se prolongó por 4 años. Los países objeto del plan tardaron más de 4 años en reconstruirse y en volver a ser lo que eran antes de la guerra. Aún con esta ayuda, las condiciones de vida eran precarias, por lo que muchos europeos emigraron y reiniciaron su vida fuera de Europa, principalmente en América. Como nota marginal, se puede comentar que el monto del plan era 13.000 millones de dólares de la época, grosso modo 80 mil millones de dólares actuales (2011). Con este plan, 18 países: Alemania Occidental, Austria, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Trieste, Noruega, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza y Turquía salieron de la desolación y emprendieron el camino del desarrollo en el que se encuentran hoy. Venezuela ha recibido esa misma cantidad de dinero, por venta de petróleo, muchas veces, es decir, muchos planes Marshall (solo en la última década ha recibido 10 planes Marshall, 1 por año), y se encuentra a años luz del desarrollo de los países europeos. De manera que, antes de sentenciar que somos un “país rico”, debemos pensárnoslo  dos o más veces; e igualmente se debe repensar en qué consiste la riqueza. Fin de la nota marginal.

La trama describe la búsqueda de una bicicleta que le han robado al protagonista, y la cual es un elemento primordial para su subsistencia y la de su familia. Posteriormente, éste opta por robar una bicicleta, pero lo atajan a tiempo y por poco va a parar a la cárcel, de no ser porque el dueño retira los cargos. Al final, nada. Se retira a su casa con su hijo, que lo ha acompañado en la odisea por Roma, sin bicicleta, sin trabajo, sin esperanzas. En su desesperación por recuperar su único bien material preciado, nuestro protagonista abandona tímidamente el valor moral de no robar, pero es detenido por el muro social que le impide hacerlo impunemente. Se podría decir mala suerte la de él, pues quien le robó a él no fue detenido ni castigado. Sócrates diría que buena suerte la de él, que no logró violentar la norma, y la sociedad se la recordó sin condenarlo, y mala suerte la del que le robó a él porque es una persona que no es justa. Desde un punto de vista existencial, diríamos que mala suerte la del ladrón, porque no es libre, mientras que nuestro personaje sí lo es. Usted, amigo lector, decida. El robo, en cualquier caso, significa: irrespeto por las normas y por el prójimo; incapacidad: incapacidad de lograr lo que se necesita por medios propios; y envidia: yo quiero lo que aquél tiene, como no puedo lograrlo (incapacidad), se lo robo (irrespeto).

Ladrón de bicicletas ha figurado en varias listas entre las 10 mejores películas del cinema. Como película neorrealista, la puesta en escena, la actuación, y demás elementos cinematográficos, son precarios como la vida en esa época. Era esta forma de hacer cine la premisa del neorrealismo. El pesimismo que la película proyecta es simplemente desgarrador. Pero ¿es ficción acaso? La historia (el argumento) puede ser ficción, pero en la vida real ocurrían cosas peores. Luego de ver la película, no es recomendable leer un libro de Ciorán, Leopardi, Kierkegaard,  u otro pesimista, para no caer en una depresión existencial :) Uno de los aspectos más importantes de Ladrón de bicicletas es que, a pesar de ser pesimista, también es inobjetable. Para ese momento, la solidaridad entre iguales, la caridad, no tenían cabida. El egoísmo, la supervivencia animal era la ley. Nos muestra la Italia de postguerra con la gran maestría del prolífico director italiano Vittorio De Sica.