Vídeo con imágenes de las tres películas de la saga.
Una película que uno no puede rehusar ver
Una producción de anécdotas
Durante el rodaje de El padrino
(el de la primera película de la saga de tres, en 1972), su director Francis Ford Coppola
tuvo toda suerte de obstáculos, en virtud de que la película tocaba, y más de
cerca de lo que se toleraba, puntos delicados del bajo mundo delincuencial de
Norteamérica. En efecto, se hace alusión a una estrella del espectáculo (supuestamente
Frank Sinatra) relacionada
con la mafia, específicamente
la siciliana, y de policías, jueces y políticos corruptos, comprados por la
mafia. Hubo mucho revuelo, protestas incluidas, paralización temporal del
rodaje, intentos de detener la filmación por completo. Incluso hubo reclamos de
supuestos miembros de la mafia, y amenazas. Insólito. Eso era parte del Estados Unidos de
los 70’s. A pesar de ser una sociedad altamente desarrollada y con estándares de
vida excepcionales, todavía hoy quizás tenga problemas similares.
También hubo problema con la
ficha técnica: algunos directores no querían hacer el trabajo, el
comportamiento de la estrella del film, el excepcional actor Marlon Brando, era
prácticamente insoportable para los estudios cinematográficos. Coppola confesó, en esos días,
que fue toda una pesadilla la filmación. Más anécdotas relativas al film en este enlace.
Los actores y demás elementos
fílmicos
Esta extraordinaria película
cuenta con un reparto que, si bien para la época no eran todos consagrados,
eran actores que hicieron un trabajo de antología. Apartando el magnífico
trabajo de Marlon Brando (que caracteriza a Don Vito Corleone), tenemos
una serie de actores cuyo desempeño, lejos de desmerecer, engrandecieron la
obra, y muchos son hoy estrellas del séptimo arte: el gran actor Al Pacino, Robert Duvall, James Caan, Talia Shire (hermana del
director), una joven y bella Diane
Keaton, el hoy desaparecido John Cazale, entre otros.
El film estuvo tan bien dirigido que todos ellos realizaron actuaciones de
primera categoría. Destacan la mimetización de Brando para imitar la voz y los
gestos de un sosegado mafioso (para lo cual se colocó algodón dentro de la
boca), y la metamorfosis de Al
Pacino (Michael), de
joven casi adolescente, virginal, cándido y distante de los negocios de la
familia, al capo sanguinario del final de la historia. Los demás elementos
fílmicos destacan de igual manera. Se logró una ambientación impecable,
vestuario, etc. Nada que criticar en cuanto a esto. La música, también
excepcional, corrió a cargo del legendario Nino Rota, ya mencionado en
los comentarios de otros filmes en este blog. El llamado tema de amor del film
es ya un clásico, al igual que la película. El padrino, y sus hacedores,
merecidamente ganaron muchos premios por su trabajo. Esta cinta tiene ya 40
años de estrenada, y su libreto está basado en la novela homónima de Mario Puzo.
La moral de los delincuentes
La película nos habla de diversos
temas, todos pertinentes e importantes, que llaman a reflexión.
Dice el comentario de Wikipedia:
Esta película presenta un retrato
preciso y profundo de una época y un ambiente, pero sobre todo es una crítica
subrepticia a la sociedad norteamericana, las relaciones intrafamiliares, la
práctica política y sus esquemas morales tratados sutilmente como trasfondo del
guion mediante asuntos relativos al mundo de la mafia, la inmigración, la
relación de pareja, los sistemas de dominación familiares, la violencia
criminal y su asociación política, etc.
Tocar todos esos temas podría
llevarnos un libro. De manera que, siendo la moral uno de los más tentadores e importantes,
se puede comentar sobre él.
Tanto en la literatura como en el
teatro y el cine, el lector, o el espectador, siente simpatía por los más
variopintos personajes, entre ellos algunos personajes de mala conducta. Es un
recurso discursivo basado en el pathos. El mismo discurso
que utilizaba Hitler, Mussolini, Lenin, y muchos otros carismáticos
dirigentes pasados y presentes, y todos los candidatos a algo. También es el discurso de los medios de comunicación de masas, para enamorarnos del producto o del personaje B y odiar el C. Los opositores hacen lo posible para que amemos el C y odiemos el B. Al racionalizar
ese discurso, uno cae en cuenta de que los personajes en cuestión no deben ser
dignos de nuestro aprecio. Me refiero a los personajes de las formas de arte
mencionadas, aunque también aplica a muchos personajes reales. Digo esto porque
no es raro que uno sienta simpatía por el rebelde de la película, el que se
desgarra las vestiduras para ir contra el sistema, o el tierno delincuente que es
perseguido por un policía malo. Así, entre malos, el menos malo es el más
simpático (similar a como se decide el voto electoral en muchos países). Don Vito Corleone y su
hijo Michael son nuestros héroes en esta historia, porque responden a las malas acciones
de los otros malos. Si fuesen ellos quienes las iniciasen, seguramente pensaríamos distinto.
Si acordáramos definir la ética(1) como la herramienta para estudiar la moral, o los códigos morales, veríamos a
las relaciones entre hampones regirse mediante una suerte de código (algunos lo
denominan, injustamente, código de honor). La pregunta –ética- es: ¿constituye esto
un código moral? Supongamos que sea un código moral, entendiendo que el código
moral son los lineamientos que dirigen las acciones de los individuos. Siendo
así, podríamos diferenciar el código moral de los mafiosos de los demás códigos
morales que coexisten en una sociedad. Los mafiosos sellan los acuerdos con
palabras, pero los violan con acciones; la pena de una falta es
desproporcionada respecto a la falta o, cuando el que incumple es afortunado,
se le aplica el castigo de acuerdo a la Ley del Talión,
bastión de la venganza. No hay juicio previo a la sentencia. Es un medio
anárquico desde el punto de vista jurídico. Y ya se llegó a lo jurídico desde
lo moral; lo que nos da una idea de que sí puede haber relación entre el
derecho y la moral, tal como lo señalara Carlos Santiago Nino.
Esta dicotomía entre la moral y el derecho, se me antoja muy parecida a la que
hay entre moral y política en Maquiavelo (en
el Maquiavelo de El
Príncipe). “El fin justifica los medios” sería un buen lema para los
Corleone y demás delincuentes de esta monumental película.
Como decía, es natural que en una
sociedad más o menos poblada, haya diversos códigos morales que tienen áreas de intersección unos con otros. Si mantienen similitudes (muchos puntos en común), la sociedad
es funcional; de lo contrario, será disfuncional. Manteniendo una posición
intermedia entre el liberalismo y el comunitarismo, podríamos enunciar –sin
miedo a equivocarnos groseramente- que no hay conflicto mientras las acciones
de uno no perjudiquen a muchos, y las de muchos no perjudiquen a uno. Si en lugar
de “uno”, colocamos “algunos”, la frase no pierde sentido. ¿Me perjudica que solo
se maten entre ellos? Aparentemente no, pero hay daños indirectos: el asesinado
puede tener una familia inocente que recibirá, con su muerte, un daño irreparable; o pueden
morir inocentes en la disputa. El asesinato está tan lejos de ser modelo de
comportamiento como pueda estar, por mucha “honra” que haya detrás de él.
Si se sigue este hilo argumental,
no dudo que se llegaría al imperativo
categórico kantiano. Para hacerlo corto, recordemos una de las derivaciones
del más célebre de los códigos morales: los 10 mandamientos:
quiere al prójimo como a ti mismo. No hay que tomarlo literal y taxativamente; quizás
suene mejor: pórtate con otros como quieres que se porten contigo. Se trata de
que mis derechos terminan donde comienzan los del otro, de que tenemos que “portarnos
bien” unos con otros para vivir en sociedad pacíficamente. Hacer abstracción de "el infierno son los otros" de Sartre. De eso se trata. De respeto al otro, aunque el otro sea "un infierno". Recordemos que para "el otro", uno es el infierno.
Una de las grandes virtudes de
esta película, es que es una superproducción de la mejor calidad estética,
cuenta con actuaciones y demás elementos fílmicos excepcionales, tiene
planteamientos morales dignos de reflexión, y es accesible a todo público,
gracias a que, lejos de tener un lenguaje cinematográfico de difícil digestión,
es un espectáculo que atrapa y entretiene. Hay muchas películas que pertenecen
a esta categoría: Lo
que el viento se llevó, Lawrence
de Arabia, Doctor
Zhivago, Titanic,
Gladiador,…
todas grandes películas, a las cuales sería más que mezquino –y erróneo- tildar
de meras “películas comerciales”. Stanley Kubrick
comentó, en una ocasión, que El
padrino (la primera de la saga) era quizás la mejor película jamás hecha.
Hay listas de las mejores películas de la historia del cine (las llamadas top ten) que incluyen a El
padrino, tanto la I como la II,
en los primeros lugares, tal como la que figura en este blog (actualmente), tomada del sitio web
del BFI.
La saga
Coppola hizo tres películas de
esta saga, denominadas El padrino, El
padrino II (dos años luego de la primera) y El padrino III (18 años luego de la primera). En este caso soy de la misma
opinión que la crítica especializada, en calificar las dos primeras como las
mejores. Si hubiese que descartar dos, entonces me quedaría con la primera. En
la primera película se muestra un Don Vito (Marlon Brando) en la plenitud de su
ejercicio de capo de la mafia y el relevo a la generación siguiente: Al Pacino,
Michael en el libreto. En la segunda película, en la que también figura el gran
Robert De Niro, como
Don Vito recién llegado a América, se recurre a la analepsis para mostrarnos el
pretérito en el que Don Vito daba sus primeros pasos como mafioso en Nueva
York, y sus inicios en el pueblo Corleone, en Sicilia. En esta segunda parte,
Michael (Al Pacino) intenta legalizar los negocios de la familia Corleone y,
entre otros eventos, asesina a su hermano mayor Fredo (John Cazale), se consolida como
el capo mayor de la mafia, se enfrenta a una comisión del Senado que lo
investiga por los ilícitos, y su matrimonio con Kay (Diane Keaton) se desploma.
El reparto es prácticamente el mismo que el de la primera película, excepto los
personajes que murieron en ésta. De la tercera parte se puede comentar que las
actuaciones son incluso mejores, ya que los actores que repitieron (Al Pacino, Talia Shire y Diane Keaton) y otros actores de renombre que se incorporaron (como Raf Vallone, George Hamilton o Eli Wallach)
ya eran veteranos del arte histriónico para entonces, y los actores nuevos
también lo hicieron muy bien, como Sofía Coppola, hija de
Francis, o Andy García.
A pesar de ello, vista globalmente, como una totalidad, no es de la calidad de
las anteriores. Para las tramas completas, consúltense este enlace
para la primera película, este
para la segunda, y este
para la tercera.
Discriminación de género
Como tópico marginal curioso, se
puede comentar que la película adolece de cierta discriminación hacia la mujer, al igual que la
parte II. Ninguna mujer juega un papel ni siquiera medianamente relevante. El mundo
de los gánsteres es muy machista para fortuna de las féminas (en el sentido
que ellas no intervienen directamente en los asesinatos y las vendettas), aunque deben soportar los maltratos de sus violentas parejas. Con mucho
temor, Kay reacciona ante Michael en la parte II de la saga, y éste la
destierra quitándole el acceso a los hijos. En la tercera parte se reivindica
a la mujer, y éstas presentan un protagonismo menos tímido que en las dos
historias previas. Incluso la hermana de Michael, Connie (Talia Shire), asesina
a un capo de la mafia, con el arma preferida de las mujeres: el veneno.
Sin duda es una película que
nadie puede rehusar verla, parafraseando a Don Vito Corleone respecto a su
propuesta de negocios(2). Es una obra de arte magistral.
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(1) Si
bien hay varias definiciones de ética, podemos tomar una u otra como base según
el contexto.
(2) I'm going to make him an offer he can't refuse = Le haré una oferta que no podrá rehusar. La oferta se la hace a un directivo de un estudio cinematográfico para que incluya en el reparto de una película a su ahijado Johnny Fontane (personaje presuntamente inspirado en Frank Sinatra) a cambio de protección ante las “dificultades laborales que se avecinan”. El director del estudio se rehúsa y responde iracundo a la oferta. Al día siguiente amanece en su cama la cabeza de uno de sus caballos, valorado en 600.000 dólares. Jhonny consigue el papel en la película.
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