Imagen del póster en IMDb.
¿Y si...?
¿Y si la vida no fuese contingente?
Manni (Moritz Bleibtreu) vende unos diamantes robados y pierde la bolsa que tiene el pago de cien mil marcos en el metro. Llama a su novia Lola (Franka Potente) pidiéndole su ayuda; tiene solo veinte minutos para entregar el dinero a su jefe mafioso, de lo contrario puede perder la vida. Lola sale corriendo y, en el camino, piensa qué hacer. Acude a su padre, que es banquero, con la esperanza de obtener el préstamo. Son tres películas en una, pues muestra tres posibilidades de desarrollo de las acciones para la misma trama básica. Las tres carreras se detallan en este enlace.
La acción transcurre a un ritmo trepidante, de vértigo, apuntalada con una música que acompaña a la velocidad con la que Lola se desenvuelve. Cada una de las tres opciones ocurre con sutiles diferencias en el inicio que se van acumulando a lo largo de los veinte minutos de frenética carrera hacia un final muy distinto uno del otro. Incluso los adelantos que se dan de las vidas de personajes secundarios que se topan en el camino de Lola (en imágenes fijas mostradas de forma muy rápida), son radicalmente distintos para cada caso. Es un ejercicio cinematográfico pero que muy interesante el que ha hecho Tom Tykwer, quien también escribió el guion. A pesar de que muchas escenas (y secuencias) son repetidas, no aburre volver a verlas porque casi siempre hay diferencias, a veces sutiles y a veces radicales. En el desenlace final, la diferencia puede ser la vida para uno y la muerte para otro o para ninguno o para ambos. Contingente como la vida misma.
Como ejercicio fílmico es novedoso e interesante. La trama, en sí, no interesa, pero deja en evidencia lo contingente de nuestras vidas, lo azaroso y cambiante. Lo cuántico, lo tanto que tiene de gato de Schrödinger, a pesar de que haya sucesos que sean efecto de otros que son causa. Tal parece que nuestra vida se debate entre un determinismo cartesiano y un probabilismo cuántico, con la incertidumbre heisenbergiana de por medio. Deja al descubierto que una pequeña diferencia en algún evento desencadena consecuencias muy distintas. Las diferencias entre eventos pueden ser exógenas al individuo o endógenas, no importa, lo que importa es que cambia los acontecimientos aguas abajo. Quizás sea eso lo que Tykwer haya querido significar con este filme. Es una perogrullada, todos sabemos que nuestras vidas pueden ser muy distintas dependiendo de pequeños hechos que se suceden y trastocan a los hechos posteriores, pero no se había realizado de esta forma, en el mundo cinematográfico y con tanta maestría.
En lo que refiere a la técnica, esta película es impecable. Presenta animación, fotografía fija y cinematógrafo, excelente música y cadencia galopante (salvo algunas escenas que ameritan la serenidad del tempo normal y pausado), buenas actuaciones y concordancia exacta, precisa de los acontecimientos similares —pero no idénticos— que se repiten. Inolvidable película.
La acción transcurre a un ritmo trepidante, de vértigo, apuntalada con una música que acompaña a la velocidad con la que Lola se desenvuelve. Cada una de las tres opciones ocurre con sutiles diferencias en el inicio que se van acumulando a lo largo de los veinte minutos de frenética carrera hacia un final muy distinto uno del otro. Incluso los adelantos que se dan de las vidas de personajes secundarios que se topan en el camino de Lola (en imágenes fijas mostradas de forma muy rápida), son radicalmente distintos para cada caso. Es un ejercicio cinematográfico pero que muy interesante el que ha hecho Tom Tykwer, quien también escribió el guion. A pesar de que muchas escenas (y secuencias) son repetidas, no aburre volver a verlas porque casi siempre hay diferencias, a veces sutiles y a veces radicales. En el desenlace final, la diferencia puede ser la vida para uno y la muerte para otro o para ninguno o para ambos. Contingente como la vida misma.
Como ejercicio fílmico es novedoso e interesante. La trama, en sí, no interesa, pero deja en evidencia lo contingente de nuestras vidas, lo azaroso y cambiante. Lo cuántico, lo tanto que tiene de gato de Schrödinger, a pesar de que haya sucesos que sean efecto de otros que son causa. Tal parece que nuestra vida se debate entre un determinismo cartesiano y un probabilismo cuántico, con la incertidumbre heisenbergiana de por medio. Deja al descubierto que una pequeña diferencia en algún evento desencadena consecuencias muy distintas. Las diferencias entre eventos pueden ser exógenas al individuo o endógenas, no importa, lo que importa es que cambia los acontecimientos aguas abajo. Quizás sea eso lo que Tykwer haya querido significar con este filme. Es una perogrullada, todos sabemos que nuestras vidas pueden ser muy distintas dependiendo de pequeños hechos que se suceden y trastocan a los hechos posteriores, pero no se había realizado de esta forma, en el mundo cinematográfico y con tanta maestría.
En lo que refiere a la técnica, esta película es impecable. Presenta animación, fotografía fija y cinematógrafo, excelente música y cadencia galopante (salvo algunas escenas que ameritan la serenidad del tempo normal y pausado), buenas actuaciones y concordancia exacta, precisa de los acontecimientos similares —pero no idénticos— que se repiten. Inolvidable película.
Imagen del póster en Filmaffinity.
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Artículo en Wikipedia:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0130827
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film531259.html
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