Imagen del póster en IMDb.
Derecha e izquierda, arriba y abajo.
Raffaella Pavone Lanzetti (Mariangela Melato) es una millonaria que veranea junto a sus amigos en un yate por el mar Mediterráneo. No cesa de hablar de las virtudes de su clase social y de los defectos del proletariado; es una anticomunista a ultranza; más que el resto de los burgueses que la acompañan. Es insoportable; no está conforme con nada de lo que la servidumbre le ofrece: la pasta está pasada, no está al dente; el agua no está fría; el café es recalentado; no aprecia nada. Además, tiene incontinencia verbal.
Raffaella, la «puta industrial», en su medio: el yate
con todas las comodidades y la servidumbre a sus pies.
Imagen tomada de IMDb.
Uno de los marineros, Gennarino Carunchio (Giancarlo Giannini), comunista convencido, no la soporta; evita responderle de mala manera para que no peligre su trabajo. Una tarde, ella solicita que la lleven en un bote de goma para encontrarse con los compañeros y Gennarino es asignado para pilotarlo. Luego de navegar lo suficiente, el motor se estropea y quedan a la deriva, sin saber siquiera dónde están; con el agravante de que se hace de noche. Él advirtió de lo inconveniente de hacerse a la mar tan tarde. Las quejas de Raffaella son constantes, pero Gennarino no puede hacer nada, salvo aguantarla. Al día siguiente, divisan una isla en lontananza; él rema hasta llegar a ella; pero el bote se les malogra antes de arribar. El joven proletario explora la isla y concluye que está deshabitada: están solos. Esto lo cambia todo.
Gennarino no es capaz de reparar el motor. La señora
desespera para regresar al yate.
Imagen tomada de IMDb.
La lucha de clases
Raffaella continúa con su comportamiento de ama, ordenando que la ayude, que le dé comida y demás. Gennarino pronto se cansa de que ella pretenda mantener la continuidad del estatus previo de ambos y no solo reniega de ayudarla, la insulta, le pega, la humilla. Descarga sobre la compungida fémina todo el resentimiento acumulado del lumpemproletariado desde tiempos inmemoriales; invirtiendo las jerarquías y estableciendo la dictadura del proletariado en la isla. Si ella quiere comer, deberá trabajar, comenzando por lavarle los calzoncillos a él; no antes de obtener la aprobación de la nomenklatura para que trabaje, cosa que logrará solo si le besa la mano a su benefactor. La mujer soporta con gran estoicismo las vejaciones; sabe que la supervivencia está en manos del bruto con el que naufragó. Poco a poco, ella abandona la verborrea que la caracterizaba y se invierten los papeles de ama y esclavo por los de amo y esclava.
Si hubiese sido un proceso pacífico, sin «lucha de clases», el guion no tendría tanto atractivo, no sería tan potente. Pero la humillación de ella no solo responde al guion; también a la lógica: un individuo como Gennarino, carcomido por el resentimiento (producto de una envidia mal encauzada), no podría desaprovechar esta ocasión para purgar, a través de Raffaella, los pecados cometidos por la burguesía a lo largo de la historia; es más, su poca educación y madurez no le permitirían que fuese de otra manera.
La vida que ha llevado Gennarino le proporciona
más conocimientos y habilidades para sobrevivir.
Imagen tomada de IMDb.
Si hubiese sido un proceso pacífico, sin «lucha de clases», el guion no tendría tanto atractivo, no sería tan potente. Pero la humillación de ella no solo responde al guion; también a la lógica: un individuo como Gennarino, carcomido por el resentimiento (producto de una envidia mal encauzada), no podría desaprovechar esta ocasión para purgar, a través de Raffaella, los pecados cometidos por la burguesía a lo largo de la historia; es más, su poca educación y madurez no le permitirían que fuese de otra manera.
La irrupción del amor
En este proceso de inversión, él, que gusta de la hermosa mujer, abusa de ella, pero no llega a consumar la violación debido a que argumenta que así no, que ella deberá ofrecerse por amor a él, a su amo. De paso, aprovecha para despreciarla y humillarla de nuevo. Toda vez que Raffaella accede al sexo por iniciativa propia, las relaciones dan otro vuelco. Se establece, de forma gradual, una relación más amable y respetuosa, basada en el amor entre ambos. Construyen, en esa apartada y desolada isla, su mundo idílico, la utopía con la que soñó Tomás Moro; un adelanto de la Laguna azul, pero no cursi como la película de 1980, al sofisticado estilo de Lina Wertmüller. Cuando el sentimiento fue el pegamento entre los dos personajes, la política dejó de contaminar la relación. Todo iba muy bien, hasta que un día un yate enfilaba hacia la isla. Ellos hubieran deseado que no fuera así; estaban dispuestos a continuar con su vida de cavernícolas y anacoretas, pero el mundo no.
La humillación en sentido inverso: la burguesa le besa
los pies al lumpen. Imagen tomada de IMDb.
El amo y señor de los medios de producción de
la isla: la nomenklatura. Imagen tomada de IMDb.
La historia es una exploración de las relaciones humanas, en específico de las parejas, cuando el factor político entra en juego y cuando no lo hace. No tiene porqué ser así; es una posibilidad y no pretende la cineasta hacer didacticismo con ella; solo contar una historia factible en la que las relaciones de poder mutan entre los personajes hasta llegar al estadio más deseable, el de la concordia y respeto mutuo. Lo hace con un tino preciso para no pecar hacia ningún lado y mantener la trama entretenida, navegando entre el drama y la comedia sin ahondar (ni ahogarse) en ninguna de ellas más de lo necesario. Es un ejercicio de malabarismo para lograr un equilibrio perfecto entre los diversos componentes: unos actores principales (Melato y Giannini) ideales para el filme, que interpretaron con gran fuerza y expresividad a sus personajes; un entorno edénico; un guion espléndido, con giros, sin excederse de drama ni de comedia, sin pretender sentar cátedra; y un ritmo que nunca decae, siempre avanza hasta el final (muy lógico por lo demás). Extraordinaria película.
El proletario hace uso discrecional de la burguesa.
Imagen tomada de IMDb.
Pero hay un peligro: el enamoramiento.
Imagen tomada de IMDb.
El título de la producción es mucho más largo: Barridos por un extraño destino en el mar azul de agosto; algo por el estilo. Los títulos de las películas de la gran cineasta Lina Wertmüller son así de curiosos; incluso mucho más largos(1). Wertmüller también fue la guionista de este film. Es una de las grandes películas de esta importante directora italiana.
Imagen del póster en Filmaffinity.
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(1) Vamos, como su nombre: Arcangela Felice Assunta Wertmüller von Elgg Spanol von Braueich.
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Insólita aventura de verano; Barridos por un extraño destino en el mar azul de agosto; Swept away; Swept away by an unusual destiny in the blue sea of august; Travolti da un insolito destino nell'azzurro mare d'agosto.
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Artículo en Wikipedia en inglés:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0073817
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film778241.html
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Barridos por la marea
Imagen del póster en IMDb.
Barridos por la marea, por el público y por la crítica.
En el 2002, a Guy Ritchie se le ocurrió la infeliz idea de hacer un remake del filme de Lina Wertmüller. En español se tituló Barridos por la marea. En esta ocasión, los protagonistas serían su esposa para entonces, Madonna, y Adriano Giannini, hijo de Giancarlo Giannini. Lo único digno de comentar sobre este desastre de película es que: 1.- Recibió cinco (¡cinco!) premios Razzie en el 2002, incluyendo el de peor película. 2.- A la fecha de escribir esta nota tiene un artículo en Wikipedia en español mientras que la cinta de Lina Wertmüller, que es una película de verdad, no lo tiene. Increíble. 3.- Hay que ser valiente para verla completa.
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Barridos por la marea; Insólito destino; Swept away.
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Reseña en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0291502
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film615655.html
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