Imagen del póster en IMDb.
Sin piedad, el hombre es como una bestia.
Incluso si eres duro contigo mismo, sé misericordioso con los demás.
Le dice Masauji a su hijo Zushio.
La historia
Japón, Edad Media, período Heian (794-1185). El gobernador de la provincia de Tango (Masauji Taira) es exiliado por defender los derechos de los campesinos. Su esposa Tamaki (Kinuyo Tanaka), parte por separado con sus dos hijos, Zushio y Anju, de 13 y 8 años respectivamente, y con una sirvienta. El padre, antes de irse, le da un amuleto a Zushio: la efigie de la diosa de la misericordia, Kwannon. Tamaki y sus hijos no consiguen albergue y construyen una chabola con paja y ramas al pie de un árbol. Una vieja sacerdotisa advierte la presencia de ellos y los invita a pernoctar en su vivienda. La anciana es muy amable. Al día siguiente, les convence de continuar su viaje por el río en lugar de hacerlo por los caminos, que están plagados de delincuentes y traficantes de personas. En el río, abordan un bote Tamaki y la sirvienta; antes de que puedan reaccionar, el bote zarpa y los delincuentes toman a los niños y los suben a otro bote a la fuerza. La ancianita amable era compinche de los malhechores.
Tamaki con sus hijos Zushio y Anju. Atrás la
sirvienta. Imagen tomada de IMDb.
La tarde que no conseguían albergue, atravesando
un campo de espigas. Imagen tomada de IMDb.
La sirvienta se lanza al agua y muere. A Tamaki la venden para prostituirla en la isla de Sado. A los niños los venden a un déspota de nombre Sanshō (Eitarō Shindō), que administra el campo de trabajo de un señorío perteneciente a un ministro. El día que llegan, le hierran la frente a una mujer que quiso huir del campo de concentración. Ahí, se compadece de ellos el piadoso hijo de Sansho; pero de poco les servirá a ellos. Él solo les cambia el nombre para evitarles problemas. A Zushio lo nombra Mutsu-Waka y a Anju la llama Shinobu. Namiji, otra esclava, instruye a la joven Shinobu. Mutsu cae en las manos del capataz, un verdugo con el látigo y con las cuerdas vocales.
En la casa de la sacerdotisa delincuente.
Imagen tomada de IMDb.
Antes de abordar los botes.
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Los niños llegan ante Sanshō (de pie).
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Hay una elipsis de diez años. Mutsu (antes Zushio, interpretado por Yoshiaki Hanayagi) es un robusto joven de 23 años convertido en un autoritario capataz y Shinobu (antes Anju, interpretada por Kyōko Kagawa) es una joven de 18 años que trabaja e instruye a las nuevas esclavas que ingresan a ese infierno. Ahora es Mutsu quien hierra a los que intentan fugarse. Su hermana trata de sensibilizarlo e invitarlo a huir; no puede creer que su hermano haya cambiado tanto, pero él está preso de una obediencia obcecada a Sansho (eso es lo que parece); piensa que no tiene sentido desear cosas que no pueden lograr. Una joven de 16 años que llega de Sado (el sitio a donde fue a parar Tamaki), de nombre Kohagi, ingresa al campo y canta una canción que tiene los nombres de ellos dos: Zushio y Anju. Shinobu se sorprende y le pregunta acerca de la canción. Kohagi le dice que la cantaba una cortesana de nombre Nakagimi. Shinobu se da cuenta de que sin duda la compuso su madre. En una discusión con su hermano, en la que le comentó ese hallazgo, él se molesta y se desprende del amuleto y lo tira; pero ella lo guarda.
Shinobu (Anju) en el telar.
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Shinobu (Anju) anima a su hermano Mutsu
(Zushio) para huir de ese infierno.
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Tamaki (ahora Nakagimi), luego de que le cortaran
los tendones. Imagen tomada de IMDb.
En Sado, Nakagimi (antes Tamaki) intenta fugarse, la atrapan y le cortan los tendones de los pies para que no escape. En el reino de Sansho, Namiji (la esclava que enseñó a Shinobu), ahora vieja, se enferma y le ordenan a Mutsu (antes Zushio) que la abandone en el bosque para que muera y así evitar los gastos y el trabajo de cuidarla. Shinobu (antes Anju) los acompaña. En el bosque, mientras adecúan el sitio donde dejarán a Namiji, Mutsu reacciona y plantea el escape(1). Él huye llevando a Namiji consigo y el amuleto que su hermana le entrega. Shinobu entretiene a los guardias; estos se van a buscar a Mutsu y le ordenan a una esclava anciana que vigile a Shinobu. La esclava le da la idea a Shinobu de que la ate a un árbol para ella huir y evitar ser torturada. Así lo hacen. Shinobu escapa, pero pronto se inmola.
Shinobu (Anju) persuade a Mutsu (Zushio) de
que se vaya y se lleve a Namiji.
Imagen tomada de IMDb.
Imagen tomada de IMDb.
Mutsu con el monje budista, Namiji acostada.
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Mutsu (Zushio) ante el gobernador de Kyoto.
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Mutsu (Zushio) y Namiji se refugiaron en un templo budista, donde a ella le dieron una medicina que le mejoró su salud. Los hombres de Sansho lo buscan en el templo, pero es infructuoso. El monje le da una carta para que se presente ante el gobernador. No lo dejan acercarse al señor, lo detienen y lo encarcelan. También le quitan el amuleto, que el gobernador reconocerá, pues perteneció a un antepasado suyo. Gracias al amuleto, el gobernador sabe quién es el chico: hijo del gobernador Masauji Taira. Lo liberan y lo nombran gobernador de la provincia de Tango, pues está vacante el cargo. También lo informan de que su padre murió. Mutsu (Zushio), con un nuevo nombre oficial, Masamichi Taira(2), visita la tumba de su padre.
Mutsu (antes Zushio, ahora Masamichi) con sus
colaboradores. Imagen tomada de IMDb.
Sansho es detenido. Se exiliará.
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Su primera resolución como gobernador es decretar la prohibición de compra y venta de personas y del uso de esclavos en la provincia; algo que excede su jurisdicción como gobernador. Norimura, su asesor, aplaude la riesgosa iniciativa, pero le advierte de lo ilegal que es y de las consecuencias que le traerá. Lo que maneja Sansho es parte de un señorío nada menos que de un ministro. Mutsu (Zushio o Masamichi) no se echa para atrás. Envía a Norimura a buscar a su hermana Shinobu, pero el intendente Sansho lo expulsa de sus predios. Los esbirros de este destruyen los avisos que, por toda la provincia, publican el nuevo decreto del gobernador; obligando a Masamichi a ir en persona hasta su campo de concentración. Detiene a Sansho y a sus adláteres, que deberán exiliarse; enfrenta —con la humildad del caso— al hombre al que le herró la cara (cuando era Mutsu) y le invita a ser libre. Luego le reclama al espíritu de la hermana por qué no lo esperó. Los esclavos hacen gran algarabía e incendian las instalaciones donde les robaron la vida. Masamichi (Zushio) deja firmada la dimisión a su cargo y marcha a Sado para buscar a su madre.
Mutsu (Zushio) logra dar con su madre.
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Tamaki (ahora Nakagimi) lo reconoce por el
amuleto. Imagen tomada de IMDb.
«¿Por qué el resto del mundo nos da la espalda?», le dice Shinobu (Anju) a Kohagi (la chica que canta la canción con el nombre de los niños), al conversar sobre su infausta vida.
Cuando Mutsu (Zushio) le habla al monje budista de sus intenciones de ir a ver al gobernador de Kyoto, este le replica: «Descubrí que los humanos sienten poca simpatía por cosas que no les conciernen directamente. Son despiadados. A menos que sus corazones se puedan cambiar, el mundo con el que sueñas no puede hacerse realidad». El gobernador atendió a Mutsu porque reconoció un amuleto que había pertenecido a un antepasado suyo, solo por eso; de lo contrario quizá se hubiera podrido en prisión. Tal como anticipó el monje: el amuleto le concernía de forma directa.
«Sin piedad, el hombre es como una bestia. Incluso si eres duro contigo mismo, sé misericordioso con los demás». Esta es la frase que le dice Masauji a Zushio antes de separarse. Nunca más se vieron. Fue el legado que le dejó a su hijo y que este guardó por años mientras fue esclavo. No la respetó al pie de la letra, tampoco la irrespetó. A los malos no los mató, ni siquiera les trató como ellos lo trataron a él; tampoco los perdonó; dejó que se fueran y que perdieran lo que tenían que perder.
«Sin piedad, el hombre es como una bestia. Incluso si eres duro contigo mismo, sé misericordioso con los demás». Esta es la frase que le dice Masauji a Zushio antes de separarse. Nunca más se vieron. Fue el legado que le dejó a su hijo y que este guardó por años mientras fue esclavo. No la respetó al pie de la letra, tampoco la irrespetó. A los malos no los mató, ni siquiera les trató como ellos lo trataron a él; tampoco los perdonó; dejó que se fueran y que perdieran lo que tenían que perder.
Cuando el que está arriba abusa, todos quieren
verlo abajo(4). Sansho frente a Mutsu.
No es Mutsu frente a Sansho.
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La satisfacción de la justicia.
Como la verdadera igualdad es una quimera (hasta error de concepto es y ya aburre que la repitan tanto), una de las satisfacciones más grandes es lograr la justicia; máxime cuando han ocurrido vejámenes, abusos, humillaciones y demás injusticias de por medio. Zushio no logra un retorno a las condiciones iniciales (jamás se logra, pues el tiempo es una variable asimétrica), pero al menos hizo un poco de justicia. Le dio algo a los que todo le quitaron y le quitó algo a aquellos que lo tomaron. Esa sensación de justicia es un triunfo que el espectador celebra. También celebra que al final el hijo haya encontrado a su madre. Es un logro de ambos que el público festeja. La historia es muy balanceada, muy ponderada: no pretende hacer una justicia irreal, ni siquiera da concesiones a los personajes: por ejemplo, Anju muere, al igual que su padre; Zushio se desprende de todo lo ganado (que no fue poco), y las condiciones en las que se encuentra Tamaki son deplorables; no es un final feliz al uso.
El intendente Sansho, el malo. Todos los personajes
principales fueron muy bien interpretados.
Imagen tomada de IMDb.
El filme.
La película está basada en una historia corta homónima de Mori Ōgai, la cual a su vez se inspira en una leyenda folclórica de Japón. Es una gran historia; tan buena como El conde de Montecristo, Cumbres borrascosas, Lo que el viento se llevó,... Conmovedora, entretenida, con mensajes morales, sociales y políticos... Lo tiene todo, es redonda(3). La puesta en escena de Kenji Mizoguchi es maravillosa. La fotografía, las actuaciones, los tiempos, todos los elementos fílmicos son extraordinarios. Es una de esas películas que, después de verla, uno se pregunta si es posible hacer algo mejor. Una obra maestra del cine, tal como Cuentos de la luna pálida (Ugetsu monogatari) o Rashōmon o Los siete samuráis o Cuentos de Tokio...
Tamaki, cuando atravesaban el campo espigado.
Cada toma tiene gran belleza formal.
Imagen tomada de IMDb.
(1) Fue después de un evento que se repitió: cuando construían el albergue al pie del árbol, con su madre (diez años atrás), Anju no pudo arrancar una rama de un arbusto y Zushio la ayudó. Entre los dos la arrancaron, pero se cayeron al momento de romper la rama; eso motivó que se rieran. Ahora, de nuevo, ella intenta cortar una rama y no puede, su hermano la ayuda y vuelven a caer... pero en esta ocasión no ríen. Esa pérdida de la capacidad para alegrarse es sintomático de la trágica vida que han tenido. El darse cuenta de lo que ha desaparecido de sus vidas fue lo que quizás motivó a Mutsu a huir.
(2) Zushio = Mutsu-Waka = Masamichi Taira; Anju = Shinobu; Tamaki = Nakagimi.
(3) Así es, salvo detalles menores; por ejemplo, el hijo del intendente Sansho apenas figura al comienzo, promete ser una figura que ayudará a los niños, pero no vuelve a aparecer.
(4) Entendiendo «estar arriba» como estar en una posición de poder, de mando, respecto al otro. Algo así, con otras palabras, dijo Aristóteles, si no recuerdo mal. Esto casi es un axioma.
---Reseña en Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/El_intendente_Sansho
Artículo en Wikipedia en inglés:
https://en.wikipedia.org/wiki/Sansho_the_Bailiff
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0047445
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film307205.html
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