Imagen del póster en IMDb.
¿Cuánto pesa la luna?
Somnath (Pradip Mukherjee) es un joven recién graduado, perteneciente al estrato bajo, que se empeña en buscar un trabajo como asalariado. Presenta exámenes de oposición, envía su currículo a un sinnúmero de empresas y apenas logra un puñado de entrevistas en las que le interrogan sobre conocimientos que, la mayoría de ellos, nada tienen que ver con un trabajo, tal como el peso de la luna; sarcasmo que Satyajit Ray, director y guionista, se permite. Comenta sus desventuras con un amigo, Sukumar, de familia más pobre aún que la de Somnath. En ocasiones, busca guía en su padre (Satya Bandyopadhyay), que fue un empleado toda su vida; sin embargo, los tiempos han cambiado y no siempre los consejos del padre son adecuados.
Un día, pisa una cáscara de banana en la calle y se cae. La arrojó al suelo un viejo conocido, Bishuda (Utpal Dutt); este se disculpa y le ofrece un té. Somnath aprovecha para comentarle que anda en busca de trabajo y Bishuda le dice que él nunca buscó trabajo, que siempre trabajó para él (autónomo); que comenzó con pocas rupias y ahora, veinticuatro años después, tiene solvencia económica. Lo lleva a su oficina y le ofrece una cita al día siguiente para introducirlo en ese mundo. Es el mundo de los intermediarios: compras aquí, vendes allá y te quedas con una comisión. Poco a poco, Somnath atiende pedidos de papelería a gente conocida. También se gana unas rupias informando de una vieja casa inglesa al de la oficina vecina a la de Bishuda. Mientras tanto, su amigo Sukumar hizo un curso para ejercer de taxista.
Somnath Bannerjee. Imagen tomada de IMDb.
Otro día, mientras caminaba por la calle, entra en una fábrica de productos químicos y se hace de algunas muestras de blanqueador, que ofrecerá en una textilera. No sabe qué artimañas emplear para que este gran pedido resulte exitoso y llama a un «experto» en relaciones públicas, Natabar Mittir (Rabi Ghosh), que conoció a través del abogado de la oficina de Bishuda. Este sujeto se gana la vida vendiendo información y know how. Le cuenta que Goenka, el dueño de la textilera, se casó con la hija del dueño por interés, que ella es lisiada porque tuvo polio de niña, y que Goenka utiliza a las meretrices para calmar su apetito sexual. Prestos a ofrecerle una dama digna para acompañarlo un día en un hotel, visitan a una madama que Mittir conoce; pero el esposo de ella, que llegó embriagado, los expulsa de la casa. Van a un segundo sitio y la madre de la chica no quiere que atienda fuera de casa. En el tercer lugar sí hay una bella chica disponible, de nombre Juthika (Sudeshna). Pero Juthika es el nombre ficticio de Kauna, la hermana de Sukumar. Ella reniega reiteradamente del nombre Kauna.
El muro moral
Ante la imposibilidad de conseguir un trabajo como empleado (asalariado), Somnath sigue la recomendación de Bishuda y se lanza al mar de pirañas. Pero Somnath ha sido criado con estrictos códigos de conducta que le bloquean el ejercicio liberal de los negocios. Este es el mayor impedimento para el ejercicio libre que decidió seguir: el código moral. Lo tiene que demoler, como las viejas casas inglesas que derrumba el vecino de Bishuda; si no todo, al menos una parte. El clímax de este traumático derribo es haberse encontrado a la hermana de Sukumar en el ejercicio de la profesión más antigua del mundo. Él, con mayores escrúpulos que ella, le pide que se vaya, pero ella se centra en el ejercicio de su trabajo. Todo iba bien para Somnath, hasta que Mittir le explica que debe proveer a su cliente del producto; que, en este caso, es una chica. A partir de este punto, la atmósfera de la película se enturbia bajo la presión que cae sobre los hombros de Somnath para derribar el muro moral; ese mismo que parece que han inventado las clases dominantes para mantener a raya a los de abajo.
Se siente un alivio en la pesada atmósfera luego de que le aprobaran el pedido de blanqueador a Somnath. Tanto él como su padre y su hermana Kamala (Lily Chakravarty), que no sabían del detalle, respiran tranquilos. Pero el espectador queda con la reflexión pendiente para comentarla al salir de la sala de cine. Una buena película del cineasta indio Satyajit Ray; que manejó con maestría el crescendo en la tensión interna del personaje.
A pesar de que la película se centra en la juventud india de la década de los setenta, es vigente a día de hoy. Aquí y ahora, también en India. Eso es un síntoma patente de la incapacidad de los gobiernos para generar trabajo a sus ciudadanos; no de ofrecer salarios o puestos de trabajo; mas trabajo de verdad, productivo. La película de Ray nos dice que es posible una vida de autónomo si se hacen concesiones a los principios y a los valores morales; pero es claro que en esa poco alumbrada zona de penumbra, en la que entró Somnath, está la delgada línea que separa lo legal del delito.
Satyajit Ray (en la cámara) durante el rodaje.
Imagen tomada de IMDb.
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Artículo en Wikipedia en inglés:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0074710
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film256958.html
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