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18 abril 2012

De actrices y actores



Imagen tomada de IMDb


Recientemente (23 de marzo) se cumplió un año de la desaparición física de Liz Taylor. El canal de televisión TCM transmitió, como homenaje póstumo a esta bellísima actriz, varias películas en las que ella participó, bien como protagonista principal, o como actriz en rol secundario. No solo su belleza deja sin aliento a cualquiera, también su trabajo como actriz. Su actuación en ¿Quién le teme a Virginia Wolf? (Mike Nichols, 1966) es icónica en la historia del cine. Siendo natural de la tierra de Shakespeare, resulta asimismo natural su histrionismo de primera línea. Este maratón de un día completo con películas en las que Liz actuó, me convenció que se puede escribir también del entorno de las películas, aunque no sea ello mi fuerte. Pero la tentación es grande.


Imagen tomada de IMDb


Charlando con Rubén Bolívar, durante uno de sus programas, salió a relucir el tema de que hay películas que son simplemente irrepetibles. Todos hemos visto varias versiones de King Kong, o de Drácula o Nosferatu. También hay películas seriadas, como las serigrafías de la pintura: innumerables Rockys y Rambos y Terminators. Pero hay aquellas películas que no se pueden repetir, porque pareciera que fuesen concebidas para determinados actores, o los actores se adentraron tanto en el papel que resultaron insustituibles e irrepetibles en su rol. Cada quien prefiere una versión en particular. Por ejemplo, mi Nosferatu preferido es el protagonizado por Klaus Kinski (Nosferatu, el fantasma de la noche, dirigida por Werner Herzog, 1979), aunque el Nosferatu, el vampiro, la original de 1922, no se queda atrás, todo lo contrario. O el King Kong de 1933, que es la original, aunque también disfruté de la versión de 1976 (que tiene en el papel de "la bella" a la bella actriz Jessica Lange) y de la más reciente, de 2005, con la no menos bella Naomi Watts.


Imagen tomada de IMDb


Pero no nos desviemos, es de actrices y actores, no de películas. Tal como comentábamos Rubén y yo, hay esas películas que son irrepetibles simplemente por los actores que participaron en ellas. Por ejemplo: se puede realizar otra versión de Zorba el griego (Michael Cacoyannis, 1965), pero jamás será como la original, porque Anthony Quinn es Zorba. Humphrey Bogart es Rick e Ingrid Bergman es Ilsa en Casablanca (Michael Curtiz, 1942) ¿Y quién le quitaría el sitial a Orson Welles como El ciudadano Kane? ¿Quién podría negar que, cinematográficamente, Salma Hayek es Frida Kahlo? ¿Y de quién es, de forma casi natural, el papel del Dr. Hannibal Lecter? No puede ser de otro que de Antony Hopkins. Hopkins es el Dr. Lecter. ¿Quién podría hacer, en una segunda parte, 8-1/2 o La dolce vita sin Marcello Mastroianni, o Matrimonio a la italiana sin él y sin Sofía Loren? ¿Quién es Marty si no Ernest Borgnine? ¿Y quién Forrest Gump si no Tom Hanks?
Imagen tomada de IMDb


Los grandes actores siempre se entregan por entero al personaje. Se adentran en él hasta que son él. Sin embargo, hay casos en los que la compenetración va más allá del mero trabajo actoral y se funden personaje y actor. Incluso, y eso lo ha confirmado más de un entrevistado en Inside the actor’s studio, algunos personajes influencian y enriquecen al actor. De forma que la actuación es una calle de doble vía: tanto penetra el actor en el personaje como el personaje en el actor.


Imagen tomada de IMDb


Algunas duplas actores-directores han sido legendarias en el cine. Hay una comunión entre los caracteres representados por los actores y los actores, que el director no puede obviar. Es así como vemos que Robert De Niro es prácticamente indispensable para muchos de los films de Martin Scorsese, especialmente aquellos en los que el crimen y el mundo de los delincuentes son el tema central. También hubo parejas de actores que dejaron huella porque tenían una “química” especial entre ellos que se notaba en la pantalla y enriquecía de manera insospechada el valor de la producción. Ejemplos de ellas fueron la de Sofía Loren y Marcello Mastroianni, la de Liz Taylor y Richard Burton o la de Katharine Hepburn y Spencer Tracy. Algunos simplemente amigos, otros llegaron a ser pareja en la vida real.


Imagen tomada de IMDb


Es una verdad de Perogrullo afirmar que sin los actores todo el trabajo del resto del equipo, toda la sesuda reflexión del director por hacer una película trascendente, se viene abajo. Ellos son los que dan forma al trabajo final, más allá de la escenografía o la música o el vestuario o… Después de los directores son, probablemente, las piezas más importantes en una película. Y son referencia entre el público, incluso más que el director. De hecho, si hay que escoger entre películas cuyos directores no se conocen, uno siempre opta por ver la que esté interpretada por los actores que uno conoce y sabe que actúan bien. Sin ellos no habría películas.


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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

Las 10 + proyectadas