En lo sucesivo solo comentaré cintas que me gustan. Es desagradable hablar mal de una película.
SubHysteria parte de una buena idea: la histeria en la que cae un grupo de personas encerradas en un ambiente limitado, pero el desarrollo de la misma no corre igual suerte. Lo más desagradable de esta cinta es el movimiento de cámara, ese mismo movimiento que está muy de moda, que consiste en mover insistente y permanentemente la cámara, como si el camarógrafo no tuviese absolutamente ningún pulso y perdiese el control de la horizontalidad y de la verticalidad. Dicen que esta forma de hacer las tomas, correspondiente a las que hacen los reporteros gráficos de sucesos, le da más realismo a la escena, acercan al espectador a los hechos que se están desarrollando en pantalla. Puede ser que en televisión sea aceptable, incluso en cine con moderación, pero dos horas con tomas tipo mal del San Vito (Enfermedad de Huntington) se nos hace insoportable, simplemente atormenta. Ignoro si fue esa la causa por la que casi la mitad del público se retiró prontamente de la sala, o por el mal desarrollo de la trama.
Me imagino que hacer una película con personas enclaustrados todo el tiempo en un ambiente pequeño y claustrofóbico no es fácil. Quien hizo algo así fue nada menos que Alfred Hitchcock (La soga, 1948). No es fácil repetir semejante hazaña. Otro interesante aspecto de esta desafortunada película es que presenta algunas escenas inconexas con la trama, que pretenden decirnos algo de algún personaje, pero no lo logra. Un ejemplo es la innecesaria escena del funcionario del metro, que recibe una llamada para buscar su hijo en la escuela, mientras se emborrachaba en su casa. Ese personaje apenas se referencia en la situación del vagón cautivo.
Esperemos que el joven cineasta venezolano Leonard Zelig, cuyo nombre real es Leonardo G. Leal, nos proponga mejores filmes en el futuro. Está a tiempo de hacerlo, dada su edad.
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