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Mata un hombre y serás un asesino,
Mata millones y serás un conquistador,
Mátalos a todos y serás un dios.
Jean Rostand (1894-1977)
Hotel Rwanda no es la primera película que versa sobre
genocidio; y todo nos hace pensar que no será la última. Dirigida por el
director irlandés Terry George,
y brillantemente protagonizada por Ron Cheadle en el rol
principal, por Sophie Okonedo
como su esposa y por Nick
Nolte como el jefe de las fuerzas militares que las Naciones Unidas enviaran a Ruanda durante la guerra civil
de 1994. Cheadle interpreta
al gerente de un hotel de lujo situado en la capital Kigali, que hace lo humanamente
posible para evitar que más inocentes sean asesinados durante el conocido genocidio de Ruanda,
en el que murieron cerca de un millón de personas.
La película
nos hace reflexionar, durante su intenso desarrollo, en el que la tensión no
baja un milímetro, sobre lo extraordinariamente irracional que es la guerra
civil, la intolerancia entre nacionales que solo se diferencian por su origen
étnico, la acción altruista del gerente de hotel que pone en riesgo su vida
para salvar inocentes y evitar más derrame de sangre, y también la inoperancia
de un impotente ejército de las Naciones Unidas. Todo lo contrario a lo que Kant esbozó en Sobre
la paz perpetua. A los que hemos vivido en armonía “racial”(1) nos cuesta
mucho entender el por qué de la intolerancia entre etnias a tal punto que
ocurra el genocidio, más aún a estas alturas de la Historia. Sabemos, sin
embargo, que es producto de una intolerancia extrema y una avaricia inconmensurable
de poder. El poder en su más alto rango: el de disponer de la vida de otros. Tan
lejos están las facciones de hutus
y tutsis de lograr un diálogo (al estilo Habermas) como pueden
estarlo. Hay que acotar que en el documento de identidad se distinguía, antes
de dicha guerra, entre ambas etnias; cual judíos en la Alemania nazi. Justamente
esa distinción es la primera fase
del genocidio: dividir a la población en “ellos” y “nosotros”. Cualquier parecido
con nuestra realidad actual no es mera coincidencia, y es algo a lo que deben
estar atentos los ciudadanos racionales de un país.
En relación
con el altruismo, solo podemos comentar que este personaje sí estaba dispuesto
a morir, no quizás por un ideal, pero sí por una causa justa y por el amor al
prójimo, bien fuese de una etnia o de la otra. Eso es una rareza, pero ha
habido casos así. El de Paul
Rusesabagina es justamente el descrito en este film, tal como lo
fuera el de Oskar
Schindler en la producción La lista de Schindler
de Steven Spielberg.
Una de las
frases más tristes e irónicas del film la constituye la que dice un camarógrafo
extranjero, refiriéndose a que lo que él filmó lo verá la gente mientras cena,
dirán “¡qué horror!” y seguirán cenando, significando que nadie (de otros
países) va a mover un dedo por detener la matanza. Los fútiles esfuerzos de la
milicia enviada por la ONU
confirman tal aserto. Lo hemos confirmado también en la cruenta Guerra de los Balcanes,
ocurrida también en la década de 1990, donde la cantidad de muertos y
desplazados simplemente es pasmosa. “Viendo los toros desde la barrera” no
podemos menos que ansiar que un organismo internacional (como la ONU) tenga fuerzas
de choque que puedan operar en los países en conflicto y eviten situaciones tan
sangrientas como las guerras internas, que destruyen a un país desde sus
propias entrañas.
Finalmente, cabe destacar la influencia de los medios de comunicación de masas: insistentes y agresivos mensajes radiales instigan abiertamente a los rebeldes a asesinar a sus congéneres. Se trata simplemente de una aberración. Los mensajes reiteradamente emitidos producen sus frutos: recordemos los Principios de Propaganda de Goebbels, del que hacen uso enfermizo los regímenes totalitarios.
El ritmo de
la película refleja, de manera más que elocuente, la situación de incertidumbre
y sorpresa permanente que envuelve a un país que está azotado por una guerra
civil, en el que impera el desorden de lo irracional y la intolerancia
extrema. No abusa, sin embargo, con escenas de violencia explícita extrema,
pero mantiene la tensión en todo momento. Tal como ocurriría si uno por
desgracia estuviese ahí. Muy buena película.
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(1) El término "raza" no es pertinente para el caso de los humanos. Véase, por ejemplo, este enlace. Parece ser que el vocablo correcto es etnia.
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