"Quien sabe del dolor, todo lo sabe"
Dante
¿Me puede privar la sociedad del suicidio?
Mar adentro, película
basada en una historia real, nos cuenta los últimos días de un tetrapléjico
que, cansado de su inmovilidad absoluta durante 30 años, desea poner fin a su
vida. Su condición fue ocasionada en un accidente en el que nadie, a excepción
de él mismo, tuvo participación. A pesar de recibir visitas que intentan
hacerlo desistir de sus intenciones, no ceja en su objetivo suicida. La publicación
de un libro que logró escribir, gracias a ayuda externa -pues tiene absoluta
inamovilidad motriz- hizo saltar a la palestra el tema de la eutanasia[1]
en España. La película tiene un hilo narrativo lineal y, aunque no deja de tratar el tema de la eutanasia, tiene los elementos vitales que atrapan al
espectador, incluso algunos toques de humor. Alejandro Amenábar
hizo una producción digna ganadora del Óscar
a la mejor película extranjera en 2004, y de otros premios internacionales,
destacando los numerosos premios Goya obtenidos en su
edición del 2004. Tanto la dirección del chileno Amenábar como la actuación de Javier Bardem descollan
en este film.
El planteamiento central es, como
se dijo, la eutanasia. Si hay dos problemas vitales e inmanentes al ser humano,
desde el punto de vista ontológico, son el nacimiento y la muerte. El inicio y
el fin de este instante durante el cual tenemos conciencia de nosotros mismos
que llamamos vida. Eugenesia y eutanasia son conceptos que, desde hace mucho
tiempo, han generado importantes discusiones tanto en el ámbito filosófico como
en los ámbitos jurídico, médico, moral y religioso. De ahí la importancia de
esta película que, por añadidura, reconstruye hechos reales.
Es casi seguro que si se
preguntase a una persona con una enfermedad terminal, o a alguien en las
condiciones de Ramón
Sampedro, si él es quien tiene derecho a decidir si debe seguir viviendo o no,
éste contestaría que él, o ella, es quien tiene ese derecho. En el caso de
Sampedro, él no tenía posibilidades de cometer suicidio sin ayuda externa. El código
penal español de entonces (y también el actual) preveía penas de cárcel para
los colaboradores en un suicidio asistido. Finalmente, tanto en la vida real
como en la película Mar adentro, el suicidio asistido se llevó a cabo. La asistente real,
Ramona Maneiro, no
pudo ser condenada por falta de pruebas, aunque años más tarde confesó haber
asistido a Ramón. La pregunta medular es ¿tiene alguien el derecho de terminar
con su vida?
Desde el punto de vista
religioso, al menos para el Cristianismo, el suicidio es un pecado. No hay
diferencia conceptual entre el suicidio auto ejecutado o el suicidio asistido. Es
suicidio. Dios es quien nos da la vida y es Dios quien nos la quita. Alguien que
sea doliente de una víctima del delito o de una confrontación bélica puede
disentir, con justa razón, del segundo aserto. El hampón, en las antípodas de
Dios, le sesga la vida a la víctima, sin que sea Dios ni la víctima los que
consientan en ello. El aspecto teológico de esta intriga solamente tiene su
conclusión de acuerdo a la fe de cada quien.
Podemos también disertar sobre el aspecto filosófico de la eutanasia, que lleva directamente al plano jurídico y social.
Podemos también disertar sobre el aspecto filosófico de la eutanasia, que lleva directamente al plano jurídico y social.
Verde oscuro: la eutanasia es legal.
Verde claro: se está legalizando.
Naranja: era legal y ahora no lo es.
Negro: varía según la región.
El suicida que comete el suicidio
sin previo aviso no puede ser juzgado ni condenado por ley (terrena) alguna. ¿Es
justo que quien desee suicidarse y necesite ayuda externa sea juzgado,
condenado o privado de tal acción? Estas preguntas se hacen a la luz de la
suposición de que el enfermo tenga intacta su sindéresis. ¿No es discriminación
que el suicida súbito, que no notificó su intención, haya estado exento de
privación o juicio, y el que no puede hacerlo –por lo que debe solicitar
asistencia- sea privado de ello, y juzgados los ayudantes? A decir de los
códigos penales de muchos países no es discriminatorio, y el asistente puede
ser juzgado y penado por colaborar. La asistencia en el caso de Ramón Sampedro
fue tan inteligente que sería difícilmente juzgable[2].
De hecho, en la vida real no se obtuvieron pruebas de ello, como ya se dijo. ¿Pero qué hay de
los casos en los que la persona está aún más impedida que Ramón, en los que se
requiere de una inyección letal o de una desconexión de los equipos de
sobrevivencia? Esta misma duda se plantea en la excelente película Million dollar baby,
de Clint Eastwood. ¿Es
humano dejar en vida vegetativa o desesperadamente insoportable, como el caso
de Ramón, a alguien? El Dr.
House, en uno de los capítulos de esa buena serie, le dijo a un paciente: “No
se muere dignamente, se vive dignamente”. A pesar de que es contradictorio al lógico pensamiento de House, existe en España una asociación que defiende el derecho a morir dignamente ¿Hasta qué punto las leyes deben
regular el suicidio, incluso el asistido?
Parecidas inquietudes surgen
cuando se trata de la eugenesia. ¿Hasta qué punto tenemos derecho a que un ser
nazca con semejantes padecimientos que harán de su vida un suplicio? ¿Los
derechos de los padres son del mismo tenor que los derechos de la sociedad
entera, reflejados en su sistema legal?
Eutanasia: ¿piedad o asesinato?
La bioética, reciente rama de la
ética, aún tiene mucho humo que despejar para poder ver estas cosas con la
claridad que se requiere. ¿Preguntas sin contestar? Sí, eso es filosofía: preguntas sin respuestas, que abren la discusión. Las respuestas aceptadas socialmente se recogen en los códigos y leyes, si ello procede.
Mar adentro es una excelente película que recrea uno de los grandes temas de discusión de la bioética: la eutanasia.
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[1] Si
bien la definición que da el DRAE sobre la eutanasia es: “Acción u omisión que,
para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su
consentimiento o sin él”, nos referimos en este escrito a la muerte con
consentimiento del paciente.
[2] Detalle que no contaré porque le restaría intriga a la película, y es una injusticia para
quien aún no la ha visto.
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