Si el trabajo fuera tan bueno, los ricos lo
tendrían acaparado.
Dice el holgazán Cantinflas en una
ocasión
Esta película está
considerada, no sin razones, una de las mejores películas mexicanas y una de
las mejores, o la mejor, del celebérrimo Canfinflas.
La confusión entre el perro
"Bobby" y un gángster [gánster] del mismo nombre desencadena una serie de
enredos entre un celoso marido, su nerviosa esposa, una pícara criada, una
esposa abandonada con ocho hijos y el singular Cantinflas [sic]. Tomado del
sitio Cine Mexicano. El
argumento, muy bien detallado, se encuentra en
este enlace. Invito al lector que no ha visto la película, o no recuerda la
historia, a leer el argumento. O mejor, a ver la película. El guión se basa en
una historia real acontecida unos 15 años antes del rodaje.
El libreto, tal como dice el argumento citado,
es muy dinámico y no hay momento de descanso para el espectador entre una
situación cómica y la siguiente. La película muestra una amalgama de
personajes, todos ellos reflejo de personajes de la vida real; pues raramente
la ficción supera la realidad, si es que la ha superado en alguna ocasión.
El vagabundo Cantinflas es el marginal
que vive a expensas de unos ricos a través de la criada de éstos, quien le
proporciona comida y quizás albergue, pues son “novios”. Toda vez que la
confusión lo lleva a ser atendido como un príncipe, éste señor abusa de la
hospitalidad, se vuelve más holgazán que de costumbre, e incluso veja a su
propia novia, ordenándole que le sirva como si se tratase de un pachá y su
esclava. Parece que el que nunca ha tenido poder, cuando lo tiene abusa de él. Esta
situación la vemos a diario en nuestra vida cotidiana. Lo diferente es que en
las películas de Cantinflas eso ocurre de manera jocosa.
Cayetano, el rico, (interpretado por Joaquín Pardavé) representa esa estirpe de gente interesada solo en lo material, en la posesión, incluso en la posesión de otras personas. Sus celos se alimentan más por el sentido de posesión que por el amor. Su esposa Dolores (Sofía Álvarez), que es extorsionada por un ex novio (Bobby), es la frívola joven pareja de un millonario solo por interés. La cuñada de Dolores, Clotilde (interpretada por la legendaria Sara García), es la pobre mujer abandonada con un sinnúmero de hijos, que busca que alguien la mantenga, aunque sea el impostor de su verdadero marido. Sus insoportables hijos, al igual que Cantinflas, abusan de la hospitalidad de Cayetano y Dolores. Al final, Cantinflas es procesado por homicidio, aunque él cree que se trata del perro que mató al comienzo del film (perro y víctima tienen el mismo nombre: Bobby). Durante la antológica escena final, en el tribunal, Cantinflas se refiere al perro como el muerto, mientras que los miembros del tribunal, incluido el jurado, entienden que el juicio es por el homicidio de Bobby, la persona. Cantinflas se refiere al “asesinato” (del perro) con naturalidad y extrañeza de que se le juzgue por tal cosa, y eso es entendido como macabro sarcasmo por la corte, pues para ellos se trata del homicidio de un hombre. Debido a la estructura de los diálogos, los personajes no logran discernir la diferencia entre el homicidio y la muerte del perro, pero el espectador sí. Cuando todo se aclara, justo antes de la sentencia, los que estaban confundidos comienzan a argumentar con la ininteligible verborrea tipo Cantinflas, y éste concluye que hablando correctamente es que se entiende la gente.
Los diálogos tienen muchas respuestas lógicas a
preguntas necias[1], típico en las películas de Cantinflas. Pero el guión no solo incluye dinamismo
y comicidad en los diálogos, también no pierde oportunidad de criticar los
diversos estereotipos humanos. Y todos ellos buscando un beneficio propio de
cada situación, en forma descarada. Nadie hace algo por nada, todos están de
cacería. Incluso al final, luego de tanto enredo, Cantinflas continúa en su interesada
relación con la criada, como buen vividor. Tras la careta de la comedia, se
oculta una suerte de sátira de la naturaleza humana, que no es más que el
reflejo de la realidad.
Una extraordinaria película del prolífico cine
mexicano, en la que el director Juan
Bustillo Oro, se esmeró en su labor y catapultó al genial Cantinflas.
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[1] Más bien preguntas usuales que es
costumbre hacer, pero la respuesta las hace ver como preguntas necias. Por ejemplo:
“¿Qué haces?”, y la respuesta es “Yo no hago nada, lo compro todo hecho”.
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