El cine arremete contra la TV
Una estación de televisión crea un entorno gigantesco, una ciudad y sus alrededores, en el que crecerá Truman Burbank, cuya vida es totalmente mostrada en vivo y en directo en un reality show de alcance mundial, con transmisión ininterrumpida durante las 24 horas de cada día, llamado El show de Truman. Desde antes de su nacimiento, hasta que Truman cuenta 30 años de edad, todos los espectadores pueden escudriñar su vida, sin que él sepa absolutamente nada al respecto. Todos los habitantes de la ciudad son actores y existe un libreto que guía su vida. Debido a diversos errores en la producción del programa, Truman finalmente se da cuenta de que él es el centro de ese universo, el único que conoce. Esta revelación le hace plantearse dudas sobre su realidad y, gracias a una creciente curiosidad avalada por la reflexión sobre los hechos, logra descubrir la verdad. Esta película cuenta con un extraordinario guión y con una excelente actuación de Jim Carrey en el papel protagónico.
El film constituye una mordaz crítica sobre los medios de comunicación de masas, específicamente la televisión, y su influencia en nuestra vida. Abre un camino para la reflexión sobre nuestra propia existencia y la realidad en la que ésta está inmersa, a través de la historia de Truman, de su existencia y su realidad. No deja uno de recordar la alegoría de la caverna, de Platón. Pero, ¿quién es qué en esta versión de la caverna? Sin duda que Truman es uno de los esclavos de la caverna, de espaldas a la realidad, embebido en una existencia irreal en la que el desconocimiento es el norte que dirige su vida. Por otra parte, los espectadores también son esclavos, pues desisten de la realidad por la obnubilación que les provee el show. Los productores de televisión son los grilletes de ambos: a Truman lo tienen aislado del mundo que hay allende los muros de la ciudad creada ex profeso para él; a los espectadores también los tienen a su merced, acotados por la pantalla chica, verdadero muro impermeable a la realidad, que emboba a las masas. Una caverna en la que la vida de su esclavo (Truman) es la sombra de la otra caverna, cuyos esclavos son los espectadores. Una caverna dentro de otra caverna. Afuera, no está el Sol que lo aclara todo, sino la estación de TV. El medio es el mensaje.
Desde el punto de vista político, Truman está recluido en un sistema hiper totalitario. Toda su potencial iniciativa, su libre albedrío, han sido cercenados por la televisión, de la que es una marioneta sin saberlo. Pero todos hemos sido alguna vez marionetas, quizás sin nuestro conocimiento, quizás incluso sin saber quién es el titiritero. De ahí el adagio "nadie sabe para quien trabaja".
Resulta curioso que la simple vida de alguien pudiera ser un show televisivo con rating récord. Sin embargo las telenovelas, que son remedos de las vidas de los personajes que las conforman, e inspiradas en vidas reales, reciben una audiencia masiva tal como El show de Truman. Las telenovelas son la principal arma televisiva para el embobamiento de la población. Salvo pocas y honrosas excepciones, son de mala calidad y tienen un gran poder en los telespectadores. Modelan la opinión pública e incluso los patrones de comportamiento social de las personas. Aquí en Venezuela, a mediados de los 60’s, la telenovela El derecho de nacer se transmitió diariamente durante algo más de dos años y era motivo de conversación usual entre la gente, todo un hito nacional cada capítulo. Por estas calles, a principio de los 90’s, también recibió la atención masiva de la población durante un lapso similar. Esta telenovela en particular tuvo cierta incidencia en los acontecimientos políticos y sociales de esa época.
Otros filmes también han enfilado sus baterías contra la hermana menor del cine, tales como Network (Sidney Lumet, 1976) o Ginger y Fred (Federico Fellini, 1986), que quizás comentaremos en algún otro momento. El show de Truman es una película inteligente, que invita a la reflexión de una manera divertida, con una historia muy original.
2 comentarios:
exceleente trabajo
Interesante hacer la mención de Platón para una película muy pero muy interesante. Jim Carrey cumple una buena actuación.
Saludos
David
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