Imagen del afiche en IMDb.
El delirio de la Amazonia.
El cineasta colombiano Ciro Guerra, también coguionista de esta producción, nos ofrece una excelente película, inteligente y poética, sobre la Amazonia(1) y algunos entes que la habitan. Basada libremente en los diarios de los expedicionarios Theodor Koch-Grünberg y Richard Evans Schultes, relata, de manera ficcionada, las visitas de estos dos científicos a la magna selva amazónica.
Vídeo de la majestuosa zona de Canaima. I.
El argumento, desarrollado de manera fragmentada, y alterna, a lo largo del filme, narra la visita del primero de ellos, Koch-Grünberg, en los albores del siglo XX, y del segundo, Evans, a mediados del siglo XX. El etnólogo germano llega enfermo con su guía a los predios de Karamakate, un chamán ermitaño de una tribu extinta del Amazonas, a objeto de que lo cure de los males que padece. El segundo explorador, el biólogo norteamericano Evans Schultes, acude muchos años después ante un viejo Karamakate (devenido en chullachaqui o cáscara vacía, persona sin recuerdos ni emociones) para conocer la milagrosa planta de nombre yakruna. Pero no es a eso a lo que fue a la Amazonia, pretendía ubicar árboles de caucho para la industria bélica norteamericana durante la II Guerra Mundial. Ante esa pretensión predatoria, el indígena reacciona y no lo permite.
Vídeo de la majestuosa zona de Canaima. II.
A lo largo de ambos viajes, distantes en el tiempo, se suceden diversos acontecimientos que dejan entrever los tópicos que pone sobre la mesa el filme (detallados aquí): la explotación del Amazonas (en especial lo que refiere al caucho, aunque no lo aborda como ecocidio); el problema religioso (cristianismo versus creencias paganas de las etnias que pueblan la enorme cuenca); la sumisión y el abuso de autoridad; la colisión de la etnografía y la etnología del hombre blanco con lo factual de la selva y sus habitantes; la irrupción de las culturas caucásicas en el entorno de los indígenas y su interrelación; la validez de las creencias primigenias de los indígenas y sus mitos; la magnanimidad de la jungla frente a la minusvalía humana; la esclavitud y violación de los DD.HH.; el poder de los elementos alucinógenos para distorsionar la realidad; el permeable velo entre realidad y ficción, entre pasado y presente; la vulnerabilidad de la memoria. Quizás más. La película no parece contestar a interrogantes (lo que siempre es deseable y se agradece), pero deja en evidencia algunos conflictos inherentes a la Amazonia.
Vídeo de la majestuosa zona de Canaima. III.
El medio es el legislador.
Guerra no pinta una visión parcializada o maniquea de la relación entre el mundo primitivo y el mundo desarrollado, que, en buena medida, es el planteamiento central de la película. No condena a ninguno de los actores, los muestra en lo que podría ser su correcta dimensión en la selva, que es distinta a la que podría tener en otro entorno. La selva, como escenario vivo, también es uno de los actores, es el protagónico. Así, la valoración de los personajes es distinta al estar inmersos en este escenario y no en otro, en especial en uno inerte (como la urbe de hormigón y asfalto). Esta valoración también es referida al medio para los otros entes, agrupados en torno a lo onírico, lo alucinógeno o lo mítico, todos ellos emplazados en el pulmón vegetal del planeta. Mientras que los diversos personajes pertenecen a un universo contingente, la selva se muestra inmutable, imperturbable, inconmensurable.
Vídeo de la zona de Gran Sabana. I.
Para quienes hemos visitado estos lugares, no deja de rememorarnos la atmósfera mística que está presente en numerosos parajes de la inmensa selva amazónica; como en Kavac, en el Salto Ángel o durante el viaje en bote hasta su base (zona del pueblo pemón), bordeando el inmenso Auyantepui, la montaña milenaria (a la que ellos no pueden dirigirle su mirada) que pare agua a borbotones por todos sus costados, como si fuera un queso emergiendo de una cuba llena de leche y suero. Esta misma atmósfera mística se puede respirar también en muchos puntos del delta del Orinoco, zona de los waraos. En Kavac, por ejemplo, uno siente la dimensión infinitesimal del ser humano frente a la excelsitud y portento de la naturaleza; un atributo mayestático que ella ejerce sin humillar al hombre: brilla por sí misma sin necesidad de opacar a una de sus criaturas, que, con asombro, se maravilla en la contemplación de semejante prodigio.
Vídeo de la zona de Gran Sabana. II.
Más allá de consideraciones relativas a la preeminencia de una etnia (blancos o aborígenes), que es función del medio en donde interactúan(2), está —en este caso— el medio, que es todopoderoso, imponente, capaz de someter a todos los seres que en él habitan, que de él viven y en él sueñan, viven y mueren, blancos o indígenas. El medio (la selva) no los subyuga, pero les pone límites que no podrán trascender. Pasa algo similar en un medio urbano, que impone sus reglas a los pobladores, indígenas o no. Pero en el medio urbano, es el cuerpo social el que regula, en tanto aquí es la selva la que lo hace. ¿Panteísmo, panenteísmo o pandeísmo?
Cuevas de Kavac. Garganta o cañón para acceder a la cascada.
De Carolina B Martinez - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=32365261
Al ser tan buena y tan premiada, esta película ha motivado la discusión pública, muy en particular en Colombia. En las numerosas notas críticas, a las que se puede acceder en internet, se aprecian distintas percepciones de ella y de su mensaje. Algunas, incluso antagónicas. Viéndola, uno no puede menos que recordar la maravillosa cinta de Herzog, Aguirre: la ira de Dios y la envoltura total con la que la selva arropó a sus personajes, hasta la locura. También a Fitzcarraldo. Como en otras ocasiones, los visitantes pasan, van y vienen (pasamos, vamos y venimos); la selva queda, la selva prevalecerá.
Imagen del afiche en Filmaffinity.
Toda la película fue realizada con una soberbia fotografía en blanco y negro, a excepción de unas imágenes en color referidas a las alucinaciones de Evans (el segundo explorador). Estas imágenes no dejan de remitir a las del viaje final del astronauta Bowman en 2001. Quizás tuvo que haber sido en color las escenas de la segunda expedición, la del presente, con Evans; y en blanco y negro las del pasado, con el explorador alemán Koch-Grünberg. Es posible que la decisión de haberla hecho toda en blanco y negro haya respondido al requerimiento de evitar una intimidación de la selva al espectador.
Vídeo de la zona del delta del Orinoco.
El título puede tener varias interpretaciones. En los diálogos, Karamakate le dice a uno de los exploradores que él es la serpiente (el explorador). Sin embargo, más podría caber una interpretación relativa a la selva en sí: la serpiente es el río Amazonas y el abrazo es la poderosa fuerza que tanto río como selva ejercen a quien esté en sus dominios. Puede llegar a ser un abrazo que asfixie, tal como el de la serpiente Anaconda.
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(1) Que, para los efectos de los aborígenes, es una sola; no hay tal Amazonia venezolana, Amazonia colombiana, Amazonia brasileña, etc., es Amazonia.
(2) En una metrópoli los científicos blancos serían los modelos a imitar y los indígenas serían quienes se someterían a las normas de dicha cultura, emanadas por la tradición y las normas sociales; mientras que en la selva amazónica el chamán Karamakate es quien impone las reglas, emanadas por el mito ancestral y por la misma jungla.
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Artículo en Wikipedia, con una buena sinopsis:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt4285496
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film917148.html
Análisis y argumento detallado del filme:
Otro análisis:
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