Imagen del póster en IMDb.
La cenicienta de Alfred Hitchcock.
La película ganadora del Óscar como la mejor del año 1940 abre con la voz en off de la segunda esposa de Maxim de Winter (Laurence Olivier) relatando un sueño en el que ella (Joan Fontaine) entra de nuevo a la mansión de Manderley. Luego de ver el brumoso bosque en el que está inmerso el que fue su hogar por corto tiempo, comienza un flashback que se desarrolla a lo largo del resto del filme.
Las señoras de Winter y Danvers.
Protagonista y antagonista.
El millonario Maxim conoce a la hermosa joven en Montecarlo, siendo la criada de una jovial norteamericana, la señorita van Hooper (Florence Bates). Ya instalada en la gran casa de Manderley, la nueva señora de Winter, inexperta, ingenua y humilde, siente que la opresión del ambiente sofisticado la envuelve y anula. En particular, la persigue la sombra de la primera mujer de Maxim, Rebeca, cuya presencia aún es evocada por el personal de servicio de la mansión y por todos cuantos la conocieron, que hablan de ella como si se tratara de una diosa. Rebeca era hermosa, sofisticada, elegante, de buen gusto. Era, al parecer, un dechado de virtudes. Tal parece que fuese la antítesis de la nueva señora de Winter. La servidumbre es dirigida por la señora Danvers (Judith Anderson), el perfecto antagonista para la mojigata nueva señora de Winter. Danvers es sigilosa como un gato, intrigante, mal intencionada, y adoraba a Rebeca; un amor que le profesaba que —si no fuese por la censura de la época— con seguridad Hitchcock la hubiera descrito como lesbiana.
La hermosa señora de Winter (Jean Fontaine) muy
entusiasmada con el traje que le recomendó, con toda
mala intención, la señora Danvers para el baile.
A pesar de las trampas en que la señora Danvers hace caer a la nueva ama de la mansión, la joven se sobrepone por su amor, su sinceridad y honestidad para con Maxim; cosa que él aprecia sobremanera. No será sin antes hacerle frente a la vil jefa de la servidumbre y dejar por sentado que «ahora la señora de Winter soy yo», para sepultar a Rebeca en el pasado, donde debe estar, por muy refinada que haya sido. Por añadidura, y contrario a lo que creía la nueva señora de Winter, Maxim no quería a Rebeca; pero a ella sí la ama. Un argumento más detallado se puede leer en este enlace. El extenso y detallado artículo de Wikipedia sobre este filme es tan completo que poco más podría decirse sobre esta película. Intentaré apuntar algunos detalles que —quizás— no estén en el tan profuso escrito.
1. La comunicación. Ya en Romeo y Julieta, la tragedia romántica por excelencia, llevada al cine magistralmente por Franco Zefirelli en 1968, la comunicación a destiempo ocasionó el fatal desenlace por todos conocido. En Rebeca, la falta de comunicación también trae consecuencias funestas a sus personajes. Claro, sin esos desencuentros comunicacionales no habría el guion de ambas obras. De manera que el espectador tiene que hacer un paréntesis que quedará en blanco en lo que respecta a la transmisión de información entre los personajes que pudiera desencadenar otras consecuencias distintas.
Todo en Manderley intimidó a la joven señora de Winter.
Pero lo que más fue el fantasma de Rebeca y su custodio,
la señora Danvers.
2. Personajes. Los roles de Maxim y de la nueva señora de Winter, a cargo del gran actor Laurence Olivier y de Joan Fontaine, fueron interpretados de manera correcta. La joven Fontaine hace gala de una chica cándida (no se sabe a ciencia cierta si por ser en realidad cándida o porque le imprimió ese imprescindible carácter al personaje) que le va como anillo al dedo al personaje interpretado. Pero la actuación que sobresale es la de Judith Anderson, verdadera alma del filme; su villana es legendaria en el séptimo arte y fue la antagonista por antonomasia de la ingenua Cenicienta de Hitchcock.
3. La intriga. Los personajes, tal como en la vida real, actúan de acuerdo a un objetivo que persiguen. ¿Qué objetivo movía a la señora Danvers? ¿El poder, el amor por Maxim, la humillación de la advenediza nueva pareja de Maxim, el amor por Rebeca? Hitchcock no responde a esta pregunta; deja la respuesta para el espectador.
La insegura señora de Winter con su esposo, el inexpresivo y
volátil Maxim. Joan Fontaine realizó una buena interpretación.
4. Las apariencias engañan. La nueva señora de Manderley asume que está en desventaja respecto a su anterior predecesora, la refinada Rebeca, por tener maneras más simples y toscas para desempeñarse. Maxim aprecia precisamente esto en ella (pero no se lo dijo nunca, punto número 1); sin embargo, él le advirtió, cuando llegaron a la mansión, que fuera ella misma, sin imposturas. Tardó lo suyo en darse cuenta de que siendo ella misma podría ocupar el lugar preeminente que merecía. Son varias lecciones que Rebeca nos deja.
Pero la más sobresaliente fue la de Judith Anderson
en el papel de la maquiavélica señora Danvers.
Solo Hitchcock, y un puñado de cineastas más, puede hacer una película cuyo título sea el del personaje que jamás figura en el filme. Esto es maestría. Rebeca es un film imprescindible dentro de la extensa y excelente cinematografía de Hitchcock.
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Rebeca; Rebecca; Rebeca, una mujer inolvidable.
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Artículo muy completo en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0032976
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film167667.html
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