En el mismo
río nos bañamos y no nos bañamos, somos y no somos.
Heráclito.
Home es una película singular. Si bien
se exhibió en teatros y en espacios públicos, Home se hizo para que todo el
mundo la pudiese ver. Su estreno fue simultáneo en 50 países y, posteriormente,
se subió a la red para que todos la vean gratuitamente. A tal efecto, se activó
un canal especial en YouTube, que contiene la
película en diversos idiomas, tráileres, vídeos de cómo se filmó, etcétera. La versión
en español cuenta con la narración de la hermosa Salma Hayek. Otra peculiaridad
caracteriza a este documental: se rodó totalmente desde helicóptero, con el
empleo de cámaras Cineflex suspendidas
de geo estabilizadores colocados en las bases del helicóptero. Otras curiosidades
de la película se pueden consultar en este
enlace. Su director, el francés Yann Arthus-Bertrand,
también recibió numerosos premios por realizar esta espectacular obra.
El mérito de Home es que cuenta la
Historia Natural de nuestro planeta de una manera amena, mientras sentimos que
lo vemos desde el aire, como si fuésemos unos visitantes extraterrestres a los
cuales se les informa y describe el mundo que visitan. Al unísono de hermosas
imágenes de nuestro hogar, la voz en off de la narradora, no solo exalta la
maravilla que es La Tierra, sino que explica los procesos naturales de forma
inteligible, la interacción entre ellos (una suerte de geo-sinapsis), y los perjuicios
que ocasiona en dichas relaciones una interferencia, humana o natural. Abunda en
números significativos sobre los recursos naturales y su destrucción. La película
se puede ver en YouTube en este
enlace. Se recomienda verla preferiblemente en alta resolución (HD 720p) y
en pantalla completa. Aquí, que nuestro angosto de banda es precario, déjela
descargar durante la noche y la ve al día siguiente. La película es de gran
belleza plástica, muestra lo más hermoso de nuestro planeta, pero también
algunas escenas dramáticas del deterioro ambiental, que llaman a reflexión.
Intentando ser objetivo e
imparcial, pienso que es una exageración lo que se ha difundido en relación con
que nosotros somos los culpables del deterioro ambiental. Evidentemente, como
seres vivos que producimos desechos, orgánicos y no orgánicos, somos parte del
problema y ayudamos a que el ambiente se deteriore. Pero de ahí a pretender
echarnos la culpa del 100% de la polución ambiental y del cambio climático, hay
un trecho enorme. En el pasado, La Tierra ha sido desolada y ha sufrido
diversas metamorfosis producidas por la misma naturaleza. El simple hecho de
que nunca hemos estado en el mismo sitio de la galaxia dos veces, ya da que pensar. El sol,
nuestro más cercano astro vital, que da la vida –y la quita- experimenta
vaivenes que causan estragos en nuestro campo magnético y en nuestra atmósfera.
La posición recalcitrante de
algunos grupos ecológicos no tiene basamento científico sólido, y tardará mucho
en tenerlo, pues las interacciones del hábitat son tan complejas que es para
nosotros muy difícil, con la tecnología de hoy, estudiarlas objetivamente. Por ejemplo, el no
cortar un árbol que está en su etapa de ser útil para la industria y que, como
todo ser vivo, morirá, no es una posición inteligente al respecto. Para poder
explotar estos recursos es menester fijar procedimientos, tales como no talar los árboles con troncos
de diámetro menor de un valor especificado, cortar un porcentaje de los árboles
aprovechables[1],
entre otras medidas. No sería posible la vida sin la explotación de los
recursos naturales. Cualquiera de nosotros consume alimentos, aire y agua que
son endógenos a este planeta. También todos nosotros producimos desechos que
contaminan el ambiente. Lo que se debe buscar, es que la relación entre el uso
de los recursos y su renovación sea la más conveniente y veloz posible. La nanotecnología
quizás llegue a ser el arma más poderosa para lograrlo.
Pese a todo esto, la conciencia
de causar el menor impacto ambiental posible debe ser difundida e incluso
regulada por medio de leyes. Nuestro planeta es nuestro hogar, y debemos cuidar
el ambiente para dejarlo en condiciones útiles a las generaciones futuras. Se trata
de querer al ambiente, porque es una extensión de nosotros mismos, y el medio
continuo que nos une a todos los seres vivos del planeta Tierra. Se trata de
aprovecharlo de manera inteligente y, como se dice ahora, sostenible.
[1] Regulaciones reales, aquí en Venezuela, incluían: el diámetro del tronco de un árbol, para ser talado, debía ser mayor de 70cm, y se explotaban 1
de cada 10 árboles aprovechables. Árboles enfermos de tiña, por ejemplo, el
ministerio de ambiente no los dejaba explotar a los “burgueses”, mientras que
garimpeiros e invasores de terreno desforestan impunemente. El ministerio de
ambiente nunca ha reforestado, ni tampoco los madereros. Eso es lo que ha
reducido los bosques: el no reforestar los montes desforestados.
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