Bienvenid@

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Este blog no es de crítica especializada ni académica, solo de comentarios «al dente» de un espectador común.

Advertencia: destripe.

Algunos comentarios hacen referencia a momentos claves del argumento o al desenlace de este (destripe, spoilers).

31 agosto 2021

El brazo de diamantes - Leonid Gaidái (1969)


Imagen del póster en IMDb.

Entre ranking te veas


En IMDb, website en el que figuran casi todas las películas, son menos de 50 films los que tienen una calificación de 8,5 o superior(1). Esta calificación es de los usuarios, no de la crítica especializada; pero es una guía de qué tan buena o mala puede ser una película. Casi todos los portales tienen calificaciones de tenor similar. ¡Cual no fue mi sorpresa cuando me topé con esta producción soviética que luce un flamante 8,5! Aún así, no figura en el listado de las mejor calificadas del sitio web mencionado por ser pocos los usuarios que le han votado en comparación con otros films.


La familia en tropel a despedir al padre que salía de vacaciones.
En la entrevista, su mujer apenas le deja contestar al reportero.
Imagen tomada de IMDb.


El compañero de viaje de Semyon, el simpático
Gennady, uno de los contrabandistas.
Imagen tomada de IMDb.


Un ciudadano soviético común, Semyon Semyonych Gorbunkov (Yuri Nikulin), contador de profesión, se embarca en un crucero. Su esposa y sus dos hijos lo van a despedir, él viaja solo, ¡ja, ja! (no tienen dinero para ir todos). Durante la travesía compartirá el camarote con Gennady Kozodoev (Andrei Mironov), con el que establece un vínculo amistoso. 


Una prostituta en las calles de Estambul
les «ofrece» los servicios. En realidad, 
casi los introduce a la casa a la
fuerza. Imagen tomada de IMDb.


Genady observa el objeto del deseo: la escayola.
Imagen tomada de IMDb.


En una escala que hace el barco, Gennady se pierde de la vista de Semyon porque tiene que buscar un lote de joyas que ocultará en una escayola en el brazo, misma que le colocarán los cómplices. Gennady se pierde en los callejones, todos iguales, y, por casualidad, Semyon entra en el sitio: frente a los contactos se cae al resbalar con una cáscara de sandía y dice: «¡maldito melón!». Esa es, precisamente, la contraseña para contactar a los contrabandistas. Dentro, mientras se recupera del golpe, le colocan la escayola en el brazo izquierdo con las joyas embebidas en ella. Él ve el proceso con los ojos semiabiertos. A partir de ese momento, la policía lo utilizará como cobaya para atrapar a la banda de contrabandistas. Estos intentarán recuperar la escayola de su brazo con el botín, pero fallarán en todos los intentos, gracias a su torpeza y a la mala fortuna que los acompaña.


Semyon no puede informar a su esposa sobre el «secreto de estado»
del que forma parte y eso a ella le molesta. Cuando le dice la
verdad, ella no le cree :)  Imagen tomada de IMDb.


Hacia la tercera parte de la película, Genady sueña que entra a la habitación donde duerme Semyon y le quita la mano; esta cobra vida, gracias a un gato negro mágico que aparece en escena. La mano lo amenaza ahorcándolo y él despierta. Genial.


Los torpes Lyolik (Anatoli Papanov) y Genady, planeando otra
treta que, con seguridad, será un fracaso.
Imagen tomada de IMDb.


Al final, la policía utilizará de nuevo a Semyon como cebo, esta vez con una gran escayola en la pierna...


El humor es cosa seria

Desde los créditos iniciales, en los que informa que la fotografía se hizo en el aire, sobre la tierra, en el agua y bajo el agua y luego agradece a las organizaciones y personas que les proveyeron de oro y de diamantes reales para el rodaje, comienza el humor; y no se detendrá hasta la última escena. Tiene profusión de secuencias sin diálogo, en cámara rápida, remedando al cine en sus inicios. Es muy entretenida y está muy bien lograda. Tras la cortina de hierro también reían.


No podía faltar el vodka, en ingentes cantidades...
Imagen tomada de IMDb.


Los delincuentes discurren un ardid utilizando a una femme fatale,
Anna, interpretada por la hermosa Svetlana Svetlichnaya.
Imagen tomada de IMDb.


Quizás algunos diálogos tengan difícil traducción, pues parece que tratan de juegos de palabras que, por su idiosincrasia, los entienden los rusos mejor que los demás. Esto fue muy importante en otros humoristas, tal como Cantinflas, cuyos enrevesados y apurados monólogos —de muy difícil traducción— ocasionaron que, fuera del ámbito hispano parlante, no resultara justipreciado.


Ni siquiera Anna logra neutralizar a Semyon para quitarle la
escayola. Imagen tomada de IMDb.


El director, Leonid Gaidái, también guionista, realizó varios filmes de humor muy exitosos. El brazo de diamantes es considerada la mejor película del género en Rusia; allá es una película de culto. En el canal de Mosfilm en YouTube (en este enlace) han subido esta película con dos enlaces: este, con subtítulos en inglés y este otro con subtítulos en varias lenguas(2). En el primero (solo inglés) tiene en torno a cuatrocientos mil visionados mientras que en el segundo (siete lenguas) unos dieciocho millones. Hay que aclarar que el de varias lenguas fue subido tres años y medio antes que el otro.


Los estereotípicos malos que son torpes y payasos. Sobre ellos
descansa buena parte de la gracia de una película.
Imagen tomada de IMDb.


Quizás la tragedia la veamos todos de igual manera. Habría que investigarlo. Pero el humor, con seguridad, lo apreciamos de forma diferente(3). Los occidentales nos reímos de situaciones distintas a las que le provocan risa a los orientales. Mientras más al oriente, más serios. Los chinos y japoneses son los campeones de la seriedad. Los rusos podríamos decir que están a medio camino entre occidente y oriente. Así las cosas, a uno (espectador occidental común) le causa más gracia La vida de Brian (con 8,1 en IMDb), una comedia de Chaplin (la mayoría >8 en IMDb), o de Woody Allen, que esta película. No se malinterprete, por favor; todo comentario es subjetivo; de manera que, a pesar de lo dicho, es dignísima de ver y de apreciar.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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(1) El máximo es 10. Ver la lista en este enlace. La que lidera el ranking es Cadena perpetua (también llamada Sueño de fuga, Sueños de libertad o Escape a la libertad; en inglés The shawshank redemption, 1994), de Frank Darabont, con más de 9. Este film, en las listas de películas escogidas por la crítica especializada, no figura; sin embargo, es una película extraordinaria.
(2) Búlgaro, estonio, francés, inglés, polaco, ruso y turco.
(3) A este respecto, invito al lector curioso del tema a que confronte lo dicho en este parágrafo con lo expuesto en los siguientes enlaces:

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Reseña en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:

Film con subtítulos en inglés: 
Film con subtítulos en diversas lenguas(2)


27 agosto 2021

Como en un espejo - Ingmar Bergman (1961)


Imagen del póster en IMDb.

No puedo vivir en dos mundos. Debo elegir. 
Estoy cansada de pasar de uno a otro. No puedo más.
Le confiesa Karin a su padre.


Esta extraordinaria película, también titulada Detrás de un vidrio oscuro y A través del espejo (Såsom i en spegel en sueco, Through a Glass Darkly en inglés), fue premiada con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 1962. La segunda de Bergman en ganarlo; la primera fue la también extraordinaria El manantial de la doncella, en 1961. Esta producción está dedicada a la entonces esposa del director, Käbi Laretei.

Una familia está de vacaciones en una isla: Karin (Harriet Andersson), que descansa de su estancia en el hospital siquiátrico porque padece de esquizofrenia; su esposo Martin (Max von Sydow), médico, quien la apoya lo más que puede gracias al amor que siente por ella; David (Gunnar Björnstrand), el frío y distante padre de Karin, escritor, que está terminando una novela; y Frederik (Minus), el hermano menor de Karin, que comienza a escribir obras de teatro. A medida que se suceden los días, Karin, que llegó a la isla lúcida y llena de vida, va desmejorando su estado mental hasta que, al final, es ingresada de nuevo en el sanatorio.


Karin en un momento de delirio(1).
Imagen tomada de IMDb.


Las enfermedades mentales son de las más crueles que se pueden padecer. Bastaría mencionar que el individuo deja de ser consciente de su existencia para calificarlas entre las peores; pero hay más: le altera la vida a los que rodean al enfermo. No termina ahí su poder maléfico. Los seres queridos no son capaces de ayudar de manera significativa en la mejoría del afectado, menos aún en la erradicación de la enfermedad. Ninguno de los tres hombres que la acompañan puede auxiliarla en su tormento interno, ninguno puede evitar la explosión espiritual y emocional de Karin.


Karin con su esposo y su padre.
Imagen tomada de IMDb.


No podemos entender a plenitud la tortura de quienes padecen enfermedades como la esquizofrenia. Sus pacientes viven en dos mundos, transitan de uno a otro pero, a veces, están en ambos mundos simultáneamente. La clave nos la da la frase que sirve de epígrafe a este escrito: Karin está cansada de vivir ambos mundos; el que se considera real por quienes la rodean y su mundo interno, dominado por voces que le imponen las acciones que ella debe emprender. Quizás lo más cruel es que tengan conciencia de algunos actos que ejecutan cuando están inmersos en las alucinaciones. Karin es consciente de que hizo algo muy grave (el incesto) y eso ha alimentado su deseo de hospitalizarse cuanto antes. Le dijo a su padre: «Es horrible ver mi confusión y entenderla». Está consciente de que atraviesa un calvario.


Karin durante una de sus alucinaciones.
Imagen tomada de IMDb.


Pero no es lo único que está en el tapete. Bergman logra que nos preguntemos qué es la realidad y qué tan agradable es. Cuando David se confiesa ante su hija y le pide perdón por haberse alejado al morir la madre de ella (que también padeció esquizofrenia), Karin le dice: «Pobre papá» y él contesta: «Sí, debo vivir en el mundo real». Si bien la esquizofrenia de Karin es la columna central del filme, no es óbice para asomar otros asuntos. El padre de Karin se avergüenza de su curiosidad morbosa por utilizar la enfermedad de su hija como insumo para su producción literaria. Escribe en su diario —que Karin leyó por mandato de las voces internas—: «Me horroriza mi curiosidad, mis ganas de registrar la enfermedad, de describir su desintegración gradual con precisión. De usarla». Y aquí hace su presencia un bumerán al criticar el utilitarismo de David: ¿no utilizó el cineasta una enfermedad tan severa como la esquizofrenia para basar la historia de esta película? Es para pensar.


Momento de confesiones entre David y su hija, 
dentro de un pecio donde ella hizo lo peor.
Imagen tomada de IMDb.


Cada uno a su manera acepta que, ante el desafío que supone la insania de Karin, no puede hacer nada. Su esposo, por ser médico y por amarla, es su puntal. Su hermano es joven y distante, no sabe cómo lidiar con algo tan excepcional. Su padre se ha dado cuenta de qué tan inservible ha sido para ella desde su falsa atalaya intelectiva; antes estaba desconectado, como formando parte de una familia disfuncional, pero con la esquizofrenia como muralla su impotencia es mucho mayor.


Minus dentro del pecio donde Karin estaba acurrucada.
Escenas «tarkovskianas» antes de Tarkovski
(por el agua estancada, la lluvia, los desperdicios).
Imagen tomada de IMDb.


No hay que obviar que la fotografía de Sven Nykvist es soberbia, así como la puesta en escena. Pero lo que más descolla en esta gran película del célebre cineasta sueco es la actuación de Harriet Andersson. Ella, al principio, pensó que el papel la sobrepasaba, pero Bergman la motivó a enfrentarlo. Ya no es la novata veinteañera de Un verano con Mónica, a la que le era suficiene con mostrar su hermoso cuerpo; aquí se erigió como una actriz de grandes cualidades histriónicas. Repetiría otra gran actuación (también de mujer enferma), bajo la batuta de su amante de antaño, en Gritos y susurros. Gran película.


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(1) En esta escena, donde ella «habla con Dios», la primera vez que uno la ve, espera que haga como Remedios la bella en Cien años de soledad. Pero no pasa eso; esto no es realismo mágico caribeño. Sin embargo, Tarkovski sí rodó una escena así en El espejo, pero refiere a sueños (como en el inicio de 8-½ de Fellini). También en Sacrificio hay una escena de levitación; y en Solaris, pero en esta es por la falta de gravedad.

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Artículo en Wikipedia:


24 agosto 2021

Edipo rey - Pier Paolo Pasolini (1967)


Imagen del póster en IMDb.

Lo que no se quiere saber no existe; lo que se quiere saber existe.
Le dijo el oráculo a Creonte, y este a Edipo.


Este largometraje de Pier Paolo Pasolini es una adaptación de la tragedia clásica griega Edipo Rey, de Sófocles. El argumento detallado de la obra se presenta en este enlace, el del filme, está resumido en (1). También se le ha llamado Edipo, el hijo de la fortuna. Sigue casi al pie de la letra la tragedia griega, si bien tiene algunas variantes al estilo Pasolini. Por ejemplo, comienza en la Italia de intraguerras y luego salta sin aviso previo a la antigua Grecia para, al final, regresar a la Italia de los sesenta (época del rodaje). Esta es la principal diferencia. ¿Qué quiere decirnos Pasolini con esto? Pues creo que evidencia la atemporalidad y la universalidad de la obra de Sófocles: bien podría ocurrir en la Italia de los años veinte, de los sesenta o en la Grecia antigua. 


El bebé es llevado al desierto para matarlo.
Tomado de IMDb.


Otro ingrediente pasoliniano es la puesta en escena en la parte de la historia que recrea la antigüedad: grandes espacios en una geografía desértica, con planos generales y gente caminando; jóvenes semidesnudos; vestuario atemporal, sin responder a rigores historiográficos; diálogos escuetos, puntuales. Un estilo minimalista, que pretende esquematizar la obra, sin entrar en rigores de forma; Pasolini era hombre de conceptos más que de responder a patrones estéticos. Los grandes espacios y los individuos perdidos en él nos recuerda la minusvalía del hombre dentro del cosmos (no somos nada); los jóvenes semidesnudos (típico de la filmografía de Pasolini) obedece solo a su gusto personal, no implica símbolos extraños, es mostrar la biología natural de los seres humanos sin pudor; aunque en la época en la que filmaba sus obras era una transgresión, un escándalo. Le placía provocar a la Iglesia y a los puritanos; hoy ya no se ve tan exagerado; pero no se ve tan exagerado porque cineastas como él fueron labrando esa libertad expresiva; no fue gratuito.


Fotograma de Silvana Mangano (Yocasta) en el filme.
Tomado de IMDb.


La desgracia de Edipo es que no sabía a priori quiénes eran Layo y Yocasta. De haberlo sabido, se supone que no hubiera hecho lo que hizo. Pero este enunciado es engañoso: ¿quiere decir que tenía que haberse portado bien (no matar) solo porque la víctima podría haber sido un familiar?, ¿o simplemente no tendría que haber matado, es decir, ser un hombre virtuoso? ¿Cuál sería la respuesta desde el punto de vista ético?

Edipo es encarnado por el infaltable Franco Citti y Giocasta (Yocasta) por la hermosa Silvana Mangano. Otro infaltable de las películas del intelectual italiano es Ninetto Davoli, en el papel de Angelo. No es una obra maestra, pero es una buena película.


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(1) Resumen del argumento: En la Italia de los años 20 nace un niño; el padre (militar) lo cela. La acción continúa en la Grecia antigua. Un esclavo lleva al niño al desierto para matarlo, pero no lo hace por piedad; lo abandona vivo. El niño es recogido por un pastor de Corinto y lo entrega al rey de esa ciudad como regalo de buena fortuna. El rey lo cría como si fuera su propio hijo. Un día, Edipo viaja a ver al oráculo de Apolo para que le explique un sueño que tuvo; y se entera por el oráculo de una horrible predicción: que matará a su padre y fornicará con su madre; entonces regresa a Corinto atribulado. En el viaje, encuentra a Layo (su verdadero padre, pero él no lo sabe) acompañado por la escolta; se molesta porque ellos le piden que se aparte para ellos pasar y surge una pelea en la que Edipo los mata a todos menos a Tiresias, que huye y cuenta lo acontecido. Una vez en Tebas, libera a la ciudad de la esfinge (la mata) y, como premio, se casa con Yocasta (su verdadera madre, pero él no lo sabe) y reina. Tiempo después, para detener una peste que arrasa con la ciudad, Edipo envía a Creonte para informarse; posteriormente trae al adivino ciego Tiresias, que le confirma la trágica verdad; pero él no le cree. Cuando verifican la certeza de lo que Tiresias les contó, Yocasta se suicida ahorcándose en el palacio y Edipo se quita los ojos, huye y; en otro cambio temporal; vaga por la Italia de los años sesenta del brazo de Angelo (Ninetto Davoli), su lazarillo.


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Artículo en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia de la obra de Sófocles:


20 agosto 2021

Cartas de un hombre muerto - Konstantin Lopushanskiy (1986)


Imagen del póster en IMDb.

Los que vienen atrás que arreen.


Son los albores de la hecatombe nuclear que devastó al planeta; todavía está la tierra cubierta de cadáveres. Los pocos que sobreviven están escondidos en sótanos herméticos; en esos mismos sótanos entierran a sus muertos. Todo está destruido, el planeta es inhabitable; al exterior hay que salir con máscara de gas y un gabán. El profesor Larsen (Rolan Bykov) tiene como pasatiempo escribirle cartas virtuales (mentales) a su hijo Eric, que murió en la catástrofe. A pesar de tan desgarradora, triste y pesimista situación, hay una hendidura infinitesimal para la esperanza, para soñar... para la nueva generación.


Espeluznante apariencia de Larsen en el exterior. 
Tomado de IMDb.


Larsen es un laureado nobel que trata de sobrevivir como puede. Intenta que unos niños que están en choque sean aceptados en el búnker central, en el que pronto van a reunir a un grupo selecto de sobrevivientes, pero no los aceptan: solo niños sanos con sus padres. Las leyes que aplican son marciales y solo salvarán a jóvenes sanos. Estos niños ni siquiera están sanos; además no hablan, aunque oyen. Su esposa tampoco, y pronto muere. Uno de sus amigos se despide de todos y va al hueco en donde descansará su cadáver, se acuesta y se dispara. Les dijo antes que todos son adultos y que entienden que lo que él va hacer no es absurdo. Todos oyen absortos, nadie lo detiene. Los niños no tienen a donde ir y una mujer los deja con Larsen, que tampoco puede ingresar al búnker (él es viejo). Le da tiempo, antes de morir, de preparar los adornos navideños junto a ellos; de enseñarles a registrar el tiempo; de sembrar en los pequeños la curiosidad por relatar los acontecimientos diarios; pero, por sobre todo, de enfrentar el futuro con el optimismo propio de la infancia. Unas renovadas ganas de vivir le invadieron cuando comenzó a encargarse de los niños.


Larsen frente al cadáver de su esposa.
Tomado de IMDb.


Cartas de un hombre muerto (Pisma myortvogo cheloveka en ruso transliterado, Письма Мертвого Человека en ruso) es el primer largometraje de Konstantin Lopushanskiy, cineasta que laboró con Tarkovski en La zona. Las influencias del maestro se notan en algunas secuencias, en especial las finales, las de aguas estancadas; en la cadencia lenta también. Es un filme hecho con todas las de la ley. Impecable y muy detallada ambientación (muy importante en una película de este talante); buenas actuaciones y fotografía, buena música (aunque algo escasa); diálogos muy interesantes, algunos filosóficos. Hay que resaltar que la fotografía no es tan oscura como los filmes de bajo presupuesto, que parece que quisieran esconder los fallos de la ambientación (incluyendo su película El visitante del museo). El filme está muy influenciado por la Guerra Fría y las constantes amenazas de holocausto nuclear que oscurecieron nuestro horizontal existencial en aquella época. Pero hoy tenemos iguales o mayores amenazas. Basta con recordar el virus chino que ocasionó la pandemia de Covid-19 a principios de 2020; el VIH y otros tantos inventos que —por mucho que se empeñen los científicos en afirmar que no son hijos de ellos— nadie les cree que no sean sus creaciones.


Dice Larsen:
«Dios creó día y noche, lo que implica diversidad. Propongo una unidad de tiempo diferente: el crepúsculo, porque no hay más diversidad en este mundo».

Larsen reconoce vivir en un mundo sin diversidad, sin colorido, monocolor (como el tono sepia de la película): así se han imaginado el final los realizadores. Es posible que sea así. En cualquier caso será tan triste como lo describieron en esta producción.

He aquí una película que no es capaz de hacer sonreír a nadie, en ninguna escena. Las películas norteamericanas que tratan del fin del mundo, siempre tienen alguna escena graciosa; algún personaje es capaz de reírse de sí mismo o de su compinche (lo cual hacen solo ellos, los demás no solemos hacerlo). En esta no es así; tampoco en El visitante del museo. En Cartas de un hombre muerto la circunspección del fin del mundo es real y riega a todos los personajes y a todas las acciones y diálogos. No hay posibilidad de gracia alguna. La gravedad con la que se enfrenta el tema es absoluta, muy europea; parece más real. Incluso se da el tupé de tener diálogos, o monólogos, filosóficos. Es que... el fin del mundo, la extinción de todas las especies vivas, más si ha sido producida por el Hombre, debería ser el más serio de los problemas. Es la muerte, de todos. Excelente película.


Larsen preparando los adornos navideños con los niños.
Tomado de IMDb.


Reflexión final del filme:
«Hay mentiras ante nosotros; si lo elegimos, progreso continuo en felicidad, conocimiento y sabiduría. ¿Elegiremos, en cambio, la muerte, porque no podemos olvidar nuestras disputas? Hacemos un llamamiento como seres humanos a los seres humanos: recuerda tu humanidad y olvida el resto.
Bertrand Russell, Albert Einstein, Frederic Joliot-Curie, ...
Del Manifiesto de Russell-Einstein».


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Artículo en Wikipedia, en inglés:


17 agosto 2021

El extranjero - Luchino Visconti (1967)


Imagen del póster en IMDb.

Más allá de la abulia.


Arthur Meursault (Marcello Mastroianni) es un francés que vive en Argelia; es un empleado de bajo rango y lleva una vida gris. Un día, recibe la noticia de la muerte de su madre en un asilo de otra ciudad. Durante el funeral, no muestra tristeza; al contrario, se ve aburrido, indiferente. Al día siguiente, va a la playa y se encuentra con Marie Cardona (Anna Karina), compañera de trabajo. Luego de la playa van al cine y duermen juntos; han comenzado una relación. Donde Meursault vive, el vecino Raymond Sintes (Georges Géret) ha tenido una pelea con una mujer árabe; la policía intervino, pero un hermano de la mujer rondará a Raymond para cobrar venganza. En el próximo día de playa, junto a Marie, Raymond y los Masson (otra pareja), se cruzan con el chico árabe y riñen. El joven hiere a Raymond, que saca una pistola pero Meursault lo calma y la guarda. Después, Meursault vagará solo por la playa, se encontrará al joven y le disparará. Cinco veces.

Durante el juicio, a los cinco meses de prisión, Meursault muestra tal desgano que a la defensa le es muy difícil hacer su trabajo. Para colmo, más que los acontecimientos relacionados con el homicidio, se dirimen otros aspectos, tal como el desinterés del detenido por la muerte de su madre o su actitud ante el matrimonio que le pidió Marie. La indiferencia de Meursault se prolongará hasta su muerte.


Meursault en prisión. Imagen tomada de IMDb.


Esta película está subvalorada en los portales de cine, quién sabe por qué; pero Luchino Visconti hizo un gran trabajo al llevar a la pantalla una obra tan compleja como El extranjero (L'Étranger en francés, que también se puede traducir como El extraño), de Albert Camus; una de las obras cumbres del existencialismo y de la literatura universal. La excelente interpretación de Marcelo Mastroianni es cónsona con el trabajo del director y con el espíritu (más bien con la falta de él) del protagonista de la novela.


Pienso, luego existo.

Ya se había vivido el horror de la I Guerra Mundial y se estaba entrando en la II cuando Camus escribió esta obra. Este contexto es básico para comprender el porqué de una obra de este talante que raya en el nihilismo. Ante la caída de la racionalidad (o de su traición, da igual), el horror que impregnaba el ambiente hacía presagiar un futuro oscuro, donde el individuo deja de tener fe en Dios, en sí mismo, en la especie como tal, en la vida. Sin percibir el mínimo sentido a su existencia, sin ningún acicate que lo ancle a ella, es víctima de la apatía, del desinterés y del vacío, de la nada; aquella nada por la que Heidegger preguntara(1). Muy de A. Camus y de su sentencia: «No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio».

Recuerdo un profesor de filosofía medieval que comentaba que, en ciertos aspectos, aún estábamos en la Edad Media, que la modernidad —referida a dichos aspectos— había sido una entelequia, una promesa, un asunto meramente nominal. El hombre medieval estaba preso de los señores feudales y de sus disparatadas leyes; hoy es el hombre «arrojado al mundo» el que tiene que defenderse de las leyes de los Leviatanes que gobiernan. A estos leviatanes habría que sumar las grandes corporaciones y las tecnológicas que, si no pueden dictar leyes como tal, modelan el comportamiento social de acuerdo a sus intereses. Puede que muchas cosas sigan igual que hace cinco siglos...


«Para que todo acabe como es debido, para que me sienta menos solo, espero que haya gran multitud de espectadores en mi ejecución y que me reciban con aullidos de desprecio».
Lo último que dice Meursault.

Meursault es, por darle un calificativo, un antihombre; la antítesis de lo que debería ser el hombre, capaz de erguirse ante las dificultades, tal como lo fue en el pasado; y, si no, al menos capaz de entender el entorno y de interactuar con él; lejos de entregarse al plano del primitivo mundo sensorial, sin experimentar una respuesta que sea más compleja que la instintiva de un animal; lejos de ser una tabla que flota en el océano, a la deriva de lo que las olas dispongan(3). A Meursault le hace falta una sobredosis de nietzschelina.


Meursault en el juicio. Imagen tomada de IMDb.


Camus (y Visconti) lanza dos advertencias con esta obra. Por una parte, lo aplastante que puede ser el mundo de la modernidad para el individuo [arrojado en el mundo] y; por otra, la reacción de este, que debe estar lejos del conformismo y de la indiferencia, de la abulia. Tal como reza el comentario de Wikipedia, Meursault es «indiferente a la realidad por resultarle absurda e inabordable». La inabordabilidad dependerá de la capacidad de la persona y de lo informada que esté; si bien se entiende que es inabordable para todos nosotros en su totalidad (ni siquiera en una pequeña fracción). La absurdidad es más manejable; aunque la vida no tenga sentido o sea absurda, sí tienen sentido (y no son absurdos) los objetivos plausibles que nos tracemos. La vida no tiene porqué tener sentido en tanto vida, pero sí podemos dárselo a lo que hagamos, a nosotros mismos y a nuestros semejantes.


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(1) «¿Por qué hay ente y no más bien nada?».
(2) La indiferencia de Meursault es tan profunda que ni siquiera sabe la edad de su madre; ni comprende qué es el matrimonio con precisión; cuando el jefe le propone trasladarlo a una futura sucursal en París, dice no de inmediato, que cambiar no es posible, que está bien donde está. El jefe le replica que no tiene ambiciones, él contesta que era ambicioso de estudiante pero, al tener que abandonar los estudios, se dio cuenta de que eso no era importante...

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Reseña en Wikipedia de la novela de A. Camus:
Reseña en Wikipedia en inglés:


13 agosto 2021

Subarnarekha - Ritwik Ghatak (1965)


Imagen del póster en IMDb.

Hay hombres que luchan un día y son buenos. 
Hay otros que luchan un año y son mejores. 
Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. 
Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.


India, 1948. En las afueras de Calcuta se han establecido unos campos de refugiados (India se está dividiendo en India, con habitantes hinduisas y Pakistán, con musulmanes). Gandhi acaba de ser asesinado. Los refugiados se organizan y conforman una escuela en la que Ishwar Chakraborty es uno de los maestros, el de historia e inglés. Él tiene una hermana menor, Sita, que es una niña. Una mujer, que lleva a su hijo con ella, es detenida y la obligan a abandonar el campo de súbito, dejando al niño ahí. Ishwar se hace cargo del niño, de nombre Abhiram, pues no consiguen a la madre. Rambilas, un viejo conocido de Ishwar, le ofrece trabajo en una fundición, lejos del campo. Se establecen en una casa que la fundición les facilita, aledaña al río Subarnarekha. Cerca, hay un campo de sal y un viejo aeropuerto en ruinas, donde Sita y Abhiram corretean. Abhiram va a una escuela lejana y regresará en las vacaciones.

Luego de una elipsis de varios años; Ishwar ha ascendido a gerente de la fundición y Sita (ahora interpretada por Madhabi Mukherjee) se ha convertido en una hermosa mujer; el último año dio un estirón. También Abhiram ha crecido; Ishwar lo quiere enviar a Alemania a estudiar ingeniería, pero él quiere escribir. Por otra parte, ella le pide que no se vaya al exterior. Abhiram opta por ir a Calcula mientras Ishwar hace arreglos para casar a su hermana; no con Abhiram porque es de una casta inferior, con alguien de su mismo nivel. Pero el día de la boda, los jóvenes huyen juntos tras simular el suicidio de ella en el río.

Otra elipsis de varios años. Gagarin ha ido al espacio; es decir, es 1961. Ishwar se ha convertido en un hombre hostil y amargado. En Calcuta, Sita y Abhiram viven con su hijo Binu. La escritura no le reditúa lo suficiente a Abhiram y se hace conductor de buses. El primer día de trabajo, los frenos defectuosos del bus ocasionan que mate por accidente a una niña y la multitud lo lincha y quema el autobús. 

Entretanto, Ishwar recibe la visita de un viejo conocido del campo de refugiados, Haraprasad, otro de los maestros de la escuela, que lo llamó desertor cuando Ishwar decidió abandonar el campo para ir a trabajar a la fundición. Haraprasad llega en el preciso instante en el que Ishwar se pensaba ahorcar. Juntos viajan hasta Calculta para relajarse y beber. Ishwar va a un burdel; cuando su hermana lo ve entrar a su habitación (él es el cliente) se degolla; no puede soportar la vergüenza. Las averiguaciones del suceso demoran dos años, ya que Ishwar se declaró culpable del delito, pero fue suicidio. Al aclarar todo, recibe una carta del dueño de la fundición en la que lo despide. Regresa por sus cosas a la casa a orillas del río Subernarekha junto con su sobrino Binu, que reconoce el paisaje porque su madre, Sita, se lo dio a conocer a través de canciones. Juntos, emprenderán un viaje en busca de un nuevo hogar. 


Imagen del póster en Filmaffinity.


Una vez más vemos a los personajes golpeados por la vida, como si se tratasen de piezas que se sacrifican en el ajedrez. La voluntad de poder, las ganas de sobrevivir de los invididuos, las ansias por lograr sus objetivos, pueden más que los muros que la vida les imponen. Aunque sea de manera precaria, en la pobreza, con grandes vicisitudes, los individuos batallan y bregan, incesantes, como aquéllos a los que Brecht llamó los imprescindibles.


Otro póster del filme.
By Source, Fair use, 
https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=24568025


Perteneciente al llamado realismo social, esta película tiene mucho del estilo de Stayajit Ray. Podría pasar por una película de Ray. Quizás choquen algunas coincidencias un poco rebuscadas, como el hecho de que el hermano dé con el burdel donde Sita, ya viuda, se gana la vida. También que el accidente de Abhiram sea el primer día de su nuevo trabajo. La historia discurre a veces al borde de lo inverosímil. Pero así son estas películas. Ladrón de bicicletas (1948), de Luchino Visconti, fue una de las primeras en las que la Ley de Murphy hizo su triunfal debut y se dispersó por todo el filme, tal como aquí. Es la vida de mucha gente en los países en desarrollo. 

Ghatak fue otro representante del realismo social en el cine indio, junto a Satyajit Ray y a Mrinal Sen. La copia visionada era precaria y los subtítulos (en inglés) se fundían en ocasiones con el blanco de fondo. Las actuaciones son muy convincentes, la fotografía muy buena, la música mejor aún. Hay algunos momentos mágicos, en particular los que discurren con música diegética, cuando Sita canta. Excelente película bengalí.


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Artículo en Wikipedia, inglés:


10 agosto 2021

Un verano con Mónica - Ingmar Bergman (1953)


Imagen del póster en IMDb.

La cruel realidad versus las ilusiones.


Monika (Harriet Andersson) y Harry (Lars Ekborg), dos jóvenes citadinos que son novios, tienen trabajos en los que no son muy apreciados. El día del aniversario de bodas de los padres de Monika, esta tiene una discusión con su padre ebrio y abandona el hogar; acude a Harry y él le facilita el bote de su padre para que duerma. Ella no quiere regresar a casa. Harto de su trabajo, Harry toma el bote y a Monika y se largan a visitar islas cercanas. Disfrutan del dolce far niente mientras transcurre un idílico verano. El día que Harry se entera de que Monika está embarazada, hacen dulces planes para llevar adelante la nueva familia. Pero todo tiene su fin; el hambre los obliga a robar y Monika está embarazada, de manera que ya es hora de regresar a la realidad. Se casan y la tía de Harry les ayuda con los quehaceres de la casa. El chico consigue un buen trabajo y, además, estudia para ser ingeniero; se esfuerza por un futuro mejor para su familia. Eso le quita tiempo para estar con su esposa; cada vez más amargada e irascible. Y no solo eso; sedienta por divertirse y pasarlo bien, en lugar de dedicarle a la maternidad, cruza la línea de la infidelidad. Luego sucede lo que en estos casos suele suceder.


La sensual Monika.
Imagen tomada de IMDb.


—¿Por qué algunos siempre se divierten y otros somos tan miserables?, pregunta Monika llorando.
—Nos tenemos el uno al otro, le contesta Harry.
Ella no contesta..., ¿será que eso no es suficiente? Este breve diálogo da las claves para lo que vendrá luego.

Lo que parece, al principio, una película convencional (demasiado convencional para ser de Bergman), sufre una metamorfosis progresiva y entra en barrena en el mundo del drama. Casi de la tragedia. Los jóvenes, llenos de ilusiones, no la diferenciaron de la realidad; al menos ella. La terca realidad, suele ser cruda y frontal, sin sesgos. Para llevar a cabo las acciones que conviertan la ilusión pensada a priori, hay que tener fuerza de voluntad y carácter, incluso hay que ser estoico. Monika carece de estas virtudes. Es un raro caso de una pareja en la que el hombre es más maduro que la mujer. Pero los hay.


Inolvidable y disruptiva mirada a cámara de Monika,
retando al espectador a que la censure.
Imagen tomada de IMDb.


Como siempre, la cinematografía es excelente, las interpretaciones también. Muy bien lograda la película; quizás la más comercial del cineasta sueco; debido, quizás, al famoso desnudo de la hermosa Harriet Andersson; la misma que interpretaría más adelante dos personajes de mujer enferma en películas de Bergman: uno en Como en un espejo y otro en Gritos y susurros; papeles en los que hace ostentación de sus grandes capacidades histriónicas, más allá de la belleza de su cuerpo.


Harry y su hija June, frente a la cristalería
donde trabajaba al conocer a Monika.
Imagen tomada de IMDb.


Por cierto, en la película se puede apreciar el mundo real de la Estocolmo de entonces; sin trucos ni ambientaciones artificiales (no es la única en la que esto se aprecia). Tan avanzado que se nos muestra hoy en día era, sin embargo, pueblerino y atrasado como los demás hace setenta años. Con razón el desnudo fue todo un suceso. Otros nombres del filme: Summer with Monika en inglés y Sommaren med Monika en sueco.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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Reseña en Wikipedia:


06 agosto 2021

Vivir - Akira Kurosawa (1952)


Imagen del póster en IMDb.

La vida es aquello que va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes.
Allen Saunders (1899-1986)(1)


Mucho antes de que se produjera Antes de partir (2007), Kurosawa rodó Vivir (Ikiru en japonés transliterado, 生きる en japonés). Aún antes, en 1886, Tolstói escribió La muerte de Iván Ilich, novela en la que se basa esta película. ¿De qué va? Va de lo que haría alguien, cuya vida ha sido insípida y gris, al saber que pronto morirá. En Antes de partir, uno de los personajes había vivido una vida emocionante, el otro no; pero ambos tenían carencias que intentaron paliar antes de irse.


Watanabe, el arquetípico «funcionario» del Estado.
Imagen tomada de IMDb.


En Vivir, Kanji Watanabe (Takashi Shimura) es un burócrata que lleva treinta años sentado en un escritorio poniendo sellos en papeles. Ha enviudado hace veinte años y vive con su nuera y su hijo. Su vida no puede ser más patética. En su rostro se refleja esa vida. Al enterarse de que tiene una «ligera úlcera» estomacal(2) cae en una depresión. Falta al trabajo por primera vez en treinta años y se entrega a la bebida. Desconsuelo total. En un bar conoce a un escritor de segunda con el que pasará una noche loca; para ello sacó del banco cincuenta mil yenes. Después de dos semanas de ausencia laboral, Toyo (Miki Odajiri), una subalterna de la oficina, lo busca para que le selle la renuncia. Ella se va porque ahí no se siente bien. La chica, muy alegre y vivaz, le contagia las ganas de vivir a Watanabe. Con ella es feliz. Los familiares y vecinos creen que él la tiene por amante. Sale con ella varias veces, a comer, al casino, hasta que ella no se siente cómoda. Le regala un conejo mecánico con el que ella drena la ansiedad. Él no ve cómo podría usarlo en la oficina, pero lo toma.


Watanabe con el joven escritor en la noche loca,
ambos embriagados. Imagen tomada de IMDb.


Regresa al trabajo, donde se le han acumulado los papeles hasta conformar una torre. El primero de ellos refiere a un reclamo de los vecinos de un barrio en relación a un terreno que se anega; los vecinos piden que les construyan un parque para los niños. Le encarga el proyecto a uno de sus subalternos, que al principio lo quería zapatear a otro departamento. Él le hizo seguimiento al proyecto hasta su muerte. Murió en el parque.


Toyo le muestra el conejo que le drena la angustia.
Imagen tomada de IMDb.


Durante su velatorio, los compañeros de la oficina disertan sobre qué tanta responsabilidad tuvo Watanabe en la construcción del parque. Unos aseguran que sin el trabajo de otros departamentos no se hubiera construido, otros que él fue el alma y corazón de ese proyecto. Llegaron los vecinos que habían pedido el parque a presentar sus respetos llorando. No quedaban dudas sobre su injerencia en el proyecto. Flashbacks lo muestran a él en el sitio de los trabajos.


Watanabe visita el lugar problemático que convertirá
en parque infantil. Imagen tomada de IMDb.


Los primeros minutos de la cinta, muestran la vida del señor Watanabe y se enfocan en el aspecto de la burocracia ineficiente de la que él formaba parte. El departamento que él dirije se llama, con toda la ironía del caso, «Servicios al ciudadano». Uno de los empleados dirá: «En este mundo, no hacer nada es la mejor manera de mantener el trabajo». Esta es la clave de la burocracia ineficiente que aún hoy se observa en muchos países, pero que los que están a la vanguardia han tenido que execrar, pues la ineficiencia (y la ineficacia) de una burocracia excesiva, perezosa o mal entendida, frenan el desarrollo. Cuando los vecinos acuden por vez primera a solicitar que les resuelvan el problema, todos los funcionarios los remiten a otro departamento. Se los recorren todos, hasta llegar de nuevo al departamento de Watanabe, donde los invitan a rehacer el circuito y ellos se enfurecen. Cáustica crítica al sistema que, con seguridad, también Japón tenía. Es evidente que lo superaron, de lo contrario no hubieran llegado a donde están.


En el parque, minutos antes de morir.
Imagen tomada de IMDb.


La vida es la constante sorpresa de ver que existo.
Rabindranath Tagore (1861-1941), filósofo y poeta hindú.

Pero el aspecto medular del filme es el cambio de actitud de Watanabe. De la depresión inicial, en la que le pidió al joven escritor que le enseñara como pasarla bien, a la ilusión y felicidad que la dinámica Toyo le inyectó a su acre vida. En sus parcas conversaciones con Toyo, Watanabe cayó en cuenta de que debía hacer algo significativo con su vida, algo que le agradara. Se decidió a hacer lo que siempre tuvo que hacer: su trabajo, serle útil a los ciudadanos, para eso era el departamento que dirigía. Todos ganaron: los ciudadanos con su parque, él con la satisfacción del deber cumplido, la administración con el agradecimiento de los pobladores. El servir a los demás, el serle útil a otros fue lo que lo salvó de sí mismo. Gran mensaje de la película.


En el velatorio de Watanabe. 
Imagen tomada de IMDb.


En este proceso, la actitud del hijo y de la nuera, que más parecen buitres, no se dejó de lado. Recuerdan a los desentendidos hijos del matrimonio que, un año después, Yasujirō Ozu describiría en la épica Cuentos de Tokio. No hay que olvidar que Japón venía de una cruenta guerra en la que fue perdedor; todavía las cicatrices estaban sangrando. Ambas películas, con indudable núcleo moralista, quizás sirvieron a forjar el Japón que hoy es referente mundial. El cine como medicina para sanar una sociedad.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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(1) Frase falsamente atribuida a John Lennon. Lennon la popularizó.
(2) En aquél entonces, y aún mucho después, los médicos debatían si había que decirle o no al paciente la gravedad de enfermedades letales. En la película, otro paciente en la sala de espera le comenta a Watanabe que al que le dicen «ligera úlcera» eso supone un cáncer con prognosis de pocos meses de vida.

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Reseña en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:


03 agosto 2021

Quemado por el sol - Nikita Mikhalkov (1994)


Imagen del póster en IMDb.

Dedicado a todos los que fueron quemados por el sol de la revolución.
Epílogo del film.


URSS, años 30, purgas stalinistas. El agente de la NKVD, Mitya (Oleg Ménshikov), recibe una llamada telefónica a su apartamento, que comparte con un hombre mayor que habla francés. Contesta que sí lo hará. Corte. Es invierno; una banda de música toca en una pequeña concha acústica para una solitaria pareja que baila, una niña les espera. ¿Es Stalin el que baila? Corte. 


En el sauna de la dacha, padre e hija.
Imagen tomada de IMDb.



Los tanques amenazando el cultivo de trigo.
Imagen tomada de IMDb.


Unos tanques invaden un campo de trigo para realizar unas prácticas militares. Los campesinos acuden para que no les destruyan la cosecha. Uno de ellos, busca a Serguéi Kótov (Nikita Mijalkov), que está en el sauna de su dacha con su mujer y su hija, para que los ayude. Serguéi es un héroe de guerra del ejército rojo, muy respetado. Ante el asombro de todos, logra detener los ejercicios al hablar por radio con el superior de los soldados que están en el campo. Al otro lado de la línea el comandante atiende solícito su pedimento.


Nadia ve llegar a Mitya. Imagen tomada de IMDb.


En el río, Serguéi da un paseo con su hija en bote...
Imagen tomada de IMDb.


...y Mitya y Marusya hablan de viejos tiempos.
Imagen tomada de IMDb.


Luego van a su casa Serguéi, su mujer Marusya (Ingeborga Dapkūnaitė) y su pequeña y simpática hija Nadia (Nadezhda Mijalkova). Tienen un festejo con los familiares de Marusya. Ataviado con un disfraz, llega un asistente no invitado: el carismático Mitya. Unas secuencias de ritmo casi trepidante nos muestran al grupo yendo al río, donde concurren con un «colectivo» de jóvenes pioneros (niños a los que adoctrina el partido comunista) y se llevan a cabo unos ejercicios de evacuación por si son atacados por el «enemigo imperialista»; en estos se colocan máscaras antigás y algunos fingen ser heridos. Ya en casa, comen y departen en un ambiente amistoso. Pero todo tiene su final. Mitya (antiguo novio de Marusya y combatiente en las filas enemigas de las que Serguéi sirvió; es decir, el ejército blanco), ha venido a llevarse a Serguéi. Es una de las víctimas de las purgas stalinistas.


Un aspecto de la reunión familiar.
Imagen tomada de IMDb.


Un pequeño sol que se mueve por doquier. 
Aquí, antes de destruir un árbol del bosque.


El elemento simbólico, si se quiere surrealista, es una pequeña luz amarilla (un sol), que se supone ubicuo y que destruye (quema) lo que selecciona para ser destruido. Es una alegoría del control social y político que el régimen stalinista ejercía sobre la población: ubicuidad, autonomía y arbitrariedad en todo el territorio.


Las secuencias de la reunión familiar son de
verdadero ensueño. Imagen tomada de IMDb.


De lo mejor del cine ruso actual. Mezcla ritmos rápido con lento y drama condimentado con comedia. Impecable puesta en escena y fotografía, con muy buenas actuaciones, excelentes vestuario, música y ambientación; esta película nos ilustra sobre los métodos que empleó el partido comunista soviético para salir de los disidentes o de los héroes de la revolución que después se convertían en sujetos «incómodos» para la nomenklatura. Incluso de los que —siendo amigos del sistema— brillaban con luz propia, pues Stalin no aceptaba competencia, por muy leal que fuese. La revolución, cual Saturno, devoró a sus hijos.


En el río, un ejercicio para prepararse contra la invasión del
«enemigo imperialista» les forzó a colocarse máscaras
antigás. Aquí Mitya toca piano con ella puesta.
Imagen tomada de IMDb.


Los sutiles toques de humor, discretos y bien repartidos a lo largo del film, aligeran el talante trágico de la historia. Dos o tres hombres siempre le tocan el trasero o el busto a la sirvienta, obligándola a taparse con una bandeja; un campesino que conduce un camión no consigue llegar a una dirección para hacer una entrega y lo muestran varias veces en esa faena, cada vez más desesperado por dar con el sitio; frases jocosas o con doble sentido; la siempre simpática aparición de la niña Nadia y las ocurrencias de Mitya (que a pesar de ser un esbirro tiene una personalidad atractiva) y de otros personajes, le restan oscuridad y tristeza de ánimo a la película.


La bandeja es para evitar que le toque los senos.
Imagen tomada de IMDb.


Jugando fútbol, poco antes de llevarse a Serguéi.
Imagen tomada de IMDb.


Una de las virtudes de la cinta de Nikita Mijalkov (director, coguionista y actor de la misma) es que muestra la crudeza sádica del sistema implementado por la policía política del Kremlin, la NKVD (luego devenida en KGB): con una seriedad aséptica irrumpían en el íntimo entorno familiar, en pleno festejo, delante de infantes, para lograr su infausto cometido. Es una alegoría de lo que fueron esas purgas; en medio de sonrisas y camaradería (¿mientras el jefe supremo baila?), le clavaban la daga al señalado como «traidor» de la revolución. ¿Cómo lo seleccionaban? Quizás con un par de dados, o poniendo el dedo en una lista de nombres escogidos al azar. Pudo haber sido colocando la lista en lugar de la diana de dardos. Inocentes, culpables, ni lo uno ni lo otro, igual caían. Lo hemos visto también en la revolución cubana y en la venezolana. Así funciona ese sistema, enarbolando la falsa bandera del «bienestar colectivo». Bienestar colectivo es un eufemismo de hegemonía del déspota que detenta el poder. ¡Qué calamidad! Y pensar que siguen teniendo adeptos...


En el automóvil, Serguéi vistió su uniforme.
Imagen tomada de IMDb.


Otro aspecto de la perversión del régimen era la utilización de amigos o familiares para detener a los «traidores» de la revolución. Había que tener sangre fría para hacerlo. En esta película, Mitya no podrá con el cargo de conciencia. Hay que tener presente otro aspecto: Serguéi, ahora víctima, fue uno de los que ayudó a construir ese monstruoso Leviatán...


Obra de los esbirros de Stalin.
Imagen tomada de IMDb.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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Reseña en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:


Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

Las 10 + proyectadas