Imagen del póster en IMDb.
¿Lealtad a la patria o al amor?
La primera versión de esta película la realizó Jean-Pierre Melville, precursor de la nouvelle vague francesa, en 1947. Esta versión está dirigida por Pierre Boutron y es para televisión. En un pueblo francés recién ocupado por los nazis, los alemanes seleccionan la casa de la familia Larosière, donde viven André (Michel Galabru) y su nieta Jeanne (Julie Delarme), para que se aloje el capitán Werner von Ebrennac (Thomas Jouannet). Jeanne es profesora de piano y el primer día que llegó Werner a su casa ella estaba tocando una pieza de Bach; pieza que, después, se sabrá que es la predilecta del capitán, también músico y compositor.
A pesar de su cara de nazi, Werner es un sujeto
amable y educado con los Larosière; igual que
con otras personas. Imagen tomada de IMDb.
Esta situación de huésped impuesto crea un clima enrarecido cuando el cortés capitán llega a la casa. Los Larosière lo ignoran por completo y siempre lo dejan hablar solo. El capitán, muy educado y deferente para con sus anfitriones forzados, habla de diversos temas: el tiempo, la literatura, la música, lo tanto que le gusta Francia; pero ningún tema provoca respuesta en los inmutables franceses. A pesar de ello, nace un romance silencioso entre Jeanne y Werner. Él admira y respeta el silencio de ella, lo comprende y lo compara con el silencio del mar, al que hay que saber escuchar, según les cuenta el capitán en uno de sus monólogos. Werner también admite que no se pueda llegar a más, dadas las extrañas circunstancias en las que ambos están inmersos.
Jeanne entra a husmear en la habitación de Werner.
Huele su bufanda, lee la carta, se acuesta en la cama.
Además del dilema ético-moral hay una historia de
amor que subyace, un «amor imposible».
Un día, Jeanne se entera de que la resistencia planea algo; una amiga suya le pide que, si le pasa algo a ella y a su esposo, se haga cargo de su hijo. Jeanne observa por casualidad que unos sujetos colocan algo bajo el automóvil del capitán. Sorprendida porque sospecha que se trata de un atentado, experimenta una enorme presión interna entre su fidelidad a la patria, en contra de los invasores, y su amor por el capitán. ¿Qué haría usted en su lugar, amable lectora?, ¿advertiría al capitán o no?
Una noche, Werner se quita su uniforme y se viste
de paisano. Todos sus intentos por cordializar son
infructuosos; mutis total del anciano y su nieta.
La película está muy bien ambientada y las interpretaciones son estupendas. Es un filme muy bien realizado. Sin embargo, lo que más llama la atención no son los aspectos técnicos, sino su temática. Recuerda a Portero de noche, el film de Liliana Cavani que cuenta la relación sadomasoquista entre una prisionera y un oficial nazi. En ese caso, la relación fue forzada, pues existía prelación de la relación de poder sobre la de sexo. En El silencio del mar, el nazi es una persona decente, educada, cortés y, en ningún momento, pretende valerse de su condición de hombre poderoso para amilanar a Jeanne. Esta es, precisamente, una de las características que lo hacen deseable para la joven.
El atentado toma por sorpresa al abuelo de Jeanne,
pero no a ella.
El dilema moral está muy bien resuelto en la historia, es convincente (no es prudente contar cómo, porque sería un destripe que le quitaría la intriga al film). Como quiera que sea, plantea algo que también se presentó en la gran película de Román Polański El pianista: que el arte podía acercar a víctimas y victimarios en una guerra; que no todos los nazis eran unos desalmados, algunos no tuvieron más remedio que participar, sobre ellos pesaba una amenaza tan tenaz como la que apuntaba a las víctimas. No se pretende reivindicar a los nazis o al nacionalsocialismo; estos filmes lo que ponen en la palestra es que no todos, absolutamente todos, eran unos asesinos.
Imagen del póster en Filmaffinity.
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Artículo en Wikipedia en inglés:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0430594
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film150219.html
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