El mundo puede ser un lugar muy pequeño
Randy «El carnero», excelentemente interpretado por Mickey Rourke se desempeña como luchador de lucha libre con relativo éxito. Su vida se ha visto truncada por los errores que él ha cometido, el más grave separarse de su hija. Es consumidor de drogas y un día tiene un colapso cardíaco. Luego de ser operado le suspenden todo tipo de actividad física medianamente exigente. Su precoz retiro del ring lo hace ingresar en un mundo distinto al que habitualmente ha pertenecido. Esto le permite acercarse a su hija y también a Cassidy, personaje a cargo de la bella Marisa Tomei. Sin embargo, no logra acomodarse a ese «nuevo mundo» y retorna al cuadrilátero, con el riesgo de perder la vida en ello.
El luchador es un filme que nos habla de volverse a levantar luego de caerse; en este caso dos caídas. Randy hace sus mejores esfuerzos para consolidarse en un mundo que le es ajeno, busca infructuosamente el acercamiento con su joven hija, e intenta abrir un compás romántico con la cabaretera Cassidy, intento también un tanto infructuoso. El estallido ocurre cuando es reconocido por un cliente en un supermercado donde se encarga de despachar al público, recordándole que ha caído, que ya no es el mismo. Se da cuenta de su finitud. Harto de no encajar en ese mundo decide que no es para él y regresa a su pequeño mundo de la lucha libre, en donde es reconocido, respetado e incluso aclamado; y para el cual está capacitado para ganarse la vida más fácilmente, y con menos humillación. Además, ahí su finitud no es tan palpable. No es el motivo económico el que lo mueve, es el de la amabilidad de un entorno y la hostilidad del otro. Randy no tiene competencias para migrar del cuadrilátero pero, por otra parte, cabe preguntarse si el otro mundo está preparado para recibir a alguien así. En pequeña escala nos ilustra sobre el azaroso devenir del emigrante, de aquél que sale de un entorno conocido, en donde se ha desempeñado toda su vida y entra en otro totalmente distinto, para el cual no está preparado y el cual no está preparado para recibirle.
La historia que cuenta este filme guarda cierto paralelismo con la vida del propio actor Mickey Rourke, pues fue el primer filme exitoso que rodó luego de su largo periplo por el escabroso mundo de la droga y el alcohol. Fue el levantarse de Rourke, gracias a su propio empeño y a la ayuda de sus amigos, entre ellos el director Aronofsky. Soberbias actuaciones, tanto de Rourke como de Marisa Tomei, apuntalan este espléndido film realizado por un director ya consagrado, capaz de convertir una historia estándar en un producto artístico bien acabado y que atrapa al espectador.
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