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Este blog no es de crítica especializada ni académica, solo de comentarios «al dente» de un espectador común.

Advertencia: destripe.

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11 octubre 2013

Bananas - Woody Allen (1971)



Las grandes naciones han actuado siempre como hampones,
y las pequeñas como prostitutas.
Stanley Kubrick


Esta pequeña joya de la filmografía del cineasta judío-neoyorquino Woody Allen pertenece a su mejor etapa: la etapa de sus películas cómicas, o cómico-reflexivas. Recientemente se ha puesto muy serio y circunspecto, probablemente por la cercanía de la muerte debido a su edad; aunque no por eso sus actuales películas no son buenas. Las cómicas son más ligeras e igualmente profundas. Su terror a la muerte lo ha expresado públicamente tanto en entrevistas como en sus películas. Este filme es muy grato de ver ya que a través del buen humor y de situaciones ridículas nos hace reflexionar sobre un sinnúmero de tópicos. También se le conoce con el título La locura está de moda.

Un ciudadano norteamericano típico se ve envuelto en una serie de circunstancias «bizarras» que lo llevan incluso a ser presidente de un país bananero, San Marcos (el argumento detallado está en este enlace). El tema principal de la película es político, pero Allen no desperdicia ninguna oportunidad para criticar cualquier otra cosa, desde los mass media hasta el sexo, pasando por el interés que mueve a las personas, la arbitrariedad, las apariencias, el fingimiento y más. En eso, en que trata de muchos tópicos, se parece a Magnolia.

En lo político es particularmente interesante, pues es una crítica hilarante sobre cosas muy serias. Allen dispara simétricamente contra las repúblicas bananeras (las que están al sur del río Grande) y contra Estados Unidos. Igualmente a los gobiernos y a los habitantes, nadie se escapa del látigo de las bufonadas de Allen. San Marcos es un pobre país pobre (como el nuestro), formado por habitantes cándidos, preñados de esperanzas que nunca ven el momento del parto y por estólidos criminales que se hacen del poder de las maneras más extrañas e irracionales. Y USA es un país cuya ayuda siempre lleva de equipaje algún interés turbio como la venta de armas o la destrucción del país para la ulterior reconstrucción, a manos de ellos ambas operaciones. Lo más triste del caso es que lo que denuncia Woody Allen en esta película solo es una parodia de la brutal realidad. Es tan cierto lo que dice de USA como de X; siendo X cualquier país bananero. Ponga usted su país preferido amable lector. Sobre lo de USA, ha sido demostrado reiteradamente que sus intereses no son que haya democracia y/o libertad y/o cualquier otro atributo de los Derechos Humanos en el país intervenido, sino económicos o geopolíticos, llámese petróleo, oro, ubicación estratégica desde el punto de vista de su seguridad y de sus fines bélicos. Pero dejemos que critique un estadounidense su propio país con propiedad, tal como lo han hecho Allen, ChaplinOliver Stone y muchos otros. Vamos con X, que lo tenemos más a la mano y con el que tenemos más sentido de pertenencia, ya que vivimos en él.




En el filme, las situaciones realmente extravagantes nos causan risa, tal como la escena que encabeza estas notas, en la que el incipiente déspota decreta que el nuevo idioma oficial será el sueco y que la ropa interior debe ir por fuera. Es gracioso verlo en una película, pero es pavoroso ser habitante de un país donde ocurren cosas no muy distanciadas del decreto fílmico. Aquí se decretan cosas tan irracionales e incomprensibles como los decretos de Espósito en este filme. Además, el régimen ha acabado con la independencia de poderes, con el estado de derecho y con las instituciones, con la calma y sosiego que debe reinar en la sociedad, con la seguridad y amparo de sus ciudadanos contra el hampa, entre otras muchas cosas. Ahora parece encaminarse hacia una hambruna, de la que toda revolución comunista se jacta. Por si eso fuera poco, incluso un elemento cultural de vital importancia como es el lenguaje, lo tergiversa para aniquilar el referente cultural que aglutina el tejido social, para -en un infructuoso y ridículo intento- «demostrar» que la mediocridad es tan buena como la excelsitud, que lo pobre es bueno y lo rico es malo. Lo más deprimente es que un ingente de pobladores creen ciegamente en la nomenklatura decadente, moralmente mísera, con estenosis mental, sin imaginación ni preparación intelectual para otra cosa que no sea el delito y la arbitrariedad. Para colmo, copia los esquemas de comportamiento salvaje de esa élite mediocre que pretende educar al pueblo, cuando en realidad lo mediocriza y lo mantiene en una permanente zozobra.

Mucho después del filme de Woody Allen, las cosas siguen casi igual. Lo bueno es que viendo la película podemos abstraernos de la realidad y reírnos, antes de regresar a ella para lamentarnos. Y si a usted no le atrae la política, tiene muchos otros asuntos de los que incisivamente hace escarnio. Buena parte de la película está dedicada a las frustraciones amorosas del protagonista (el mismo Allen), reiterado tema en casi todas sus películas. El eterno e incomprensible femenino que trastoca la racionalidad del hombre que intenta cortejar a la mujer. Él propone y ella dispone, y en el caso de Allen casi siempre disponen en contra de él. En Bananas, la fémina acepta, ya al final, a su pretendiente, pues este ha demostrado firmeza de carácter al hacerse presidente de San Marcos. La firmeza, la fuerza, el temple, era algo que ella quería de él al inicio. El filme también tiene alusiones a otras películas, como Tiempos modernos o El acorazado Potemkin, y otros que ahora no recuerdo; y mucha simbología insertada casi imperceptiblemente en la historia. Muchos gags de Allen son chaplinianos, pero también provienen de Buster KeatonHarold Lloyd o Groucho Marx. Es un collage refrescante de ver, un filme fundamental de Woody Allen.


Extracto del filme con el enrevesado parlamento
 típico de los filmes de Woody Allen


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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

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