¿Está el pobre destinado a ser pobre?
Emilio Fernández,
apodado “el indio”, fue uno de los realizadores cinematográficos mexicanos de
mayor importancia en la filmografía de ese país hermano, la cual tiene un
sitial de honor dentro del cine americano y mundial. La perla se
realizó en la Época
de Oro (o Época Dorada)
del cine mexicano (aprox.
1935-1958). La historia está basada en un libreto nada menos que del Nobel John Steinbeck. A pesar
de que el escritor no era iberoamericano, el libreto es absoluta y totalmente
adecuado a la idiosincrasia iberoamericana. Ya este hecho llama la atención, y
dice mucho de la versatilidad de Steinbeck.
El pescador de perlas Quino consigue una perla de excepción. Su mujer le advierte, luego de algunos hechos relacionados con los intentos de robo de la perla, que les traerá el mal, y que deben regresarla al mar. Él sueña con un futuro mejor para ellos y su hijo, que pueden lograr con la venta de la perla. Desafortunadamente el desarrollo de los hechos le da la razón a ella. Gran actuación del galán Pedro Armendáriz, muy buenas dirección, fotografía, y expresión de la realidad latinoamericana de ese entonces (y de ahora también, pues históricamente eso fue ayer).
Mucha “tela que cortar” con el
planteamiento y la puesta en escena de este excelente film. Sintetizaré para no
hacerlo largo. Primeramente, está presente el elemento mítico-mágico, que
mantiene en el individuo la ilusión de que sus problemas serán resueltos por
algún ser o hecho exógeno: obtención de una fortuna súbita que cambiará su
desdichada suerte, bien sea un premio de lotería, una herencia, una perla, o un
gobernante que distribuirá dádivas. La añorada autonomía, o la autarquía, del
individuo, que soñaron los fundadores de estas naciones, no se ha logrado luego
de dos siglos de existencia. Este mal es propio de todas las culturas, pero es
muy marcado en la iberoamericana. Inicia desde la época de la conquista, pues Latinoamérica
fue conquistada, mientras que U.S.A. fue colonizado. Los pioneros de Norteamérica
fueron familias que se asentaron para iniciar una nueva patria y tenían como
valor el ganarse el pan con el sudor de su frente. En Iberoamérica siempre se vio
a estas tierras como cornucopias de las que libar, por extranjeros, por
gobernantes y por gobernados. Hay excepciones, evidentemente, por ejemplo la fiebre del oro
en Norteamérica. Este ejemplo se llevó al cine en La
quimera del oro, de Chaplin,
en cuyo artículo no acertamos a incluir esta observación.
En segundo término, se encuentra la avaricia, la envidia, el robo, por parte de los letrados de la comunidad. Esta es la visión que plantea el film. No se puede desmentir, pues basta con repasar la historia de estos países para establecer, casi con rango de ley, que la mayoría de los gobernantes han sido unos ladrones del erario público. De todas formas, si no hubiese letrados en la comunidad de Quino, los mismos vecinos –pobres como él- le hubieran dificultado o impedido su salto de clase luego de conseguir la fortuna que se lo facilitaría. No es un secreto que cuando, en una barriada, existen personas progresistas que logran dar ese salto de clase, éstos deben mudarse, no porque cambien de status, pero para no ser objeto de los males que la envidia detona. Quino y su mujer intentaron eso, pero la persecución implacable, al estilo de la que se dio en la película Ukamau de Jorge Sanjinés, terminó con la muerte de su hijo y regresaron al pueblo para deshacerse del mal: la perla. No deja de recordarnos la película Los dioses deben estar locos (Jamie Uys, 1980), que desde una perspectiva humorística, planteaba lo mismo: los indígenas de una tribu del Kalahari se deshicieron de una botella de Coca-Cola que cayó de un avión, porque ésta había generado problemas entre los integrantes de la tribu, pues le daban toda clase de usos y se peleaban por poseerla.
Por otra parte, también se ve compañerismo y verdadera amistad hacia los afortunados por personas que no son envidiosas, por verdaderos amigos, gente con valores positivos. Esa manera de ser desinteresadamente amistosa también es muy difundida en Latinoamérica.
En la historia de La Perla, el
afortunado Quino termina siendo un desafortunado al que le mataron un hijo
gratuitamente y sigue igual de pobre que antes de encontrar la fortuna. Es una
visión pesimista, pero ¿se puede objetar objetivamente? ¿No es así en la vida
real? Este reflejo de la vida causa pavor en pantalla, pero en la vida real parece
no conmovernos de igual manera. ¿Por qué?
Emilio Fernández plasmó el
realismo iberoamericano, específicamente el mexicano, de una manera poética y
con gran belleza plástica en sus filmes. Este es uno de sus mejores, a pesar de
que solo está en el puesto 80 en la lista de los mejores 100 filmes del cine mexicano. Gran película.
---
Adenda enero 2020.
La Casa de México en Madrid proyectó una versión restaurada de La perla el día 20 de enero de 2020, dentro de la semana dedicada al estado de Guerrero. Antes de la proyección de la película, un grupo de baile folclórico deleitó a los espectadores. También una comitiva de diversas personalidades ligadas al estado de Guerrero, a la Casa de México y al cine, dedicaron unas palabras. Lo más llamativo fue que Miguel Torruco Marqués, el hijo de María Elena Marqués, coprotagonista de esta película, estaba entre la delegación presente, pues es Secretario de Turismo de México. Contó detalles del rodaje y de su madre. Muy grata esta sorpresa.
La Casa de México en Madrid es un acogedor sitio donde el país azteca comparte su cultura con el país hermano (más que «madre patria») en un ambiente amable, pleno de cortesía y sentimiento. Entre las muchas y variadas actividades que ofrece, se cuenta la proyección de películas mexicanas.
Antes de la proyección, un grupo de danza folclórica
(en primer plano) amenizó el ya grato momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario