La vida se cuela por todas partes
Frase de la doctora
Persona es una
de las películas más enigmáticas e intimistas del realizador sueco Ingmar Bergman. Sesudos
análisis se ven por doquier, intentando entender lo que habitaba en la mente y
el espíritu del gran director, para poder interpretar Persona de manera correcta.
Ideas van e ideas vienen. Bergman concibió el libreto estando hospitalizado,
situación que seguramente lo hizo reflexionar a fondo, y en la que tuvo tiempo
para agudizar el análisis sobre la naturaleza humana, la psiquis, la existencia,
la muerte, la nada.
El argumento habla
sobre la convalecencia de una actriz que en plena interpretación de Electra, súbitamente queda muda
y aislada del mundo, sin presentar síntomas de daño cerebral o mental que
puedan evidenciar los estudios siquiátricos. La directora del instituto mental
envía a Elisabeth Vogler –nombre de la actriz, interpretada por la hermosura bergmaniana
Liv Ullmann- a descansar
en una casa veraniega de su propiedad, junto a Alma, enfermera que cuidará de
ella, personaje que corre a cargo de otra actriz bergmaniana: Bibi Andersson. Durante
su estadía, Alma intenta, infructuosamente, hacer hablar a Elisabeth. Para
romper el agobiante silencio, habla ella y le cuenta a la actriz teatral las intimidades
de su vida. Poco a poco la paciente va tomando el lugar de la enfermera y es
ella la que “estudia” a Alma, quien descubre indignada que es objeto de estudio
por parte de la actriz, al leer una carta que le enviaría ésta a la doctora. Al
final, Alma regresa a la ciudad sola, mientras se hace una toma del equipo de
filmación. Ya al comienzo del film emergieron imágenes, disociadas entre sí,
relativas al cine.
Hay varias acepciones de “persona”: en el contexto teatral significa máscara o
personaje; también significa máscara en el contexto social, pero refiere al escudo que
todos portamos para nuestra interacción con los otros, y para nuestra protección. Así las cosas, ya
sabemos "por donde van los tiros" de Bergman. Muchas reflexiones se
pueden extraer del visionado de este complejo film. La primera y más inmediata
es la implosión de la actriz, su consciente aislamiento del mundo luego de un
colapso existencial. Es a través del silencio, de la incomunicación, que lo
lleva a cabo; cometió un suicidio intelectual, social ¿Está cansada, decepcionada del
mundo y de su vida? La doctora incluso llega a entender ésta actitud de
Elisabeth y le advierte que, a pesar la máscara que se ha colocado para
separarse de los demás, ésta es permeable y no podrá aislarse totalmente. “La
vida se cuela por todas partes”, le dice.
Yo soy si tú eres. Tú eres si yo soy
Pero ese
aislamiento tiene una secuela peor que él mismo. Ese aislamiento significa, de
alguna manera, no reconocer al otro: no comunicarse lo entendemos como sinónimo
de no reconocer. Es en el reconocimiento del otro que el otro es, y uno es en tanto que el otro lo reconoce a uno como tal. Ya los antiguos griegos habían dado cuenta de ello. Alma sí la reconoce
a ella, le habla constantemente, pero no se siente reconocida por Elisabeth,
escudada por su ostracismo, su persona (máscara). Finalmente Alma no logra
sobrevivir tanta indiferencia, tanta soledad, y abandona a Elisabeth,
suponiéndola recuperada. De manera que el lenguaje es vital no solo para comunicarnos sino para reconocernos.
La conmutatividad de los personajes
Otro
planteamiento del film es la simbiosis que se da entre las dos mujeres, o mejor
aún, la conmutatividad que se desarrolla: a pesar de sus diferencias son, en
última instancia, seres humanos que podrían ser conmutados sin alterar el todo
aunque se alterasen las partes. Sus emociones son distintas, sus visiones del
mundo también, así como sus entornos. Pero, a pesar de esa diferencia, ambas
tienen emociones, visiones del mundo y entornos. Parece decirnos que todos venimos
del mismo barro, nos guste o no, aunque la talla sea distinta. De suerte que
Alma se convierte en paciente de Elisabeth, como ya se dijo. Lo cierto es que
los largos monólogos de Alma, que Elisabeth oye con toda paciencia,
logran expiarla de ciertas culpas y dudas que la ahogaban.
Todo esto es cine
Pero, ¿son los personajes los que se conmutan o son las personas humanas? A lo largo de la película se muestran, ex profeso, imágenes que nos recuerdan que es un film y no es la realidad, pero no se afirma, solo hacen recordar que es una película. En cualquier caso, ¿qué es “la realidad”? ¿Constituye nuestra realidad lo que se halla fuera de la máscara o lo que está dentro de ella? La realidad incluye, paradójicamente, el haber visto películas que se preguntan qué es la realidad. Nuestra realidad incluye dudas sobre la realidad misma.
Los medios y la guerra
La película
toca otros temas, aunque con menor intensidad. Uno de ellos es la crítica que
se hace abiertamente al teatro, a la radio, a la televisión y al mismo cine,
que desdibujan, maquillan o trastocan la realidad, o la hacen irrelevante, o
simplemente sus contenidos son banales. Es decir, nos imponen su propia máscara.
Todo se reduce a las apariencias, como dijo Sócrates y, antes que él, Parménides. También refiere
a la guerra en una corta escena en la que se observa por TV la inmolación real
del monje budista Thich
Quang Duc, ocurrida en 1963 en Saigón, y que consterna a Elisabeth, porque es "real", mientras en una escena anterior había reído al oír una novela radial (por ser una mera invención del medio); y también había
reído cuando detuvo su interpretación de Electra y enmudeció, porque tampoco era una situación "real".
Las regias actuaciones de Bibi Andersson
y Liv Ullmann, la
espectacular fotografía en blanco y negro de Sven Nykvist, el
excelente montaje, el original guión
(también de Bergman) y la soberbia dirección, hacen de este filme del maestro sueco uno
de sus mejores productos fílmicos. Toda una obra de arte. No en balde ha sido
seleccionada en algunas listas como una de las mejores películas del cinema. Otro comentario sobre esta película se puede ver en este enlace.
1 comentario:
Genio Bergman.
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