Shit happens
Decía el sticker que inspiró Forrest Gump, y sintetiza el tema central de este filme.
En el cine, al igual que en la literatura, y quizás también en el teatro, todos los temas han sido tratados; prácticamente no hay un tema nuevo desde hace mucho tiempo. Cambia el contexto, la careta de la historia, pero el tema de fondo es común en muchísimas obras. La diferencia entre una y otra -que tratan de lo mismo- es la manera en la que está contada cada historia(1). Y hay películas que aún siendo superficiales en su argumento, están tan bien hechas que son muy buenas, tal como toda la obra de artistas como Alfred Hitchcock o Quentin Tarantino. En eso hay que concederle a Federico Fellini lo acertado de su frase "soy un artesano que no tiene nada que decir, pero sabe como decirlo". De suerte que, como en todo arte, la forma es tan importante como el fondo. En el caso de Paul Thomas Anderson, sus filmes están cuidados en la forma, y tienen temas serios de fondo. Este director también ha logrado desarrollar su propio estilo, imprimiéndole un sello personal a sus obras.
Magnolia pertenece a la estirpe de filmes fuera de serie. La vertiginosa velocidad con la que ocurren los hechos, en sus dos primeras horas de las tres que dura, nos hace pensar que el director deseaba comentar prácticamente toda la temática existencial del Hombre. Es un atragantarse de escenas que tienen al espectador al filo del asiento, expectante, sin posibilidades de acertar la próxima escena, porque no es previsible. El film es una serie de historias conectadas entre sí por algún personaje, que presentan toda una gama de temas interesantes, con un argumento central que pareciera resumirse en la frase "esto puede pasar", el azar, lo incontrolable, las coincidencias, lo absurdo, formando parte de nuestra vida e interviniendo en ella de manera decisiva, sin nuestro consentimiento, ni mucho menos nuestro artificio. No todo es color de rosa, no todos los días son felices. El amor, la vida, la muerte, la amistad, la explotación infantil, los errores de la gente, los aciertos, todo esto y más forman un exquisito collage que Anderson magistralmente pintó, encuadrándolo con una excelente banda sonora, cuya autora es Aimee Mann. La lluvia de ranas, que como elemento absurdo(2) fija un punto de quiebre en la historia, es genial. A partir de este evento -que podría haber sido otro evento cualquiera igual de extraño- las cosas cambian, el hilo narrativo se enfila hacia el final, tristemente inexorable para algunos personajes.
Los sucesos que relata esta bien contada historia corresponden a gente ordinaria en situaciones ordinarias. No se requiere el sitio común donde personas ordinarias están sometidas a situaciones extraordinarias. Eso hace que la historia sea más cercana al espectador, que uno se identifique con alguna situación o con algún personaje. No hay héroes que uno no puede emular ni con los que uno se pueda identificar, son personas normales. Pero como la historia está muy bien contada, es la mar de atractiva.
Este filme, debido a su densa y múltiple temática y su rápido desarrollo, probablemente amerite un segundo visionado para adentrarse más en él, para aprehenderlo. Luego de verla, prácticamente obliga a comentarios e intercambio de opiniones entre quienes la vieron. Con un reparto de primeras estrellas, un guión espectacular, música, montaje y edición bien logradas, está llamada a ser una de las grandes obras del cine. Desde mi modesto punto de vista, está en la lista de películas que el cinéfilo debe ver.
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(1) Por ejemplo, con todo el respeto que se merece el gran cineasta Steven Soderbergh, no es lo mismo su Solaris que el Solaris de Andréi Tarkovski. O, continuando comparando los remakes (y con el respeto que todos se merecen), 12 hombres sin piedad de Sidney Lumet no es lo mismo que la cinta homónima de William Friedkin, o El gabinete del Dr. Caligari de Robert Wiene vs. el de David Lee Fisher, o M de Fritz Lang vs M de Joseph Losey, o Sin aliento de Jean-Luc Godard vs el de Jim McBride,... (sigue una larga lista). Fuera del ámbito de los remakes, la lista sería interminable.
(1) Por ejemplo, con todo el respeto que se merece el gran cineasta Steven Soderbergh, no es lo mismo su Solaris que el Solaris de Andréi Tarkovski. O, continuando comparando los remakes (y con el respeto que todos se merecen), 12 hombres sin piedad de Sidney Lumet no es lo mismo que la cinta homónima de William Friedkin, o El gabinete del Dr. Caligari de Robert Wiene vs. el de David Lee Fisher, o M de Fritz Lang vs M de Joseph Losey, o Sin aliento de Jean-Luc Godard vs el de Jim McBride,... (sigue una larga lista). Fuera del ámbito de los remakes, la lista sería interminable.
(2) Aunque posible en la vida real, pues se han reportado animales cayendo del cielo por haber sido transportados por huracanes y fenómenos naturales similares.
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