Imagen del afiche en IMDb. |
Camino a la libertad
Venezuela, finales del siglo XVIII. Manuel Aguirre es un hacendado español, está casado con Inés, pero tiene a la negra Ventura Mandinga por amante. Llega «el suizo», vendedor de esclavos, con la intención de venderle una joven negra «bozal». Manuel dispone que sea ella la que ocupe el lugar de Ventura, quien se pone muy celosa por tan implacable y súbita sustitución. Azú, la nueva negra, es, según el brujo Yanga, la que los guiará hacia el «cumbe»; ella es el aviso viviente de que su libertad está próxima, es quien tiene el poder de guiarlos.
Azú es una mujer de ímpetu y talante indomable: en una ocasión enfrenta a los hombres porque quiere huir y le muerde la oreja a Malavé, el capataz de los esclavos de la hacienda. Con la sangre de la menstruación de ella (que Yanga le encargó a Jacinta, la ama de llaves, que le consiguiera), este prepara unos rituales en los que emplea una oruga y avisa a los negros el momento de la huida: cuando la oruga, transformada en mariposa, vuela. Ese momento coincide con la muerte de doña Inés (que estaba en la habitación de Azú con ella y con Ventura, hacha en mano para vengarse de la infidelidad de su esposo). Manuel, acompañado de los negros que no huyeron, encabezados por Malavé, los perseguirá en busca de justicia por el homicidio de su Inés. La obnubilación de Manuel es tal que llega a matar a Malavé por no haberle obedecido: quería a las negras vivas (a Ventura y Azú) y Malavé les disparaba. Al final, Azú guía a un grupo cada vez más numeroso de esclavos que buscan libertad.
Imagen en dominio público tomada de Wikipedia. |
Aún en la era de la comunicación intensiva, de la información fluyendo en cantidades ingentes, la leyenda negra sigue vigente y los artistas se hacen eco de ella. Es posible que, más allá de lo cierto o no que sea (quizás ya ni interesa su veracidad), es llamativa, vende. Este filme no escogió la senda de la imparcialidad y prefirió una línea maniquea, pero en los terrenos de la leyenda negra. Es infortunado, Jericó había sido más imparcial, menos sesgada.
La película está muy bien ambientada. Tal parece que Luis Alberto Lamata, que se ha especializado en temas históricos, lo hace mejor en cada película. Las actuaciones están bien dirigidas y la puesta en escena y el montaje también. Es notable el vestuario y el atrezo, sin dejar de mencionar la música; que a veces irrumpe de manera un poco efectista, pero está bien. Lo menos bueno es el melodrama un poco acaramelado de los últimos diez o quince minutos en el ambiente de los negros del siglo XVIII, no en las escenas del presente, que están muy bien conectadas con lo narrado: ha sido un acierto utilizar los mismos actores para representar en la contemporaneidad a los descendientes. No le hubiera ido peor a la película si se evadiera un tanto el toque de telenovela y del maniqueísmo. Por lo demás, es una buena película.
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Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt2424822
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film110367.html
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