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Este blog no es de crítica especializada ni académica, solo de comentarios «al dente» de un espectador común.

Advertencia: destripe.

Algunos comentarios hacen referencia a momentos claves del argumento o al desenlace de este (destripe, spoilers).
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31 mayo 2022

Otoño tardío - Yasujirō Ozu (1960)

 

Imagen del póster en IMDb.

Ya que no casamos a la hija, casemos a la madre.


No, no es Primavera tardía, ese es otro film de Ozu. Ni Principios de verano, ni Primavera precoz; estos son otros, también de Ozu. Pero todos estos son de la misma tónica: las relaciones entre las personas, tal como Cuentos de Tokio, la considerada su obra más acabada. En particular, las relaciones entre parientes.


Ayako, Akiko, Hirayama, Mamiya y Taguchi al concluir los rezos por el
eterno descanso del esposo de Akiko. Imagen tomada de IMDb.


A la muerte de su esposo, Akiko Miwa (Setsuko Hara) queda viviendo con su hija Ayako (Yoko Tsukasa), joven que está en edad de casarse. Mamiya, Taguchi y Hirayama(1), los tres amigos del difunto Miwa, se dan a la tarea de buscarle un novio a Ayako; pero la chica no quiere casarse: teme dejar sola a su madre. Ante una negativa rotunda, se les ocurre casar a la viuda para que luego se case la hija. Esta posibilidad le cae muy bien a Hirayama, viudo y admirador de Akiko; pero indigna a Ayako, incluso le da repulsión la idea, le parece sucia. Yuriko (Mariko Okada), una entrometida amiga y compañera de trabajo de Ayako, intercede para regañar a los viejos que idearon el plan y para limar asperezas, sobre todo las de Ayako. La chica termina aceptando la idea de que la madre puede volver a casarse, pero la madre desiste de «subir esa montaña de nuevo», con su esposo tuvo suficiente. Como se puede apreciar, el argumento es similar al de Primavera tardía.


Ayako, su amiga Yuriko y su madre Akiko. Imagen tomada de IMDb.


Esta temática recurrente del cine de Ozu hace que uno sospeche que durante la posguerra en Japón había reticencia de la población a contraer matrimonio, a dejar los padres solos, en fin; miedo al porvenir. Después de la devastación de las bombas atómicas, la casi humillante rendición del imperio del sol naciente y las pérdidas que esa guerra ocasionó, es natural que haya habido reservas. Las películas de Ozu (y las de otros cineastas nipones de la época) constituyen un intento por infundir confianza a la población, por afirmar que hay futuro, que la vida continúa. Pero, por otra parte, no dejan de ofrecer cierta mirada crítica a la institución matrimonial y a las tradiciones que revolotean alrededor de este controversial tema. Tradiciones que —algunas— arrastra la sociedad como un lastre.


Ayako (der.) visita a su amiga Yuriko, que jugará un importante
papel en la trama. Imagen tomada de IMDb.


Esta es una de las pocas películas que rodó Ozu a color; su fotografía es magnífica. Como en sus otras producciones de alta factura, conserva el estilo Ozu: puesta en escena impecable, sin mácula; tomas con cámara baja; disposición cartesiana de la cámara, colineal a las paredes (muy pocas tomas en ángulo); planos fijos (cámara fija); cortes directos, sin fundidos; música discreta y una actuación intachable del reparto actoral, en la que destaca la serena sonrisa de Setsuko Hara, mezcla de felicidad con serenidad, muy giocondesca. Otra gran película de Yasujirō Ozu.


Yuriko increpa con valentía a los tres amigos por haber llevado la turbulencia
a un hogar tranquilo: el de Ayako. Luego se van a beber sake.
Aquí, en uno de los raros encuadres en ángulo. Imagen tomada de IMDb.


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(1) Interpretados por: Shin SaburiNobuo Nakamura y Ryūji Kita respectivamente.

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Late autumn; 秋日和; Akibiyori; A calm autumn day; Otoño tardío.

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Artículo en Wikipedia en inglés:

https://en.wikipedia.org/wiki/Late_Autumn_(1960_film)

Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0053579

Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film296295.html


02 marzo 2021

La hierba errante - Yasujirō Ozu (1959)


Imagen del póster en IMDb.

De tal padre, tal hijo.
Le dijo Sumiko a Komajuro.


Film de 1959

Una compañía de teatro kabuki itinerante llega a un pueblo costero (que habían visitado años antes) en el verano de 1958, a bordo de un buque. Mientras los artistas recorren el pueblo con música y vítores para anunciar su llegada; el director de la compañía, Komajuro (Ganjirō Nakamura), va a ver a su antigua amante, Oyoshi (Haruko Sugimura), una mujer que dirige un restaurante y que tuvo un hijo con él, Kiyoshi (Hiroshi Kawaguchi). La relación de ellos es amistosa; él ha enviado dinero para el cuidado de su hijo. Kiyoshi ya es un espigado joven que trabaja en la oficina de telégrafos del pueblo y pretende ir a la universidad un día. Para él, Komajuro es su tío.



Las imágenes iniciales del filme, mostrando
el pueblo, son de gran belleza. 
Imágenes tomadas de IMDb.


Maquillándose para la función de teatro.
Imagen tomada de IMDb.


Las reiteradas ausencias de Komajuro (para compartir tiempo con su «sobrino») levantan la sospecha de su nueva mujer, la hermosa Sumiko (Machiko Kyō). Celosa, le pone una trampa al joven Kiyoshi: le paga a una joven y bella actriz de la compañía, Kayo (Ayako Wakao) para que seduzca al joven Kiyoshi. Esto creará un clima de tensión y escenas de violencia entre Komajuro y Sumiko y entre Komajuro y Kayo; a quienes golpea. Las funciones de la compañía tienen cada día menos espectadores y esta fracasa económicamente. Los actores se dispersan, cada quien busca su suerte.


En el teatro. Imagen tomada de IMDb.


Kiyoshi y Komajuro pescando.
Imágenes tomadas de IMDb.


A punto de irse del pueblo, Komajuro va a visitar a Oyoshi y Kiyoshi; pero el chico no está. Mientras esperan la llegada del chico a casa, Oyoshi conversa con Komajuro; ella aspira a que Komajuro se radique en el pueblo y vele por su hijo; él acepta. Cuando llega el chico, lo hace junto a Kayo; lo que enardece a Komajuro. Kiyoshi y Kayo se enamoraron y, a pesar de los ruegos de ella por dejar la relación (arguye ella que él merece alguien mejor), Kiyoshi la ha llevado a su casa. En el triste encuentro, Kiyoshi se entera de que Komajuro es su padre. Komajuro reprende de nuevo a Kayo y tiene un enfrentamiento con su hijo, que la defiende. Su hijo afirma que él no ha tenido padre y que no necesita un padre; es decir, no lo reconoce como tal.


Komajuro y Oyoshi, los padres de Kiyoshi.
Imagen tomada de IMDb.


Kiyoshi. Imagen tomada de IMDb.


Derrotado de nuevo, va a la estación de tren solo. No tiene cómo encender un cigarrillo y Sumiko, que está cerca, le enciende un fósforo. Ella, que había sido expulsada de la compañía cuando Komajuro se enteró de su ardid (no quería verla nunca más), lo aborda con dulzura y sumisión y logra entablar conversación con él. No sabe a dónde ir y él tampoco; pero se recuerdan de un empresario de teatro que podría ayudarlos. Sumiko compra los pasajes para ambos para ir a la ciudad en la que vive ese empresario.


La joven y bella Kayo. Imagen tomada de IMDb.


Este drama, casi tragedia para el estándar japonés, es común en otras latitudes, donde las madres solteras abundan. Si bien está particularizado para la sociedad japonesa tiene puntos de vista de carácter universal, como las diferencias generacionales, los celos, las intrigas por celos, los fracasos, el amor. 


Kiyoshi y Kayo. Imagen tomada de IMDb.


Esta es una de las pocas películas que Yasujirō Ozu realizó en color. Tiene una fotografía impresionante, hiperrealista. La puesta en escena es la típica de este director: cadencia lenta; cámara baja (casi a ras del piso); planos generales; ortogonalidad (o colinealidad) del eje de la cámara con los planos de los recintos; muy poco trávelin y mínimo movimiento en cada encuadre (un solo actor haciendo algo o moviéndose; muchas veces ningún movimiento en absoluto, como si fuese foto fija). Ukigusa en japonés translitereado, Floating weeds en inglés, 浮草 en japonés, es un remake de otra película de Ozu, del año 1934, llamada Historia de una hierba errante (Ukigusa monogatari). Excelentes películas ambas.


Komajuro discute con Sumiko separados por la
cortina de la lluvia. Imagen tomada de IMDb.


La hermosa Sumiko. Machiko Kyō fue la actriz 
que hizo el papel de Lady Wakasa
Imagen tomada de IMDb.


Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie.
Tancredi, personaje de El gatopardo.

Es una historia de gente desafortunada (loosers, perdedores). Como si de un cambio gatopardiano se tratase, después de la tempestad, las aguas volvieron a su cauce. Komajuro continúa su vida errante y mediocre junto a la meretriz que convirtió en actriz de kabuki, Sumiko; lejos de su hijo. Kiyoshi y Kayo continuarán su novel relación viviendo con la madre de él, Oyoshi; quizás intenten formar un hogar después. Oyoshi seguirá trabajando en el restaurante para mantenerse; quizás un día su hijo y la novia la dejen para ellos formar nido aparte. Los otros actores de la compañía buscaron su fortuna cada uno por su lado. Los jóvenes tienen alguna oportunidad de enderezar su destino, los viejos ya no. Así; todo pasó, pero nada pasó.


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Artículo en Wikipedia (inglés) con comentarios de la producción:


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Film de 1934

Imagen del póster en IMDb.


Veinticinco años antes, Ozu hizo la misma película, en blanco y negro y silente; con intertítulos. Hay diferencias menores entre ambas historias; por ejemplo, en la de 1934 la compañía de teatro arriva en tren al pueblo, no en barco; el film de 1934 le dedica más tiempo a las escenas del teatro (el de 1959 más en los personajes de la compañía fuera de las horas de la función teatral). Los personajes tienen otros nombres y los actores son otros. Las técnicas de puesta en escena y rodaje son las mismas que Ozu mostrará en sus filmes posteriores. Ambas son muy buenas, la de 1959 dura 40 minutos más que la de 1934; pero quien tenga tiempo para ver una sola, puede seleccionar la de 1959: es en color, tiene sonido, es del mismo director y es una película de gran calidad.


Maquillándose para la función.
Imagen tomada de IMDb.


En la función de teatro. Imagen tomada de IMDb.


La mujer actual del jefe de la compañía.
Imagen tomada de IMDb.


La madre soltera del chico.
Imagen tomada de IMDb.


Al final, el padre del chico y su nueva mujer,
esperando en la estación de tren para
continuar con su vida errante.
Imagen tomada de IMDb.


La joven actriz que seduce al chico.
Imagen tomada de IMDb.


Ella, esperando a su nuevo amor. Como se ve,
también la de 1934 tiene planos con muy
buena composición y gran belleza.
Imagen tomada de IMDb.


Los tortolitos.
Imagen tomada de IMDb.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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Artículo en Wikipedia (inglés):
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0025929
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film164369.html


09 febrero 2021

Primavera tardía - Yasujirô Ozu (1949)


Imagen del póster en IMDb.

El sacrificio de Shukichi.


Noriko (Setsuko Hara) es una bella joven de 27 años, soltera, que vive con su padre, el profesor Shukichi (Chishū Ryū), viudo. En una visita a Tokio para comprar, Noriko se encuentra con un amigo de su padre, también viudo, el profesor Jo Onodera (Masao Mishima); este le cuenta que se ha vuelto a casar y a Noriko esa idea le parece «sucia». A Onodera le hace gracia ese juicio, al igual que a Shukichi. La hermana de Shukichi, Masa (Haruko Sugimura), le dice a su hermano que Noriko ya es casadera, quizás le interese el asistente de Shukichi, el joven Hattori, con quien Noriko ha salido; pero Hattori está próximo a casarse. Entonces le comenta que conoce a un joven parecido a Gary Cooper, que es el adecuado para ella. Noriko siempre es reacia al tema. Arguye que no puede dejar a su padre solo, que ella lo cuida y él la necesita.


Noriko Somiya. Imagen tomada de IMDb.


En una obra de teatro , a la que asisten Noriko y su padre, él saluda con afecto a una viuda, Miwa. Noriko siente celos. Al regreso, en casa, ella le pregunta si él se volvería a casar y él le confiesa que sí. Insiste en la pregunta, haciéndola de varias formas y él contesta que sí, que se volvería a casar. Ante los argumentos de ella, Shukichi le dice que él se apañará solo, o que puede buscar ayuda, pero que ella debe casarse. También una amiga de ella, Aya (Yumeji Tsukioka), le recomienda que se case. 


Shukichi Somiya. Imagen tomada de IMDb.


Finalmente, la reticente Noriko accede a conocer al joven parecido a Gary Cooper. Pasan los días y la tía Masa le urge a que tome una decisión (pues la familia del joven necesita saberlo) y Noriko acepta casarse. A última hora, vuelve a comentarle a su padre que ella es feliz tal y como vive, con él, que el matrimonio no la haría más feliz; Shukichi la contradice y le habla de las bondades de la vida de casado, que es ley de vida y todas las consabidas razones para que ella forme un hogar y haga su vida. Ella le pide perdón por su egoísmo y por no haber entendido. Ataviada con un impresionante kimono, se casa. Shukichi, al terminar la boda, toma unas copas con la amiga de Noriko, Aya, ante la que confiesa que él no se casaría de nuevo. La mentira piadosa de él fue la que llevó a Noriko a casarse. Aya le recrimina la deshonestidad y él contesta: «¿Y qué hubiera pasado si yo hubiera dicho la verdad?». Ella celebra la lucidez del viejo, lo besa y le promete que lo irá a visitar. Al llegar a casa, Shukichi llora en silencio... y en soledad.


La tía Masa y Noriko. Imagen tomada de IMDb.


Gran película del maestro Yasujirô Ozu, en la que se aprecian sus innovadoras técnicas cinematográficas: cámara fija, con muy pocos trávelins (travellings); planos generales en lugar de close-ups (primer plano); eje de cámara paralelo a los planos de los recintos donde están los personajes (pocas veces no es dispuesto de manera ortogonal); cortes entre escenas, sin fundidos; cámara a menos de un metro del suelo. Se detallaron estas características en el artículo de Cuentos de Tokio(1).


Noriko vestida para la boda.
Imagen tomada de IMDb.


Esta es la primera película de la llamada trilogía de Noriko, que comprende este filme, Principios de verano (o El comienzo del verano) y Cuentos de Tokio. En esta trilogía, los personajes de Noriko son interpretados por Setsuko Hara y, aunque son personajes distintos, representan a la joven mujer de la posguerra en Japón; época de revisión, de introspección y de formulación de nuevos rumbos para la sociedad japonesa; luego del desastre que significó la II Guerra Mundial para tantas naciones, no menos para el Imperio del Sol Naciente; y dentro del marco de la ocupación de los aliados a la que fue sometido Japón (como todos los perdedores del conflicto bélico).

En este sentido, la censura cambió varios aspectos del guion, suavizando o mutilando las críticas que se hacían hacia la guerra y hacia la ocupación; al tiempo que reivindicaba las tradiciones japonesas ensalzándolas. Por ejemplo: la visita al templo en Kyoto; la escena del teatro Nō; el cuidado de las tradiciones frente a las costumbres occidentales que se pretendían imponer a través de la ocupación, tal como la negociación de la boda por parte de la familia como un todo y no de los individuos (como es en occidente). La película fue contestataria frente a la imposición de occidente(2).




Aya y Shukichi toman unas copas tras la boda
de Noriko. Imagen tomada de IMDb.


Ozu nos deleita con una deliciosa película rodada en su particular estilo; minimalista en atrezo y en recovecos de la historia, lineal, sincera, moralista, bien actuada, que intenta ayudar a la reconstrucción de una sociedad que recién ha sufrido el horror de la guerra en carne propia, afianzando sus valores ancestrales; al tiempo que nos hace reflexionar a padres e hijos sobre el devenir natural de la vida en contraposición con el devenir impuesto. Una lección de amor plasmada en una cinematografía impecable e imperecedera.


Noriko. Imagen tomada de IMDb.


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(1) También en el artículo de Wikipedia (en inglés) se comentan estas técnicas, propias de Ozu.
(2) Para el lector interesado, hay mucha más información sobre diversos aspectos de la película (y del cine de Ozu) en el artículo de Wikipedia en inglés, en este enlace.

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Artículo en Wikipedia en inglés:


26 julio 2013

Cuentos de Tokio – Yasujirō Ozu (1953)



¿Es la distancia entre generaciones directamente proporcional a la velocidad de los cambios en el estilo de vida?


Cuentos de Tokio, también conocida como Tokyo story o Tōkyō Monogatari, es una película japonesa muy apreciada en la cinematografía mundial. Está incluida entre las diez mejores del cinema en varias listas. Fue rodada con las características técnicas propias del cine de Yasujirō Ozu: cadencia lenta, cinematografía minimalista, cámara fija(1), colocada por debajo del nivel del ojo del espectador (toma inventada por Ozu, llamada toma tatami, que coloca la cámara a la altura de una persona sentada en una esterilla o tatami), muchas elipsis, sin el uso de la regla de los 180 grados (colocando al espectador en el centro de la escena, sin girar la cámara), cortes directos entre escenas sin disolvencias o fundidos, música en los cortes o encuadres hacia objetos fijos. Los actores entran y salen de escena como si se tratase de un montaje teatral, a pesar de que el director no tuvo relación directa con el teatro. En esta película la cámara se mueve –pocos metros- en una sola toma. En otra toma, la cámara está fija sobre un autobús y el que se mueve es el autobús, no la cámara. En el interior de las casas, es normal ver tomas que difieren 90 grados, siguiendo la arquitectura, tratándola como un elemento más del film. Por lo que se ve, Ozu fue un director cartesiano (en el sentido geométrico). Tan solo por el aspecto técnico este filme es extraordinario. A pesar de todas las heterodoxas maneras descritas, la actuación sí sigue los cánones occidentales, muy lejos de –por ejemplo- el Toshirō Mifune de Rashomon. Yasujirō Ozu fue un iconoclasta de las técnicas de filmación generalmente aceptadas, impuestas por occidente desde los comienzos del séptimo arte, demostrando que se puede hacer cine de calidad dentro de un marco ecléctico.




En Cuentos de Tokio, a una pareja jubilada(2), que vive con su hija menor en el pueblo de Onomichi, se le ocurre dispensar una visita a sus hijos: dos que viven en Tokio y un tercero que vive en Osaka, y también a una nuera que es viuda desde hace ocho años y vive en Tokio. Para sorpresa de ellos, y del espectador, quien más se dedica a compartir con ellos y hacerles pasar una feliz estadía es la nuera, Noriko (muy bien interpretada por la hermosa Setsuko Hara(3)); quien por cierto es el personaje que más explicita sus emociones. Los hijos, por pe o por pa no los atienden en la justa medida que deberían atenderlos. La distancia entre la sosegada vida pueblerina y la dinámica de la gran metrópoli, es suficiente motivo para que exista una asincronía entre padres e hijos (más aún entre abuelos y nietos), pero también es la distancia temporal la que marca linderos para situar a unos lejos de los otros. Y esta historia presenta el más descarnado lindero: la displicencia. El abismo generacional (tema tratado reiteradamente en la filmografía de Ozu) se manifiesta en toda su cruda realidad en las escenas finales(4). Los padres aceptan la actitud de los hijos, adornando la conducta de éstos con justificaciones –que pueden ser avaladas solamente por el amor de los padres por los hijos- pero no sin dejar entrever cierta tristeza en sus rostros, cubiertos tras un velo de flemático estoicismo, muy japonés(5), exteriorizada solo por el padre cuando se embriaga junto a unos viejos amigos. Pero la tristeza no es solo por la incomodidad que ellos causan a sus hijos, también es porque son conscientes de que a los hijos no les ha ido tan bien en la gran ciudad como se imaginaban: la despiadada realidad devoró las románticas expectativas.




Un aspecto que hace que el tema planteado sea aún más relevante es el hecho de que las dos generaciones también están separadas por la II Guerra Mundial. Ignoro si en Japón ocurre u ocurrió lo que en Alemania: que los hijos y nietos de la generación que vivió esa cruenta guerra, le reprochan a sus progenitores el haber dejado que eso ocurriera. Los hijos de Tomi y Shukishi, al igual que el resto del Japón, parecieran querer recuperar la normalidad de su país luego del tiempo perdido por la guerra. Lo lograron, a costa de un esfuerzo titánico. El filme deja constancia del natural cambio en el estilo de vida de las personas, de una generación a otra, conforme pasa el tiempo. Las cosas cambian inexorablemente, todo continúa, la vida sigue a pesar de la muerte. Es el cambio de Heráclito: el natural devenir de los seres, la continua transformación.

Esta película no está exenta de símbolos. Así, por ejemplo, mientras el veloz tren es símbolo de la velocidad de la posmodernidad, de lo nuevo, o las chimeneas lo son del desarrollo industrial, los barcos de la tranquila bahía de Onomichi lo son de la calma y serenidad del pueblo, de lo tradicional. La fila de niños nos recuerda la masificación de la escuela, como lo era el trabajo en Metrópolis. Los encuadres dentro de las pequeñas viviendas dan cuenta de la alineación del individuo citadino, perpetrada nada menos que por un arte: la arquitectura. Muchos símbolos son iguales a los que uno, en la vida cotidiana, emplea: un gesto que significa algo (cansancio, atención, desacuerdo, indiferencia, aburrimiento, amabilidad,…), o una frase que dicha con diferente fonética significa ideas totalmente distintas. Son los pequeños y sutiles detalles de los que nos valemos para enriquecer la comunicación. En este caso los correspondientes a la cultura nipona. El cine de Ozu es eso, es el examen minucioso, microscópico, del mundo de una familia común, del que emergen las actitudes y formas de ver la vida de cada personaje.

La vida posmoderna en la gran ciudad exprime el tiempo y la energía de sus habitantes, al punto que la presencia de sus ascendientes desentona en la ardua e impersonal vida diaria; vida que tiene por único objeto el obtener los recursos monetarios para canjearlos por comida y demás bienes y servicios necesarios para sobrevivir en un cáustico medio, donde el que se descuida pierde, feroz competencia por medio, toda oportunidad de progreso. Lo que Chaplin denunció en Tiempos modernos, Ozu lo profundizó en esta extraordinaria cinta: la deshumanización de la era industrial, hoy heredada por la postindustrial.




Ocurría en el Tokio de los años 50. Ocurre hoy en Caracas, Tokio, São Paulo, Berlin, Atenas, Islamabad, Madras, Nueva York; en las grandes metrópolis, donde la “trampa del trabajo” hace estragos en la calidad de vida de las personas, muchas veces sin que se den cuenta, como la sigilosa letalidad de algunas enfermedades. La posmodernidad, en una especie de ajedrez macabro, ¿nos ha obligado a cambiar el objetivo de alcanzar la felicidad utilizando el dinero como pieza para el gambito, por el objetivo de tener dinero utilizando la felicidad como pieza de sacrificio?

Una cantante y compositora que se ha dedicado a la atención de pacientes que esperan la muerte en casa, se dio a la tarea de preguntarles de qué se arrepentían, qué hubieran cambiado en su vida. Realizó un registro de las respuestas, y la segunda más contestada fue: "no tendría que haber trabajado tanto". Se pueden ver las cinco respuestas más comunes en este enlace (en inglés). Las cinco son más que elocuentes. La autora, Bronnie Ware, escribió un libro sobre esa experiencia.

La fría idiosincrasia japonesa es mostrada al desnudo en este filme, para estudiar la lejanía entre seres queridos producto del cambio natural entre generaciones. Un tema tan occidental como oriental. A fin de cuentas, Yasujirō Ozu fue un cineasta universal, no solamente japonés.

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(1) Cosa que el espectador más desprevenido nota al cabo de un rato de película.
(2) Shukishi Hirayama, interpretado por el actor Chishū Ryū, quien trabajó en 52 películas de Y. Ozu, y Tomi Hirayama por la actriz Chieko Higashiyama.
(3) Llamada en Japón “La eterna virgen”, porque nunca se casó.
(4) Argumento completo en este enlace, en inglés.
(5) Como “muy japonesa” también es considera la filmografía de Ozu, que se detiene a evaluar la vida de la familia típica japonesa. Es considerado el más representativo de los directores japoneses, motivo por el que las distribuidoras de cine no exhibieron sus películas durante mucho tiempo; y aún hoy no son fáciles de digerir por el público occidental.


Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

Las 10 + proyectadas